De tanto dar vueltas al anillo en su dedo índice, la pequeña pieza de alambre y obsidiana cayó sobre el suelo alfombrado del club de Julian sin darse cuenta. Le sudaban tanto las manos que llegó a pensar que el anillo se le pegaría a la piel permanentemente, y no que lo perdería. Se apartó el cabello rubio, se agachó y recorrió la tela rasposa de un color que era, como de costumbre, difícil de determinar. Ya que el edificio estaba en medio de una remodelación, los albañiles iban y venían cargados de materiales y le echaban una mirada de extrañeza al verla inclinada de formas poco decorosas, y todo por una estúpida pieza de joyería.
―Hoy el demonio me escogió como su favorita ―farfulló y se levantó, dando por terminada la búsqueda.
Hasta donde sabía, pudo haber perdido el anillo en algún punto entre su piso, el coche que la trajo al club, la entrada o el vestíbulo, porque no había parado de darle vueltas a la pieza de alambre con el pulgar de manera insistente y casi demente. Isaac le había asegurado que Julian no estaría en el club hasta dentro de dos semanas, pero ¿y si llegaba antes? ¿Qué haría entonces si se lo encontraba?
―¿Wren?
La aludida volteó al reconocer su voz. Isaac bajó de las escaleras y se detuvo en el vestíbulo mientras la observaba con los ojos achicados. Wren le echó una mirada a su ropa, preguntándose si habrá escogido piezas de colores disparejos sin darse cuenta o, en lugar de ponerse los zapatos negros, había agarrado los azules. Qué frustrante...
―¿Eres siempre tan puntual? ―Isaac le concedió una mirada divertida―. Te dije que vinieras a la una y son las 12:59.
A falta del anillo del dedo índice, Wren comenzó a juguetear con el del dedo del medio, pero resultó que no era tan divertido, así que desistió.
―Tengo un montón de pendientes y he venido un poco antes para culminar el proceso. Es solo una firma, ¿no?
―Claro, una firma. ―La manera en que había dicho aquello provocó que Wren frunciera el ceño. El muy desgraciado no la había atraído al club con un engaño, ¿o sí?―. Muchas empresas abruman al consumidor con grandes papeleos para hacerlo desistir de abandonarlos. No es nuestro caso, aunque sí hay bastante papeleo, además de que debo darte la debida orientación. ¿Sabes que si decides renovar tu membresía dentro de los próximos meses, puedes acceder a ciertos beneficios especiales?
―No quiero ni necesito beneficios especiales. ―Wren cruzó los brazos al tiempo que levantaba las cejas. El cuero de los brazaletes rozó la piel de los antebrazos, lo que le causó un escalofrío―. No me habrás hecho venir con engaños, ¿verdad?
―Jamás, soy un hombre profesional. ¿Me acompañas a...?
―Isaac ―Wren acentuó el levantamiento de las cejas―, no creo que se necesite tanto protocolo para cancelar una membresía.
―Me limito a seguir los procesos, nada más. ―Los hoyuelos se le pronunciaron al sonreír.
Isaac era bastante atractivo, con el cabello castaño rizado y los ojos pardos; un hombre común como cualquier otro que se las había ingeniado para enamorar a la hija del rey. Si no tuviera la mente y el corazón tan jodidos, no cabía duda de que se sentiría atraída por él. La realidad era otra: era probable que primero se enamorara de una cicuta antes que del castaño. Los sentimientos, y probablemente el afecto de las personas, no habían sido hechos para ella.
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Royal Affair (Serie Herederos 3)
RomanceElla está llena de secretos; él quiere conocerlos todos. Ser la cotilla más detestada de Inglaterra no estaba en los planes de Wren Carmichael, como tampoco lo estaba reencontrarse con un recuerdo que se supone que había quedado atrás. Julian Remse...