Ella está llena de secretos; él quiere conocerlos todos.
Ser la cotilla más detestada de Inglaterra no estaba en los planes de Wren Carmichael, como tampoco lo estaba reencontrarse con un recuerdo que se supone que había quedado atrás.
Julian Remse...
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Julian sonrió al escuchar las tres palabras que había estado esperando durante la semana.
―Todo está listo.
Nancy, la asistente de la arquitecta, anotó algo en los documentos de su carpeta, firmó y se los entregó a Julian.
―La póliza de seguros se modificó debido al hallazgo del despacho. Por lo demás, ya se certificó que las mejoras fueron realizadas bajo los parámetros exigidos. ¿Tiene alguna otra pregunta?
―No, eso era todo. ―Julian repasó el documento que servía de aval final para abrir el club. Era jueves y, aunque habían quedado en reunirse el martes, la arquitecta tuvo que aplazar la reunión para completar unos formularios finales. De no haberlos recibido hoy, Julian habría tenido que aplazar la fecha de reinauguración―. ¿Las veré mañana en la reapertura?
Nancy dudó.
―La arquitecta no asistirá. Tiene pautado otro compromiso.
―¿Y usted?
Con una expresión de desconcierto, Nancy lo miró y achicó los ojos.
―No lo sé, tal vez.
Julian no insistió al percatarse de su incomodidad. Además, no quería que su ofrecimiento se malinterpretara, y por la manera en que seguía mirándolo, imaginó que por ahí se habían desviado sus pensamientos.
―Disculpe, es que pensé que se presentaría alguien del proyecto ―se apresuró a decir―. Es una mera tontería.
Nancy sonrió con timidez. Julian estudió su sonrisa. Era extrañamente familiar ―pronunciada y débil―, como si fuese la sombra de un recuerdo. Pero ¿de dónde? Estaba seguro de que no la conocía antes de que las reformas iniciaran, y tenía bastante buena memoria para recordar a las personas de su pasado. Wren era una prueba de ello. Entonces, ¿de dónde...?
―Ya estoy lista, ¡y voy tarde! Tengo que dejar todo en orden para el lunes y...
Wren apartó la mirada del interior del bolso que colgaba de su hombro y se detuvo al percatarse de que Julian no estaba a solas. Notó una extraña tensión en su mirada argentada que intentó disimular con una sonrisa incómoda.
―Lo siento, ¿estoy interrumpiendo algo?
Julian negó y le pidió que se acercara con un movimiento de la cabeza.
―No recuerdo si las había presentado. ―Julian descansó el largo del brazo en la espalda baja de Wren―. Esta es Nancy, la secretaria de la arquitecta.
―Es un placer. ―Wren le ofreció un apretón y Nancy lo aceptó con un gesto de incomodidad.
―Igualmente ―respondió ella.
―La señorita Wren Carmichael es mi novia. ―Julian notó su mirada ladeada, de modo que se limitó a sonreír con satisfacción―. Como acostumbra a irse muy temprano en la mañana, no he tenido la oportunidad de presentarla al personal del proyecto.