Capítulo 15.

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Qué había hecho bien para tener de acompañante a una diosa griega, seguía siendo un misterio para Julian

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Qué había hecho bien para tener de acompañante a una diosa griega, seguía siendo un misterio para Julian. Pero ese intrigante enigma se convirtió en un inesperado placer al percatarse de como la mirada de varios invitados se detenía para admirar a Wren.

El vestido de satén lila le había caído como un guante. El cabello semirrecogido y el escote en uve, bastante pronunciado, dejaron los hombros al descubierto y un sencillo dije de diamantes adornó su pecho, a juego con los pendientes.

―Es demasiado, ¿verdad? Sabía que Olive iba a excederse en algún momento.

Se detuvieron en el arco de la entrada del salón de baile, adornado con las mismas flores de la capilla. El número de invitados se redujo drásticamente; solo habían sido invitados los amigos y familiares de los novios. La música movida, contrapuesta a las piezas clásicas interpretadas por una orquesta como se esperaría dada la ocasión, retumbó por la amplia habitación gracia a sus excesivos techos altos. Julian la miró de reojo y se preguntó si a Wren le gustaba bailar. Se percató de que había muchos detalles que no conocía sobre ella. Pero también habían, digamos, «secretos» que no le había dicho sobre sí mismo. Como el hecho de que, si no se hubiese levantado de la cama para preparar una rápida merienda, sus niveles de azúcar le habrían provocado un desmayo sin lugar a dudas. No sería la primera vez.

―Olive tiene un gusto exquisito para el buen vestir. Estás perfecta ―lo último se lo dijo bastante cerca del oído. Julian sonrió al percibir su estremecimiento.

―¿Qué color ha escogido para mí, rosa? Ya me dijo una vez que es su favorito.

―No, ella está vestida de rosa. El tuyo es lila.

―Similar al rosa, ¿no?

Julian se echó a reír al descubrir su tono burlón.

―No recuerdo bien el lila ―comentó con aire ausente. Al detallarla por completo, Wren miraba con atención a los invitados, intentando descifrar algo―. Lo siento ―musitó. A Julian le costó entender esas dos palabras.

―No te preocupes, son personas de confianza. No harán que te sientas incómoda.

―No es por eso. Bueno, también... Es por preguntar tanto por los colores. Sé que es molesto.

Julian negó de manera enfática.

―No me molesta. ―Wren debió percatarse de que la mirada de Julian estaba fija en ella, porque acabó devolviéndosela poco después. La sonrisa de Julian se amplió. Entrelazó sus manos y le dio un suave y reconfortante apretón―. Tampoco debería molestarte. Siempre que quieras, puedes ver los colores a través de mis ojos. Después de todo, solo son para ti.

Julian nunca la había visto batir las pestañas tan lentamente, pero se dio cuenta de que se quedó como un tonto mientras estudiaba hasta el más mínimo cambio en su rostro, y eso que se la vivía examinándola. De verdad que no tenía remedio. Tanto viajar, tantos embrollos con otras mujeres y tantas penurias para acabar dándose cuenta de que venía deseando ―y queriendo― a la chica de Ecclestoun. ¿Qué idiota quedaba prendado para siempre de una persona que solo vio una vez?

Royal Affair (Serie Herederos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora