⚔️➼ 2 ⚔ ᴏʀɢᴜʟʟᴏ ʏ ᴘᴇꜱᴀʀ

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Como los dos astros que eran, el Sol persiguió a su Luna en el eterno ciclo del día y la noche que tanto teñían el cielo con colores claros y oscuros, cerniéndose sobre la Tierra en un espiral sin retorno. Así, la luz de la mañana nació en el horizonte, figurando a los habitantes de las calles de Musutafu a salir de sus casas para vivir sus vidas; ya fueran livianas o pesadas.

El año había transcurrido a gran velocidad para Draco Levante. Tanto que durante esa misma mañana se daría el lujo de participar en los exámenes teóricos y prácticos que le permitirían asistir oficialmente a UA. El joven escamado mentiría si dijera que no se encontraba nervioso y descolocado de su sitio. Prácticamente, su futuro estaba en juego y no tendría una segunda oportunidad real más allá de realizar otra prueba en cualquier otra preparatoria de héroes. Pero UA era diferente a las demás. Se trataba de uno de los pocos centros de formación de héroes de los que salían innumerables figuras famosas por cada corto intervalo de tiempo en todo el mundo. Valiera la redundancia o no, ninguna otra institución podía fardar de ello.

Un fracaso por su parte sería algo imperdonable. Viniendo tanto de las perspectivas ajenas, como de las propias. No se permitiría fallar el examen por nada del mundo. Pero si incluso necesitaba hundir a alguien, tampoco lo haría. Los consejos que su padre le hendió irían en contra de sus acciones, y desde luego que para él esos ideales no eran un juego del que burlarse.

Por eso, cuando el joven rebuscó entre sus armarios y enlistó la ropa que vestiría durante las próximas horas —la más apropiada que podía, si cabía esa posibilidad—, no demoró demasiado en decidirse, optando por lucir una camiseta blanca por dentro, un suéter azul cobalto por fuera, pantalones de chándal azabaches, el parche cubriendo su ojo derecho, y zapatillas deportivas de la marca de Endeavor. Cualquiera diría que ocupaba un equipo excesivamente caluroso a la hora de hacer deporte, pero Draco requería de esa clase de atuendos para aguantar el frío del exterior, al menos hasta que se encendiera después de los estiramientos. De ese punto en adelante, sus escamas se elevarían de sobre manera por culpa del calor interno, así que, de todas formas, se vería obligado a tirar el suéter para no chamuscarlo accidentalmente. Y confiaba en que los pantalones también aguantaran lo suficiente su temperatura corporal...

Para terminar con el conjunto, amarró a su cintura un cinturón de cuero del que dejó colgando dos largas fundas de diferentes colores. A continuación, tomó de sus estantes sus dos hojas preferidas de la vasta colección de armas que adornaban parte de las paredes de su cuarto. La primera de ellas siendo la que su padre llamó como Una, una ropera de un filo de plata tan hermoso como la luz de la Luna. Dicha cuchilla no merecía tener un nombre, al menos, no hasta cumplir con su cometido, pues al ser heredada a sus propias manos desde las de su padre, Draco sentía la responsabilidad de llevarla en todo momento como un recuerdo más que como un arma que nombrar. Y, por otro lado, la segunda espada fue Ventisca. Una katana de aspecto curvado y con un filo impregnado en un profundo azul cian como pocos sables eran capaces de fardar, teniendo una larga empuñadura que era envuelta en fajines de color ónix. Al contrario que ropera, Ventisca era la espada que el asesino abandonó tiempo atrás en su jardín. Estuvo a punto de ser adquirida por la policía cuando llegaron tarde a los hechos, y cada vez que Draco la blandía con afán de usarla, percibía un gélido aliento recorriendo sus nervios, como si el arma en conjunto tuviera vida propia e intentará repelerlo a conciencia mandando señales de frío a sus vasos sanguíneos.

ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀ ʟᴀ ʟᴜᴢ《☀️ʙɴʜᴀ ᴏᴄ☀️》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora