🐉 Г ᴠᴏʟᴜᴍᴇɴ 1: ʟᴀ ꜱᴀɢᴀ ᴅᴇʟ ᴅʀᴀɢÓɴ ᴅᴇ ʟᴜᴢ
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《¡Algún día volaré como ella!》
Г Durante la eterna noche, una gélida presencia asoló a la familia de Draco Levante. Unas agudas cuchillas se bañaron en la sangre de alguien importante para él.
《T...
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Los focos de los techos se atenuaron ante la presión inminente de un instinto de peligro. Draco desconocía la situación del resto de sus compañeros de clase —con los que no se había encontrado al menos—, pero tenía la certeza de que la gran mayoría de ellos se encontraban bien. Ya los había visto actuar y desenvolverse con seguridad en el ensayo de batallas. Solo sentía cierta preocupación por algunos de estos: como lo eran Izuku o Koji; que desde luego eran tímidos o, directamente, todavía les faltaba un largo camino por recorrer para poder adaptar sus quirks a este tipo de escenarios, como en el que andaban metidos. Esperaba que estuvieran acompañados de buenos compañeros, porque Draco no estaba dispuesto a perder tiempo buscándolos; dado que sí acababa con la amenaza antes y obligaba a los villanos a retirarse, sería parecido a salvarles el pellejo.
Apretó el paso sobre el extenso y mullido sendero de gravilla beige, dirigiéndose hacia en centro del USJ. Visto lo visto, quedaba bastante lejos. Le tomaría un rato llegar allí, incluyendo al problema que, al haber tantas empinadas formaciones rocosas en medio, se le hacía imposible atisbar lo que ocurría a las afueras de dicha zona. Y eso que no contó con el muro. Aunque sería un soplido de aire fresco saber que todo había terminado y que los villanos del centro se habían ido por cuenta propia.
Pero no. Nada era tan fácil como cumplir un deseo tan conveniente.
O, al menos, eso pensaba Draco desde pequeño, porque la esperanza podía manifestarse de muchas formas.
—¡NO OS PREOCUPEIS! ¡¿POR QUÉ?! ¡PORQUE YO ESTOY AQUÍ! —La muy reconocida y madura voz de All Might retumbó desde las puertas del USJ, llenando de osadía los corazones de los menos afortunados y alegrando sus rostros ante una prueba real de su posible supervivencia. Menos de medio segundo tras su declaración, un maremoto blanco arrasó todo a su paso, junto a los rogantes gritos de los cientos de villanos esparcidos a lo lejos de las laderas o picos de tierra. Pedían una ayuda que nunca jamás llegaría ya que, principalmente, era All Might quien había venido a ayudar a sus alumnos, y no otros.
Sin embargo, la mente de Draco desordenó los acontecimientos a su antojo y, precipitadamente, concluyó: ¡Mierda, los derrotará antes de que yo los interrogue! ¡Debo darme prisa! Marchó, conteniendo una gota de sudor en su frente al recordar una época lejana a la actual: una época lejana y llena de dudas sobre su propia moral.
El día que Draco cumplió 12 años, fue el peor cumpleaños de su vida. Él nunca antes había estado tan solo y descontento como lo estuvo en aquella ocasión; ni siquiera su tía pudo celebrarlo correctamente dado que tenía un kata grupal de suma importancia que realizar y, por consiguiente, debía llevar a sus alumnos estrictamente consigo para concederles todo su apoyo ético. Entonces, sin mayor remedio, Draco los había acompañado, sin torcer su rostro o ladear su cabeza a los lados. Tenía un semblante tan plano como una hoja de papel. Tan vacío como un roble caído. Y cuando el kata finalizó, las madres llegaron y coronaron a sus hijos con tiernos abrazos de prosperidad. De mientras Draco solo miraba desde lo lejos, sin nada interesante que hacer o decir. No tenía madre; así que, ¿qué más daba? ¿Qué ganaba mirando con celos aquellos gestos si, simplemente, su mente rechazaba la idea de haber tenido alguna vez una madre con la que encariñarse, jugar o compartir una afición en particular?
