Capítulo 37

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LA INAUGURACIÓN: PARTE 1

ALMA

—Estoy muy nerviosa, Fer, no sé si es buena idea...—Dije a través del teléfono mientras me colocaba los pendientes con las manos temblorosas.

Como hoy era el día de la inauguración del restaurante y habría mucha gente pendiente de los hermanos González, había decidido arreglarme en mi piso en lugar de su casa, sabíamos que habría mucha prensa por los acuerdos con algunas marcas que había conseguido Pedri, así que decidimos ser cautelosos.

–Alma, lo vas a hacer genial, tan solo te harán unas cuantas preguntas a cerca del restaurante, la carta y algunas cosas sobre nosotros.

–Precisamente eso es lo que me da miedo, que me pregunten cosas sobre vosotros y no sepa responder...–Me agaché a colocarme bien la sandalia de tacón que había elegido para aquella noche, honestamente me gustaba verme guapa y arreglada, pero tampoco era de ponerme cosas tan elegantes, pero aquella noche era distinta, habrían miles de cámaras fotografiando todo, así que decidí ponerme un vestido negro con escote cuadrado y unas sandalias a juego con tacón bajo, así al menos no estaba fuera de mi zona de confort.

–¿Estás hablando con ella?.–Escuché la voz de Pedri al otro lado del teléfono.

–Sí, y dice que está super nerviosa.

–¿Me la pasas?.–Su hermano debió de cederle el móvil porque escuché un leve ruido seguido de la voz del canario que me había puesto en esta situación.

–Alma.

–La misma, por desgracia.–Suspiré nerviosa y recibí una risa por parte de Pedri.

–Cariño, escúchame.–Solté otro suspiro y decidí escucharle.–Si no quieres, no tienes por qué hacerlo, pero recuerda que no vas a estar a solas, Fer y yo vamos a estar contigo, ambos, uno a cada lado, no te dejaremos sola en ningún instante ni te dejaremos responder preguntas incómodas, no tengo ni la más mínima duda de que lo harás genial Alma, se van a enamorar de ti, créeme.

–¿Me lo prometes?.

–¿El qué?.

–Que no me vas a dejar sola.

–Jamás vas a estarlo mientras estemos juntos.

Sonreí aunque no pudiese verme.

El timbre de casa sonó y fui corriendo con el teléfono aún entre mis manos.

–Espera, alguien ha llamado al timbre.–Le dije al teléfono.

''¿Alma Díaz?'' Preguntaron por el telefonillo del edificio.

''Sí''.

''Le traigo un Pedido''.

Abrí la puerta con sigilo, no recuerdo haber pedido nada.

–Aquí tiene.–Me sonrió el repartidor antes de tenderme un ramo de tulipanes rosas y blancos.

Cogí la tarjeta que sobresalía de uno de los bordes del ramo y la leí en voz alta inconscientemente.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora