🐉 Г ᴠᴏʟᴜᴍᴇɴ 1: ʟᴀ ꜱᴀɢᴀ ᴅᴇʟ ᴅʀᴀɢÓɴ ᴅᴇ ʟᴜᴢ
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《¡Algún día volaré como ella!》
Г Durante la eterna noche, una gélida presencia asoló a la familia de Draco Levante. Unas agudas cuchillas se bañaron en la sangre de alguien importante para él.
《T...
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La estampida de alumnos estremeció la pista de obstáculos y, en cuanto el semáforo marcó luz verde, nuevos cohetes se estamparon en el cielo, estallando así en una vorágine de colores fugaces que inundó el estadio y que opacó al berrido del público. Deseosos por lo que iba a suceder, insistieron dando sus ánimos a los favoritos de la competencia: la clase 1-A.
Para desgracia de muchos, una pila de jóvenes taponó la salida del circuito a los pocos segundos de empezar, y la inmensa mayoría fueron directamente afectados al quedarse atascados en las fortificadas puertas del inicio, antes de siquiera poder empezar a correr. Draco se mantenía a la cola de la turba, alejado, meditando sus opciones y sus posibilidades ahora que sus compañeros de clase seguramente habían tomado la delantera y comenzaban a sumar distancia con su posición actual. Se rascó la barbilla, observando el panorama, y esperando impacientemente hallar un hueco por el cual colarse sin apuros, ya que introducirse a ciegas en medio de tal barullo le causaría más dolores de cabeza innecesarios, además de restarle tiempo.
Había estado semanas enteras entrenando duramente con Sakura, con el fin de hallar la victoria, pero la preocupación lo invadió al percatarse que sus penas tal vez no fueron los suficientes: sus escamas le heredaron una resistencia alta a los golpes, sin embargo, apenas tuvo tiempo a pulir los músculos de sus piernas saliendo a correr. Y cuatro kilómetros en una carrera contrarreloj llena de obstáculos eran bastantes. Obviaba decir que Draco tendría que apañárselas para regular su ritmo en distintos tramos de la carrera, si no quería permitir que sus energías se ablandaran a medida que avanzaba por el recorrido, dado que todavía existían otros dos eventos en la competición y necesitaba ahorrar batería.
Una vez la marabunta rehuyó y los estudiantes finalmente fueron empujados hacia enfrente, revisó la brecha más óptima con detenimiento. Así que, sin esperar de nuevo una misiva, Draco exhaló e inhaló hondamente, se aproximó rápidamente hacia toda aquella maraña de alumnos y, cuando contempló de primera mano como una estela de hielo era conjurada desde el otro extremo del túnel y el suelo se congelaba gradualmente a su paso, uniendo de tal forma las piernas de los jóvenes entre los picos acristalados que iban proyectándose quedamente, saltó a la acción.
Su ceño se hallaba arrugado nada más pisoteó la ancha espalda de un chico inocente que acababa de resbalar en el hielo, y la atmósfera se sumió oscura ante la poca iluminación que habitaba en aquel túnel andrajoso y copioso.
—¡Apártate de encima, imbécil! —gimió el joven, y Draco recibió la respuesta con una sonrisa arrogante. Su barbilla permanecía más alta que cualquier otra, lo cual realzaba su presencia y la enardecía como la más austera y poderosa.
Dicho y hecho brincó de nuevo, se propulsó con inercia y fue pisoteando las cabezas de muchos otros estudiantes, a cada cual se topaba con su camino, hasta que logró acortar distancias y aproximarse a la luz que se filtraba apostada desde la otra estrecha ventana del túnel. Y siguió avanzando sin mirar atrás, entre hombros y cabezas, en pos del futuro que le amparaba justo delante, mientras su sonrisa se ensanchaba con las quejas que venían de parte de los muchachos que iba aplastando en su camino.
