―¡Enhorabuena, primor! ―William silbó para llamar la atención del resto de los invitados―. ¿O ya debo llamarte «señor»?
―Quisiera decir que extrañé tu humor, querido hermano, pero... ―Simon sonrió, se apartó quedamente de Lyla y abrazó a William, que lo apretó con mayor fuerza de la necesaria―. Solo me fui unas semanas.
―Supongo que es lo más lejos que han estado el uno del otro ―bromeó Lyla. Saludó a William con un rápido abrazo y se echó a correr hacia su hermana―. ¡Bea!
Pese a haber crecido con los trillizos, Julian encontró curioso como Lyla parecía abrazarse a sí misma y no a su hermana gemela. Por Dios, sí que eran idénticas hasta en la manera de hablar. Simon y William al menos funcionaban con manierismos distintos y expresiones verbales que el otro jamás usaría.
―¿Qué tal esa luna de miel? ―preguntó Sam con una sonrisa sugerente.
Simon se echó a reír, levantó la mano para pedir una bebida y se bebió el vodka soda como si su vida dependiera de ello.
―¡Demonios! ―Simon sacudió la cabeza y Julian se echó a reír al notar que se le enrojecieron los ojos―. Esto tiene más vodka del necesario.
―¡Eh! ―masculló William en defensa de su bebida favorita―. Nunca hay demasiado vodka en un vodka soda.
―¿Puedes traerme agua, por favor? Gracias ―le pidió a uno de los meseros―. La bebida más fuerte que me permito es vino.
―A veces me cuesta creer que nacimos el mismo día.
El comentario de William desató una ola de carcajadas.
―¿Y cómo estuvo ese viaje? ―le preguntó Isaac, que alivió la garganta seca con dos tragos de vino antes de hablar.
―Lyla escogió varios destinos a los que yo ya había ido, pero al menos esta vez pude curiosear como un turista. Eso sí: desarrollamos nuevas técnicas evasivas para librarnos de las fotografías. ―Una sonrisa maliciosa acentuó la travesura en su mirada―. Me temo que los periodistas se quedaron con las ganas de una exclusiva.
―¿Quién sabe? Con eso de que se nos unió una al grupo...
Los cinco desviaron su atención al grupo de mujeres que conversaban y cuyas voces se escuchaban por encima de la música, aunque ninguno descifró lo que hablaban. Olive agarraba a Wren de un brazo y Cassie del otro mientras Lucinda tomaban la batuta de la conversación. Wren se destartaló de la risa y Madeleine, cuyo pelo rojizo se camufló entre las gemelas pelirrojas, puso mueca de asco y luego se echó a reír. Julian no pudo evitar contagiarse con la sonrisa de Wren.
La fiesta de cumpleaños había iniciado una hora antes, y al menos la mitad de los invitados ya estaba presente en ese entonces. Solo faltaba Alex, el hijo mayor del jefe de seguridad, Jonathan ―el gran ausente de las reuniones― y Catharina y Caleb, los mejores amigos de Caleb. Piper y Riley, los monarcas de Dinamarca, charlaban alegremente con Anna y Charles, cuya vestimenta informal le restó unos cuantos años.
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Royal Affair (Serie Herederos 3)
Roman d'amourElla está llena de secretos; él quiere conocerlos todos. Ser la cotilla más detestada de Inglaterra no estaba en los planes de Wren Carmichael, como tampoco lo estaba reencontrarse con un recuerdo que se supone que había quedado atrás. Julian Remse...