Julian se quedó en el borde del sofá sin apartar la mirada de Wren, que se instaló en la mesa del comedor con la computadora y el móvil pegado a la oreja. La fluidez de su japones lo agarró por sorpresa, sobre todo por la facilidad con la que hablaba un idioma y escribía en otro. Lo único que entendió fue el nombre de Tim Maughan y el de Steven Peckenham.
Wren colgó después de casi veinte minutos.
―No sabía que hablabas japones ―la interceptó Julian.
Wren, que acababa de cruzarse las piernas, apoyó el largo del brazo en la parte superior del respaldo. Vamos, ¿qué se pensaba ella? ¿Qué iba a ignorar sus piernas desnudas, en especial cuando sus manos habían registrado en su memoria lo suaves que eran?
No ayudaba en nada recordar que Wren no traía nada puesto debajo de la camisa.
―Lo aprendí mientras me recuperaba del golpe en la cabeza. Los mangas son en blanco y negro y muchos de los que interesaban no fueron traducidos, así que estudié el idioma.
―¿Solo por leer un manga? ―inquirió Julian, entre sorprendido y divertido.
Wren se encogió de hombros y sonrió.
―De cualquier modo, le he sacado provecho. El programador que diseñó la página web del periódico es japonés y es quién me ayuda a obtener información. Me siento más cómoda, y segura, hablando un idioma que la mayoría no entiende.
―¿Y qué te ha dicho tu informante?
―Steven Peckenham le vendió el hotel a un comprador anónimo a través de un abogado llamado Tim Maughan. ―Julian asintió, despacio, mientras masticaba la Información, tratando de recordar si hubo algún detalle que dejó pasar durante la venta. En ese momento, todo aparentaba ir normal―. La familia Peckenham lo adquirió en 1924, dos años después del incendio en donde Wulfric, el padre de Rebecca Penistone, quien fuera la propietaria en ese entonces, sufrió graves heridas que eventualmente le causaron la muerte. Aquí es donde aparece lo más interesante. ¿Sabes cómo se llama la madre de Rebecca?
―Haz los honores. ―Sonrió, burlón.
―Su madre se llamaba Sarah... ―Tras añadir un silencio teatral, completó―: Sarah Wallace.
Julian se reclinó en el espaldar del sofá.
―¿Cómo la del teatro?
―Es la misma Sarah, de hecho ―Wren asintió―: la misma que convirtió el teatro que heredó en un hospicio para niños ilegítimos, ni más ni menos. Pero ―Wren agarró la computadora y se acomodó junto a él. Julian observó un correo electrónico abierto con la fotografía bastante vieja, en tonos sepia, de un hombre con bigote y un canotier de paja― esto también es interesante. ¿Sabes quién es?
―Lo sabré en cuanto me lo digas.
Wren lo miró y frunció el ceño.
―Vamos, ¿esto no te parece divertido?
ESTÁS LEYENDO
Royal Affair (Serie Herederos 3)
RomanceElla está llena de secretos; él quiere conocerlos todos. Ser la cotilla más detestada de Inglaterra no estaba en los planes de Wren Carmichael, como tampoco lo estaba reencontrarse con un recuerdo que se supone que había quedado atrás. Julian Remse...