Capítulo 26

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*Parte 2*

PEDRI

Estábamos en el aeropuerto, Alma se acababa de ir en el vuelo anterior, decidimos que lo mejor era que se fuese antes para evitar que viviera en primera persona todo el revuelo que se iba a formar conmigo y con la prensa esperándome para hacerme preguntas.

Y así sucedió, nada más llegar a Barcelona tenía ya un grupo de periodistas esperando a que hiciera alguna declaración.
Normalmente me paraba a firmar algún autógrafo o para hacerme alguna foto, pero esta vez no lo hice, salí con mis manos en los bolsillos de mi pantalón blanco corto y con Fer justo detrás mío frenándoles mientras nos dirigíamos hacia mi coche.

Mientras escuchaba las miles de preguntas que me iban haciendo intenté hacer oídos sordos mientras me quitaba la mochila de mis hombros y entraba al asiento del conductor.

El camino a casa fue complicado, había gente de la prensa siguiéndonos en coches, incluso bajándose en los semáforos para hacerme fotos.

Sé que este era el precio a pagar por ser un privilegiado de vivir haciendo lo que me apasiona, pero a veces es agotador.
Al llegar a casa me sentí como si me faltase algo.
Me tumbé sobre mi cama y saqué el móvil para dejarle un mensaje a mis padres diciéndoles que habíamos llegado bien y para hablarle a Alma.

"¿Qué tal el viaje 🙄".

"Bien pero hice el ridículo 🥺".

"Qué has hecho... 😅".

"Me quedé dormida encima del señor que estaba sentado a mi lado 🥲".

"Bueno eso no es tan grave".

"Le llené de babas el hombro 🫠".

No pude evitar estallar en carcajadas cuando leí su mensaje, sobre todo porque me imaginaba toda la situación.
Sin más le di al botón de la cámara y esperé hasta que contestase.
Alma me recibió con el ruido de su risa atravesando el móvil.

—¿En serio Alma?.—Dije cuando acabamos de reír.

Alma estaba guapísima con el pelo recogido en un moño desecho y con unas gafas que no sabía que llevaba.

—Pedri, tengo una habilidad descomunal para hacer el ridículo, ya deberías de saberlo.—Rió nuevamente.

—La verdad es que no sé ni por qué me sorprendo.—Dije sincero.—Por cierto, ¿Desde cuándo llevas gafas?.—Inquirí.

—Desde siempre pero no me gusta llevarlas.—Se encogió de hombros.—Tengo un poco de miopía pero nada exagerado.

—Pues estás guapísima.—Admití.

—Eres un mentiroso.—Rió.

—No miento, te da un aire a profesora sexy.

—A lo mejor me las pongo algún día para ir a verte y te llevas una alegría.—Rió.

—¿Harías eso?.

—Pues claro que no, odio como me quedan las gafas, pero me encanta jugar con tus sentimientos.—Me contagió la risa.

—Supongo que me lo merezco.—Dije con aire melancólico.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora