Capítulo 21.

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―¿Diabetes? ―Wren trasladó la mirada del médico a Julian, quien se encogió de hombros―

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―¿Diabetes? ―Wren trasladó la mirada del médico a Julian, quien se encogió de hombros―. ¿Por qué no me dijiste que padeces diabetes?

―Hipoglucemia diabética ―aclaró el vizconde, al tiempo que se arremangaba la camisa.

―¿Eso es peor que la diabetes? ―preguntó, confundida. No estaba familiarizada con esa condición, aunque fuera una de las más comunes.

―Van de la mano ―le dijo el médico con una sonrisa comedida―. Cuando un paciente con diabetes no tiene la suficiente glucosa en la sangre, es decir: azúcar, entonces ocurre la hipoglucemia diabética.

―¿Y es grave? ―preguntó Wren con un hilo de voz.

―No ―le respondió Julian.

―No estoy hablando contigo ―gruñó ella―. En estos momentos, no creo una sola de tus palabras.

―No, no es grave ―le informó el médico―, siempre que el paciente tome sus medicamentos, mantenga una dieta balanceada y revise sus niveles de azúcar en sangre con regularidad.

―Lo que supongo que no has estado haciendo. ―Wren lo atravesó con los dardos que brotaban de sus ojos grises.

―¿Qué te hace pensar eso? ―bromeó él. Julian se arrepintió en el instante que la exasperación se dilató en los ojos de Wren―. Me gustaría vivir un día más, si me lo permites.

―¡Entonces toma tus benditas pastillas! ―Lo golpeó en el brazo, bastante cerca donde había estado la intravenosa, por lo que Julian hizo una mueca de dolor―. ¡Lo siento! ―refunfuñó.

―No veo ninguna razón que me impida darle el alta, milord. ―El médico le dio una última ojeada al expediente―. A menos que haya olvidado mencionar algún síntoma o malestar.

―No. De hecho, me siento muy bien.

―En ese caso, iré a firmar los papeles del alta. Con su permiso. Señorita Carmichael. ―El médico inclinó la cabeza en dirección a Wren y abandonó la habitación blancuzca.

Sofocada por la claridad y la amplitud de la habitación, Wren intentó enfocarse en los retazos de vegetación que podían observarse a través de las ventanas de vidrio. El estacionamiento estaba a reventar, lo que no le sorprendió. Así había estado desde que la ambulancia trajo a Julian.

Wren se frotó la frente con la palma derecha. El recuerdo de Julian desplomándose seguía demasiado fresco en su memoria, y dudaba que fuera a desaparecer en mucho tiempo. Le seguía sorprendiendo que se las hubiese ingeniado para mantener la calma, llamar a Isaac y pedirle ayuda. La peor parte del proceso fue sacar a Julian por la puerta en el suelo, que por primera vez encontró molesta, peligrosa e inútil. Había intentado todo antes de que los paramédicos llegaran: golpear sus mejillas, echarle agua en la cara, sacudirlo con toda la desesperación que anidaba dentro de ella... No fue hasta que Isaac llegó que le preguntó si Julian había tomado sus medicinas o había comido algo que supo lo que realmente le estaba ocurriendo.

Royal Affair (Serie Herederos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora