Capítulo 3

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ALMA

La mañana del día siguiente transcurrió con mucha más lentitud de lo que me habría gustado, hice un montón de cosas para intentar mantener mi cabeza despejada ante la falta de noticias de Fernando, desde limpiar cada rincón de mi piso diminuto hasta salir a correr rumbo a la playa.
Alrededor de la una de la tarde Fernando decidió acabar con mi sufrimiento, cosa que agradecí eternamente.

—Hola Alma, ¿cómo estás?.—Dijo tranquilo a través del teléfono.

—¿Quieres que sea honesta o aún es muy pronto para bromear en el trabajo?.—Dije nerviosa, normalmente cuando estaba nerviosa solía hablar mucho y como añadido a mi gran personalidad, solía hacerme la graciosa el 90% de las veces, lo cual era una combinación bastante peligrosa en situaciones que requiriesen seriedad.

—Sorpréndeme.—Dijo mientras reía.

—Fernando, ha estado a punto de darme un infarto, pensaba ya que habíais encontrado a alguien mejor.

—Primero, llámame Fer, Fernando solo le llamamos a mi padre, Segundo, es prácticamente imposible encontrar a alguien que lo haga mejor que tú, créeme, llevamos meses en ello, tercero, ¿Cómo tienes la tarde de hoy?.

—Primero, te llamaré Fer si es lo que quieres, Segundo, no me digas eso que me lo acabo creyendo, tercero, estoy libre.

—Perfecto, pues, ¿te parece bien que nos reunamos sobre las 16:00?.

—Me viene perfecto, ¿Dónde acudo?.

—Te espero en el local, ¡hasta luego!.

—Hasta luego Fer.—di por finalizada la llamada antes de ponerme a buscar la ropa que me pondría y de irme directa a la ducha para empezar a arreglarme antes de comer algo y salir de casa.




Fer

—¿La has llamado ya?.—Preguntó Pedri por aproximadamente tercera vez en la mañana.

—Que sí pesado, he quedado con ella esta tarde para hacer la reunión.—Dije mientras me tumbaba a su lado en el sofá de nuestro piso.

—Vale.

Pedri se quedó en silencio durante unos minutos, sabía que le pasaba algo, así que decidí preguntarle de una vez por todas.

—¿Qué te pasa?.

—Nada, ¿Por?.—Preguntó mientras jugaba con el anillo que acostumbraba a ponerse sobre su dedo índice.

—Porque llevas toda la mañana raro y porque soy tu hermano, sé perfectamente cuando te pasa algo, así que ya estás tardando en contarme.—Me incliné un poco hacia delante para acercarme más a él.

—Es Alma.—Le miré con un gesto de reproche, ayer le dejé bien claro que necesitaba que esa chica se quedase en el restaurante a toda costa, tenía un nivel impresionante y era justo lo que necesitábamos para poder abrir este verano y que la gente tuviera buenas críticas.

Que no se me malinterprete, amo a mi hermano, quiero que sea feliz por encima de todo, pero digamos que en los últimos años ha estado con muchas chicas, nunca ha tenido una relación seria, no se ha enamorado y algunos de estos encuentros no han acabado precisamente bien, así que perdonadme si insisto en que prefiero que se mantenga alejado de Alma.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora