Capítulo 30.

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Wren esperó en el vestíbulo a que una de las empleadas le avisara a lord Arathorn de su visita

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Wren esperó en el vestíbulo a que una de las empleadas le avisara a lord Arathorn de su visita. Entretanto, sus manos sudorosas recorrieron la falda amarilla ―según le había asegurado Julian antes de que la despidiera en la entrada del club donde los guardias de su padre la esperaban para llevarla a la residencia de los Stanhope― mientras se cuestionaba si había escogido la vestimenta apropiada. Tal vez debió ponerse otros tacones que no fueran los negros o, en lugar de recogerse el pelo en un intrincado moño, debió dejarlo suelto. ¿Cómo se supone que debía arreglarse para una de las conversaciones más importantes de su vida? ¿Y a quién demonios quería impresionar viéndose fresca, aunque elegante? Qué tontería.

Se distrajo tanto dándole vueltas a los anillos de sus dedos que no escuchó el taconeo al acercarse.

―Te ves encantadora.

Lady Arathorn, la esposa de Robert, se asomó por uno de los corredores y le sonrió con evidente nerviosismo. Llevaba puesto un vestido de mangas largas, demasiado veraniego para la mitad de otoño, pero que aun así le quedaba de maravilla. El escote acentuó el cuello de cisne, una característica que, indudablemente, había heredado Brianna.

―Soy Amanda. Tú debes ser Wren, ¿no es así?

La amabilidad de su voz puso nerviosa a Wren.

―Sí ―titubeó, no muy segura de lo que debería decir―. Disculpe si la estoy importunando con mi visita.

―Por supuesto que no. Yo, de hecho... ―Suspiró largo y tendido y se acercó a ella, despacio―. Sé que has venido a tomar el té con Robert, y no quiero revolucionar tus ideas con mis palabras, pero si alguien conoce bien a ese hombre soy yo. Robert no supo de ti hasta hace muy poco tiempo y fui a la primera persona que le confesó la verdad.

―¿Le molesta? ―preguntó de golpe, sin ser capaz de amarrarse la lengua―. Es una situación tan incómoda para todos y...

―No... ¡No! ―Se apresuró a decir y, una vez más, acortó la distancia―. No me molesta en absoluto que estés aquí ni que hayas venido a hablar con él. Robert ha deseado esta conversación desde que supo que tú existías.

Una mano invisible apretó el corazón de Wren, pero intentó no alimentar sus esperanzas. El resultado de la conversación dependía de demasiados factores e intentaba con todas sus fuerzas que el raciocinio fuera el principal.

―Sé lo que Brianna te hizo y te pido disculpas. ―-Amanda apartó la mirada y se miró las manos. Cuando volvió a sus ojos, Wren notó la incomodidad en ellos―-. Es evidente que Robert y yo fallamos en algo.

Wren se removió incómoda en su lugar.

―En realidad, solo quería decirte que no me molesta que estés aquí y que eres bienvenida. ―Wren empuñó las manos, confundida por su comportamiento―. Lo siento. Te estoy incomodando, ¿verdad?

―¿Usted a mí? ―Finalmente, Wren relajó las manos y le ofreció una sonrisa sincera―. No es lo que esperaba, ¿sabe? Una parte de mí temía que mi presencia le causara descontento.

Royal Affair (Serie Herederos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora