Capítulo 4

7.6K 297 23
                                    

Alma

Fer empezó a contarnos cómo iban a evolucionar las próximas semanas, como iban a proceder los de la constructora y cuáles eran los puntos que más importancia tenían para tratar antes de la apertura.

He de reconocer que en algún momento de la conversación no entendía bien que hacía ahí, se suponía que yo iba a formar parte del staff de cocina.

—Fer, perdona que te interrumpa, pero no entiendo bien dónde entro yo en todo este planning.—Dije honesta, a lo que Pedro soltó una pequeña risa.

—A eso iba ahora, nos falta elaborar todo el menú, tú tienes ideas buenísimas, pero también sé que no has estado nunca en Canarias, concretamente en Tenerife.

Fruncí el ceño, no sabía muy bien a dónde quería llegar.

—Queremos llevarte a Tenerife, en concreto a hacer una ruta por los restaurantes y bares que más nos han inspirado.—Dijo Pedro haciendo que disipara mis dudas.

—Por supuesto, todos los gastos corren a nuestro cargo, queríamos ir dos semanas completas, ir elaborando los platos y que los cocinemos y hagamos una degustación con todo lo que se nos ocurra, en esas semanas deberían acabar algunas cosas aquí de la cocina, así al regresar nos pondríamos ya manos a la obra con lo que nos falte.—Dijo Fer.

Me quedé pensativa unos minutos, ¿Ir yo a Canarias?, bueno, tampoco había mucho que sopesar, me pagaban todo y era una experiencia que enriquecería mis conocimientos culinarios.

—¿Cuándo nos vamos?.—Pregunté, los hermanos se dedicaron una mirada y sonrieron satisfechos ante mi pregunta.

—Si estás de acuerdo con todo, en dos días estamos allí.—Dijo Pedro.

—¿Es un sí?.—Dijo Fer.

—¡Pues claro, ¿cómo voy a decir que no a un viaje a la isla muchacho?!.—dije más emocionada de lo que me esperaba.

Tanto Fer como Pedro estaban tan alegres que parecía que se les fuese a salir la sonrisa de la cara.

Acabamos la reunión con la firma de mi contrato, Fer me dijo que haría un grupo de whatsapp donde estuviéramos los tres para que fuese un poco más sencillo comunicarnos sobre las cosas del viaje y ultimar detalles.

—Hasta dentro de dos días pues.—Exclamó Fer antes de contestar a una llamada desde su móvil.

—Te acompaño a la puerta.—Dijo Pedro mientras abría la puerta del despacho y hacía un gesto para que saliese yo primero.

Cuando llegamos a la entrada donde nos conocimos ayer me detuve y me giré para despedirme de él.

—Esta vez no he estado a punto de morir.—dije divertida señalando el cartel de suelo mojado que descansaba a pocos centímetros de nosotros.
Pedro soltó una carcajada antes de responderme.

—Le dije a mi hermano que habrá que hacer algo con el suelo de la entrada, no nos podemos permitir que chicas guapas se vayan cayendo por todo el restaurante, no daríamos a basto.—dijo sin quitar la sonrisa de su rostro.
Noté como me sonrojaba por su comentario.

—Menos mal que la que casi se mata ayer no era guapa entonces.—Dije refiriéndome a mi misma.

—Pues yo creo que lo era bastante.—Me paralicé un segundo ante su comentario.

—¿Probaste los platos que traje a la cata?.—Pregunté cambiando de tema.

—Por supuesto.

— ¿Y qué opinas?.

—Estaban increíblemente buenos, aunque elegir croquetas como entrante teniendo a mi madre como jueza ha sido una idea arriesgada.—Rió.

—Me gustan los desafíos.—Dije, aunque reconozco que el tono en el que dije aquella frase fue un poco más directo de lo que pretendía.

—Puede que a mí también me gusten.—Respondió, y ya no estoy tan segura de si seguíamos hablando de comida.

Sentí que un poco de calor recorrer mi cuerpo por completo, aunque decidí ignorarlo.

—Gracias por la conversación Pedro, pero ya tengo que irme.—Mentí.

Lo cierto es que no tenía absolutamente nada que hacer, pero sentía que si me quedaba un segundo más con él la situación se me escaparía de las manos.

Pedro se acercó bastante a mi, tanto que volvía a sentir su colonia invadirme por completa, no dejo de mirarme directamente a los ojos mientras mantenía esa media sonrisa que le caracterizaba.
Me quedé unos segundos embobada sin poder apartarme de él y sin poder deshacer el contacto visual.

Escuché un pequeño ruido a mis espaldas y una corriente de aire frío que se interpuso entre los escasos centímetros que nos separaban al uno del otro, haciendo así que me percatase de que lo que había hecho era abrir la puerta.
Recobré la compostura e impuse más distancia entre ambos.

—Gracias por todo.—Carraspeé, de repente sentía la boca seca.

—Hasta el viernes Alma.—Metió las manos en los bolsillos de su pantalón y adoptó un gesto relajado y medianamente divertido.

—Hasta el viernes Pedro.—Dí media vuelta y me aleje de allí con la sensación de que el oxígeno que respiraba ahora mismo no era suficiente para abastecerme.

LA ISLA- PEDRI GONZÁLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora