Capítulo 33

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PARTE 2- LA LESIÓN

ALMA

Cuando colgué el teléfono volví a dirigirme a la consulta donde Pedri seguía tumbado en la camilla con ambas piernas estiradas.

Me quede de pie a su lado sin decir nada.
Aunque no pude reprimir mis impulsos y me acerqué a acariciarle el pelo con cuidado.
Pedri cerró sus ojos y soltó un largo suspiro.

—Todo va a ir bien.—Le afirmé, aunque no tenía ni idea de si así sería.

Pedri asintió sin abrir sus ojos mientras seguía disfrutando de mis caricias en su pelo.

—Lo siento.—Pronunció.

Sabía a qué se estaba refiriendo, pero no creía oportuno tener esta conversación aquí y ahora con la magnitud de lo que estaba pasando.

La presencia del médico me salvó de tener que darle una respuesta.

Le hicieron una infinidad de pruebas y aunque le pedí a Pedri salir de allí y dejarle a solas con el médico, él se negó por completo y me retuvo en aquella sala sin prácticamente dejar de sostener mi mano.

Finalmente el diagnóstico fue una lesión en el recto anterior del muslo derecho.
Según el médico, no es tan grave como parecía en el terreno de juego, pero sí que requería bastante reposo y más adelante tendría que ir a rehabilitación muy seguido.

—¿De cuánto tiempo puede ser la baja?.—Preguntó preocupado.

—Depende, podrías estar entre 2-3 semanas o incluso meses Pedri, hay que ver cómo se va regenerando el músculo.—le dijo serio el médico.

Pedri asintió cabizbajo por la noticia y me miró poco después de que este se hubiese marchado de la sala.

—Tengo que quedarme a hablar con Xavi cuando acabe el partido, puedes irte si quieres...

Pero sabía que no quería que me fuese.
Y yo tampoco quería hacerlo.

—¿Quieres que me vaya?.—Pregunté aún así.

Pedri negó con su cabeza como respuesta.

—Pues mejor, porque no quería irme.—Admití sincera.

Pedri me dedicó una sonrisa triste.
Supe en ese mismo instante que no quería volver a verle triste jamás en la vida.

Pedri podía caminar aunque muy despacio, el médico le había dado unos calmantes bastante fuertes, por lo cual no podría conducir, así que le dejé un mensaje a Fer poniéndole al día de todo lo que había dicho el médico y le pedí que viniese a recoger a su hermano dentro de un rato.

Juntos fuimos andando por el pasillo hasta llegar a una pequeña sala donde tenían pantallas y se podía ver el partido en directo, aunque estaban ya a pocos minutos de finalizar, al parecer todo quedaría en un empate 2-2.

Pedri esperó unos minutos más allí conmigo en pleno silencio, le sostuve entre mis brazos con su cabeza apoyada en mi pecho y la pierna lesionada completamente estirada.
En cuanto empezamos a escuchar voces desde fuera de la sala, Pedri se puso en pie con cuidado y me tendió una mano para que le acompañase fuera.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora