Capítulo 21

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PEDRI


Me quedé unos segundos mirando a Alma que dormía plácidamente.

Así dormida parecía incluso inofensiva, todo lo contrario a lo que me había demostrado la noche anterior, solo de recordarlo se me ponía la piel de gallina.

Cogí el móvil para comprobar la hora, a penas eran las 8:30, hoy el día lo teníamos bastante libre, solo teníamos que ir a un par de restaurantes más de nuestra lista y que Alma siguiera tomando notas.
Era martes, aún nos quedaban un par de días a solas hasta que volviese Fer.
De solo pensarlo me invadió ese sentimiento de culpa con el que empezaba a vivir.

Alma debió de darse cuenta de que me había despertado porque sin previo aviso se removió en la cama y abrió los ojos para encontrarse finalmente con los míos.

—Buenos días.—Musitó.

—Buenos días.—Respondí mientras ella se acercaba más a mi y ponía su mejilla en contacto con mi torso desnudo nuevamente.

Me quedé inmóvil ante su tacto y me tensé un poco.
Seguía bastante confundido con todo esto.
¿Qué estábamos haciendo?.

—Te pasa algo.—Afirmó volviendo a separarse de mi y apoyando esta vez su espalda contra la almohada como lo hacía yo.

No me miraba a los ojos esta vez, miraba a un punto fijo en la pared del fondo.
No me pasó desapercibido que se había tapado más el cuerpo con las sábanas, evitando así que a penas pudiese distinguir sus clavículas y su cuello desnudo.

Me asustó la seguridad con la que afirmó que me pasaba algo, como si estuviese aún dentro de mi, como si supiese todo lo que me atormentaba.
Me asustaba que alguien que no fuese de mi familia pudiera conocerme tan bien.

—¿Te arrepientes, es eso?.—Su pregunta fue como pegarse un disparo directo al corazón.
Pues claro que no me arrepentía, había sido el mejor sexo de mi vida y mira que he tenido encuentros...
Así que no, no me arrepentía de haberlo hecho en sí, sino en haber dejado que todo esto se me escape de las manos.

No dijo nada más, simplemente puso su mano encima de la mía cubriéndola por completo y haciendo que su tacto me estremeciera y que girase rápidamente mi cabeza en su dirección.

Alma estaba preocupada.
Lo podía ver en su mirada, en como arrugaba levemente su frente y en como se mordía el labio.

Me sentí el peor ser humano de la faz de la tierra por ocultarle una parte de mi y por ser el causante de que estuviera en mi cama aún desnuda y pensando que me arrepentía de lo de anoche.

Solté un sonoro suspiro y me armé de valor, en realidad me costaba bastante hablar de mis sentimientos, con Alma había sido medianamente fácil mostrarme transparente en ciertos momentos, pero me aterraba hablar claro, eso no se podía ocultar.

—Alma, no me arrepiento de lo que hicimos anoche.—Dije serio, inmediatamente vi como sus hombros liberaban tensión considerablemente, como si le quitase un peso de encima, aunque sus otros gestos seguían exactamente igual.

—¿Entonces que pasa?.—Se removió en la cama para posarse delante mío y obligarme así a que la mirase a los ojos.

Nuestras manos seguían entrelazadas, ambos seguíamos desnudos, cubiertos tan sólo por una sábana blanca que hacía de barrera entre ambos.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora