Capítulo 29

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*Nota de autora* 

Siento muchísimo no haber podido publicar en toda la semana, he tenido un bloqueo con este capítulo, lo habré reescrito unas 200 veces porque no me gustaba nada de lo que escribía, finalmente este ha sido el resultado, espero que os guste mucho y que podáis dejarme algún comentario, ¡os leo siempre!. Y ahora sí... Disfrutad.





VALENTINA


Mientras avanzábamos por los pasillos que nos dirigían hacia los vestuarios mi pulso seguía igual o más acelerado que cuando finalizó el partido. Seguro que se debía a el miedo que tenía de que nos viese alguien, sabía de sobra que no debíamos de estar allí, sabía que los jugadores tenían prohibido que entrase nadie ajeno al equipo técnico a los vestuarios, sin embargo me dejé llevar. 

Sobre todo porque íbamos acompañadas por el mismo miembro del staff que nos había acompañado a nuestro sitio y porque iba con Alma cogida de la mano y eso me aportaba un poco de calma, aunque a quien quiero engañar, Pedri le había dicho que íbamos a conocer a algunos de los jugadores y teniendo en cuenta de que soy Culer desde que di mis primeros pasos en este mundo, pues estaba claramente al borde del colapso.

–Alma creo que voy a vomitar.–Dije en cuanto estuvimos delante de la puerta que nos separaba de los vestuarios.

Alma abrió los ojos como platos y me instó a calmarme, pero tenía la tripa encogida en un nudo difícil de deshacer.

Cuando noté que no podía más, le solté la mano y salí disparada hacia una puerta que teníamos a escasos metros de nosotras con un logo que ponía ''WC''.

Entré corriendo tan rápido como pude, veía un poco borroso, noté que me chocaba con alguien, pero no vi quien era, escuché que se quejaba y gritaba cosas a las que no pude prestar atención ya que abrí la primera puerta que encontré y empecé a vomitar inclinada sobre el váter.

Bien, es hora de comentar un par de cosas muy importantes:

1. Odiaba vomitar más que nada en la vida, me daba un asco tremendo y por ende acababa en un bucle infinito de arcadas.

2.Odiaba aún más que me viesen hacerlo.

3.Justo cuando pensaba que la situación no podía empeorar más, la vida viene a dejarme claro que siempre se pude ir a peor.

Al salir del pequeño cubículo me dirigí hasta el lavabo y abrí el grifo con la intención de aclararme un poco la cara, me percaté en que no estaba sola, para nada sola.

A mi lado estaba un chico limpiándose la camiseta con agua y maldiciendo por lo bajo, su voz me resultó familiar, aunque estaba aún un poco aturdida por el mareo y por el malestar en general.

–¡Genial, la mancha no va a salir en la puta vida!.–Se quejó irritado mientras se mantenía dándome la espalda.

–Lo siento.–Susurré al ser consciente de que la que le había manchado la camiseta era yo cuando entré corriendo.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora