En ese momento, durante esos minutos, éramos los únicos en ese baño, ambos besándonos, yo con mis manos en sus mejillas y él abrazándome con fuerza, con el rostro cubierto de lagrimas y temblando del frío que hacia, ya que el baño en ese momento parecía transformarse en un glaciar. Después de esos minutos, ambos separamos nuestros labios, pero mantuvimos la cercanía. Podía apreciar sus ojos grises tan brillantes debido a las lágrimas, sus mejillas y nariz rojas de tanto llorar, junto a su expresión de miedo, pero a su vez de decisión.
—No hagas esto por lastima y mucho menos por miedo.—Murmuro Draco clavando sus ojos en los míos.
—No te tengo lastima y mucho menos te tengo miedo, si estoy aquí, es porque te amo y quiero apoyarte.—Murmure de igual forma.—Y por favor, no me alejes más, déjame estar contigo, no estas sólo...
Draco asintió y pude visualizar como volvía a quebrarse ante mis ojos, pero tratando de calmarse.
—¿Quieres que vayamos a la sala común?, para poder hablar o si lo deseas puedo llevarte al gran comedor, ya casi será la hora de la cena, ¿Que puedo hacer Draco?—Agregue un tanto angustiada, buscando la manera de ayudarlo.
—Vamos a cualquier lado, que no sea la sala común ni el gran comedor. Nisiquiera se si podre dormir, solo quiero que te quedes conmigo, por favor...
En ese momento llego una idea a la mente y me levante con cuidado, luego de eso, le ayude a levantarse y tome ambas varitas, junto a nuestras pertenecias.
—Tengo una idea, sígueme.—Dije tomándolo de la mano con delicadeza.
Luego de eso, ambos salimos del baño y nos dirigimos al séptimo piso. Draco durante todo el camino sostenía mi mano, miraba el suelo y de vez en cuando, como un niño pequeño, secaba sus lágrimas con las mangas de su túnica. Ya en ese piso, rápidamente busque el tapiz de Bárnabas el Chiflado, el cual al llegar a el, hice lo posible para visualizar una habitación para que se generará mediante la sala de Menesteres y luego de unos pocos segundos se materializó. Ambos entramos a esta rápidamente.
La sala era enorme, lo que visualice se formo por completo, era un tipo de habitación con una cama enorme, un sofá, una chimenea, una mesa con alimentos e incluso un tocadiscos antiguo. La sala era muy similar a una sala común e incluso podría fácilmente confundirla con una habitación de la mansión Malfoy.
—Dijiste que no querías estar en ninguno de esos lugares, así que te traje aquí. Espero sea de tu agrado, ¿te parece si cenamos y lo hablamos?, claro, si eso quieres, si no podemos estar en total silencio...—
Trate de terminar la oración, pero rápidamente Draco me interrumpió abrazándome con fuerza y murmurando con la voz quebrada.
—Gracias ____.—Luego de algunos segundos volvió a hablar.—Y quiero hablarlo, porqué, ¿Cómo es que lo supiste?—Cuestiono separándose con suavidad de mis brazos.
—No fue fácil, pero digamos que solo arme el rompecabezas.—Agregue tratando de hacer parecer que lo descubrí y no que era un hecho que sabía que pasaría desde muchísimo antes.—¿Te parece si cenamos?, hay comida.—El asintio y seguí explicando mientras nos acercábamos a la mesa de alimentos.—Y bueno, digamos que desde que supe que eras aprendiz de mortifago tuve la ligera impresión de que eso pasaría, pensé que seria algo que te gustaría. Aunque después de tratar de tapar todo lo que argumento Harry, pues fue evidente que lo eres. Pero aun tengo la duda, ¿Que te pidieron hacer para que estés tan preocupado?, ¿Cómo pasó?
Luego de eso, tomamos los platos de comida y nos sentamos en el sofá que se encontraba ahí.
—Bueno, luego de que mi padre entró a Azkaban, quien tu sabes me declaró mortifago, en ese momento me sentí el elegido, hasta que me asigno la tarea de matar a Dumbledore, que según mi madre fue para castigar a mi padre y según mi tía Bellatix, debería estar orgulloso. Los primeros días estaba encantado, pero, conforme lo asimile, supe que no sería fácil y bueno, siempre imagine el ser mortifago como algo impresionante, por mi padre...—Respondía Draco, aunque dejando un pequeño espacio de tiempo el cual aproveche para cuestionar.
—¿Odias a tu padre por involucrarte?
—No, lo consideraba mi héroe, pero me siento traicionado. Siempre parecía que me amaba, amaban, tanto mi madre como mi padre, siempre me protegieron, ante todo, me exigian buenas calificaciones y me enseñaron a comportarme en sociedad, pero porque me amaban. Sin embargo, involucrarme ellos sabiendo perfectamente lo que es, me hizo sentir tan vulnerable, ya que siempre idealice lo que era ser un mortifago y nunca imagine que debía marcharme las manos...—Finalizo Draco y comenzo a comer su cena, mientras evitaba tocar el tema.
Fue una cena silenciosa, tampoco me atreví a decir más, el aun se veía deprimido.
Al finalizar la cena, ambos nos quitamos la tunica, la corbata y los zapatos para recostarnos en la cama y lograr dormir. Draco se recostó en mi pecho, aferrándose a mi en un abrazo, mientras yo se lo correspondía.
—¿Podemos venir a dormir aquí todo el año escolar?, ¿Por favor?—Agregó Draco en un murmuro.
—Claro.—Respondí dedicándole una pequeña sonrisa y dándole un beso en la frente.
Varias noches, después de clases nos reuníamos en la sala de Menesteres, cenábamos, hacíamos las tareas y dormíamos juntos. Aunque acordamos que dejaríamos la relación oculta, para no levantar sospechas. Lo cual me daba el tiempo para hablar con él trio de oro durante el almuerzo, después de clases y básicamente lo que pudiera. Varias veces negué lo que decía Harry en cuanto a sus sospechas de Draco y convencía tanto a Hermione como a Ron para que de igual modo no pensaran que el era un mortifago.
Las primeras noches, comenzamos a "planear" como matar a Dumbledore, yo solo le ayudaba a llevar a cabo lo que correspondía para no desordenar ningún hecho. Comenzamos con el plan de hechizar a Katie Bell para que introduciera el collar de ópalo al castillo, plan el cual falló y termino llevando a Harry, Hermione y Ron al despacho de la profesora McGonagall. Afortunadamente seguían sin sospechar de Draco, lo cual indicaba que todo transcurría como debía ser.
Pocos días después, fue otra cena con el profesor Slughorn, la cual fue de nuevo incomoda, pero por Cormac, quien se la pasaba haciendo señas raras dirigidas a Hermione, acciones que me molestaban muchísimo, ya que si bien no eramos amigas como antes, era repugnante verlo así, así que distinguí su pierna entre la de todas y le solté un fuerte patadon en la espinilla que lo hizo levantarse.
—Uy, lo siento, es que se me atoro el pie en la silla.—Le dije a Cormac en un tono "inocente", pero con una sonrisa malvada.
Hermione aguanto la risa mientras me miraba disimuladamente.
Tras la cena, todos nos dirigimos a nuestras habitaciones, pero yo, había acordado verme con Draco cerca de la sala de Menesteres para seguir durmiendo ahí. Y ya estaba ahí, oculto, pero poco después, en cuanto me vio, se acercó y entramos a la sala de menesteres.
—¿Y bien?, ¿Cómo te fue?—Cuestiono Draco cerrando la puerta detrás de ambos.
—Aburrido he incomodo, pero... ¿Tu como estás?—Cuestione de vuelta mirándolo y tomando sus mejillas entre mis manos.
—Solo se que, la única razón por la cual no me tiro de la torre de astronomía eres tu.—Respondió rodeando mi cintura con sus brazos.
Ambos estábamos afectados por la situación y no sabíamos que más decir, haciendo que un silencio inundará la habitación, hasta que, segundos después el antiguo tocadiscos se encendió de la nada. La canción que se escuchaba era "Fly Me To The Moon" de Frank Sinatra. Al inicio nos asustamos, pero tras mirarlo un tanto confundidos, dijo.
—¿Y si bailamos?, es como si la sala lo quisiera...—Dijo Draco en un tono suave y asentí.
Draco mantuvo una de sus manos en mi cintura, entrelazo la mano que le quedaba libre con la mía y comenzamos a bailar adentrándonos en la gran habitación. Al inicio estábamos un poco serios, pero mientras más avanzaba la canción sonreímos uno al otro, comenzando a reír y a acercar nuestros rostros sin dejar el baile. Fue un momento mágico, como si solo existieramos los dos, entre risas, sin preocuparnos, ni nada, solo los dos.
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《¿Cómo llegué aquí? (Draco & __)》
Fanfiction"No fue hasta entonces que me dí cuenta del porqué sentía lo que sentía, del porqué ambos éramos tan similares. El mirar a aquel chico pálido, tan vulnerable, me conmovió a tal punto de flaquear ante la puerta. Y durante un momento, un breve momento...