⚔️➼ ɪɴᴛᴇʀʟᴜᴅɪᴏ 2 ⚔ ꜱᴀɴᴛᴏ Y ᴘᴇɴɪᴛᴇɴᴛᴇ

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⚔️《〡☀️ʜᴀᴄᴇ ᴅɪᴇᴄɪꜱÉɪꜱ ᴀÑᴏꜱ☀️〡》⚔️

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—¿Qué me estás queriendo decir, doctor? ¿Es acaso una especie de broma? —preguntó Juan Levante, profundamente irritado.

En aquella sala en la que se encontraban, de colores claros y cristalinos, había todo tipo de artilugios médicos; desde pulsadores, fármacos y medicamentos, hasta maquinaria cardiaca o respiratoria. A un lado de esos cachivaches, un hermoso bebé de cabello cálido y ardiente como las llamas de una hoguera se complacía gustosamente durmiendo envuelto entre las cómodas sábanas blancas que las enfermeras del Hospital Virgen de la Salud les habían ofrecido a ambos, padre e hijo, tapando las bellas escamas que poblaban la piel del dragoncito recién nacido que carecía de alas a su espalda. Por otra parte, el hombre que tenía justo enfrente, al otro lado de la mesa, vestía una monótona bata médica y unos relucientes anteojos dorados que utilizaba para examinarlo a profundidad de arriba abajo; además, unos rasgos toscos arrugaban su recia piel, desde la calva hasta por encima de la barba que caía por su cuello en una trenza tan rizada que emulaba la textura amarronada de un ébano apenas brotaba de la tierra.

Estupefacto, Juan Levante se removió con inquietud sobre su aislado asiento mientras deslizaba las manos por la deshilachada tela de su abrigo, hecho jirones. Y, a decir verdad, por mucho que le doliera admitirlo en alto, se sentía completamente frustrado y asolado por la desazón de ver como la mujer que se había tornado inseparable para él se perdía para siempre en la lóbrega oscuridad de la muerte; una terrible tragedia, insólita o desesperante para cualquiera que la encarnara.

Rebosando impaciencia a raudales, examinó de nuevo la hoja que contenía los resultados del chequeo que le hicieron a su hijo, todavía sin dar crédito a lo que allí estaba impreso.

—No es ninguna broma, señor Levante. —El doctor negó todo atisbo de humor al verbalizar monótonamente aquella última oración. Luego le pidió de manera expresa que le tendiera los resultados, y Juan Levante aceptó gustosamente, sin saber qué decir a cambio—. Tu hijo es un caso ciertamente especial..., muy especial, de hecho. Aunque, ahora que lo pienso, podría decir lo mismo de cualquier bebé que nazca con un quirk que funcione de forma parecida a esa condición que él tiene; después de todo, el quimerismo no es para nada algo común. —Comenzó a apilar los resultados encima de la mesa, mientras tosía ligeramente para aclarar su anciana garganta—. Ni siquiera entre toda la población mundial...

—No, no me refería a eso. Quiero decir: ¿cómo es posible que nadie se haya dado cuenta hasta ahora? —interrogó, levantando la barbilla con un escrutinio indirecto—. ¿Qué ha pasado exactamente, doctor?

—Bueno, para ser sincero, hace unos meses os advertimos acerca de unos extraños movimientos en el útero de la señorita Ryma, pero ni siquiera llegamos a tener en cuenta la opción de que dos cigotos pudieron haberse fundido en uno solo tras la fecundación. —El doctor se rascó la frente con auge, despejando su cabeza de cualquier tipo de imagen mental que fuera indecorosa. Negó con un gesto de manos—. De todas formas, olvídalo. No debes preocuparte demasiado, sólo échale un buen vistazo de vez en cuando y listo.

ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀ ʟᴀ ʟᴜᴢ《☀️ʙɴʜᴀ ᴏᴄ☀️》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora