Capítulo 32

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ALMA

Salí del hotel con los ojos llorosos y con una presión en el pecho que años atrás me prometí no volver a sentir, pero que no he podido evitar.

Si bien llevaba varias semanas queriendo enmascarar lo que sentía por Pedri, aquella noche tras escucharle pronunciar aquellas palabras fue como si me quitase una venda de los ojos y pudiese ver por fin con claridad lo que sentía por él.

Le quería.

Le quería y había estado ocultándomelo a mi misma porque temía que él no sítiese lo mismo.
Temía que él no estuviese en el mismo punto que yo y finalmente así había sido, porque con aquella frase me di cuenta de que tenía claro lo que sentía por él y sin embargo para él fue todo lo contrario, Pedri con aquella frase solo se había dado cuenta de que no sentía lo mismo por mi.

Eran al rededor de las tres de la mañana cuando me subí al autobús que me llevaría de vuelta a Barcelona, tenía los ojos hinchados porque en algún momento de la noche dejé de reprimir mis ganas de llorar y simplemente las había dejado fluir sin control por mi rostro.

Me lo prometí.

Me prometí que no iba a llorar por ningún hombre y me he fallado.

En algún momento de la madrugada me quedé dormida en aquel autobús y desperté cuando el sol empezó a molestarme sobre mi rostro.

Miré la hora en mi móvil, eran casi las 6 de la mañana, estábamos a punto de llegar a la última parada que hacía el autobús en Barcelona así que me preparé para bajar.

Aunque llevaba unas pintas lamentables, hacía un frío insoportable y solo tenía ganas de meterme en mi cama y desaparecer un mes, me desvié del camino habitual hacia mi casa y paré en la pastelería que solía trabajar mi madre.

Volvía a echarla de menos.

Me quedé viendo un buen rato el escaparate, la cadena seguía manteniendo la misma estética que en sus inicios, volvía a sentirme como cuando era una niña y venía a por la merienda después de clase, volví a sentirme pequeñita.

Me arrepentí en seguida de haberme desviado, aquello fue una terrible idea ya que volví a casa aún más triste.

La situación empeoraba por momentos, nada más dejar la mochila en mi habitación vi algunas cosas que Pedri se había dejado en mi casa, un colgante, unas cuantas prendas de ropa que no pude evitar coger entre mis manos y aunque suene triste y patético, sí, solo fui capaz de dormirme abrazando una de sus sudaderas porque olían a él.














FER





Eran las 09:15, Me impacienté mirando el móvil nuevamente, Alma era muy puntual, de normal incluso llegaba entre 15 minutos y media hora antes de la hora acordada, pero Alma no estaba aquí a pesar de haber quedado en vernos a las 09:00.

Aunque quería darle espacio ya que era la primera vez que llegaba tarde, cogí el móvil sin pensármelo mucho y le llamé, en el fondo sabía que algo no andaba del todo bien.


Alma descolgó al tercer tono, su voz sonaba distante y adormilada, me calmé un poco al pensar que solo se había quedado dormida.


LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora