Julian aparcó frente al edificio y contempló la placa de bronce donde estaba escrito el nombre de Ragnor Studios. Wren guardó el móvil en el bolsillo de la mochila justo después de revisar la hora. Siete minutos antes de las ocho. Su nuevo chofer era bastante eficiente.
―¿Qué te parece? ―le preguntó ella.
Julian hizo ademán de apagar el coche, quizá por la costumbre de apartar y bajar de inmediato, pero al recordar que solo había venido para dejarla en el trabajo, se recostó del asiento y estudió el edificio con más detenimiento.
Era lunes por la mañana, y abandonar el piso de Julian fue un verdadero milagro para ambos después de haber pasado el fin de semana en el piso del vizconde. La primera vez que Wren estuvo allí, el lugar se convirtió en una trampa mortal de la que no había podido librarse. Tras lo acontecido entre ambos el sábado, bueno... Parecía el lugar perfecto para que dos amantes se olvidaran del mundo por unos días.
―Vives y trabajas bastante cerca de mi madre. ―Finalmente, posó su atención a ella. Julian dibujó una sonrisa entre divertida y satisfecha, como si la hubiese pillado en medio de una travesura―. Y no queda tan lejos del club como me habías hecho creer.
―En ese entonces, consideré que lo más prudente era mantener distancias.
―Porque sabías que sufría de una adicción incontrolable que no me permite quitarte las manos de encima.
Y así, sin más, Wren recordó el fin de semana. Magia. Eso era lo que Julian sabía hacer. No abandonaron el piso ni una sola vez, ni siquiera para dar una vuelta y que le mostrara las renovaciones del club. Ninguno de los dos era capaz de alejarse demasiado de la cama. O de la cocina. O del sofá. Simplemente era imposible. El hambre se juntó con las ganas de comer.
―Eres bastante sexual cuando te gusta alguien, ¿no es así?
Pese a la naturalidad en la voz de Wren, notó un cambio repentino en la mirada de Julian. Más atenta, densa y profunda. Julian era de mecha corta, y ella no paraba de encenderla.
―No puedes iniciar una conversación como esta en un lugar encerrado y esperar a que me comporte.
―Lo espero porque estamos frente a mi edificio y mis empleados podrían vernos. ¡Contrólate! ―Le golpeó la mano, que ya se había acercado a su rodilla y había iniciado el ascenso por debajo de la falda―. Ya sé que no puedo usar un vestido si estás, al menos, a medio metro de mí.
―Incluso si estuviera en otro país, me las ingeniaré para tocarte.
Wren ignoró ese ardor entremedio de las piernas. Si no bajaba pronto, los dos podrían cometer una locura que de seguro terminaría en los medios.
―No puede ser que siempre sea yo la que pone un poco de prudencia a estos encuentros. ―A pesar de la regañina, a Wren se le escapó una risa nerviosa cuando los dedos de Julian alcanzaron el interior del mismo. Julian esbozó la sonrisa más cínica de su catálogo―. Ya, adiós. ¡Julian!
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Royal Affair (Serie Herederos 3)
RomansaElla está llena de secretos; él quiere conocerlos todos. Ser la cotilla más detestada de Inglaterra no estaba en los planes de Wren Carmichael, como tampoco lo estaba reencontrarse con un recuerdo que se supone que había quedado atrás. Julian Remse...