Capítulo 22.

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―¿Por qué no puedes entrar tú por el café? ―le preguntó Mara al tiempo que le extendía uno de los vasos de cartón

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―¿Por qué no puedes entrar tú por el café? ―le preguntó Mara al tiempo que le extendía uno de los vasos de cartón.

―Gracias. ―Wren se pinchó un mechón detrás de la oreja y juntas emprendieron el recorrido por la acera. Decidieron dejar el coche de Mara en la residencia donde vivía, a unos diez minutos a pie, para dar un paseo y despejarse. Ninguna contó con la lluvia de la noche anterior ni la de la mañana, de modo que los postes, los edificios y los transeúntes se reflejaban en las aceras y las calles―. Es una larga historia.

Aunque podía resumirla con facilidad: Brianna Stanhope. Pero no quería hablar de ello, ni con ella ni con nadie. Simplemente quería olvidarse de la vieja rencilla que no se había aplacado en diez años. Ya se acostumbró a la idea de que no se acabaría nunca. Por tanto, mientras menos personas supieran del incidente, mejor.

―Digamos que no tengo permitida la entrada.

―¿Qué hiciste, mujer? ―Mara se echó a reír.

―Esa es otra larga historia.

―Ya. ―Mara tiritó. La mañana las sorprendió con una ventisca bastante fría que ni el abrigo de Mara ni el cárdigan de Wren eran capaces de aplacar. La chica le dio un largo y muy necesitado trago a su café―. Mientras esperamos lo inevitable, ¿qué te parece si te invito a desayunar?

Lo inevitable. Wren había estado intentando evadir el tema desde que despertó. Supuso que, de hecho, era inevitable que sucediera.

Si el plan que idearon juntas funcionaba, hoy descubriría al copista de mierda.

Recordó la simpleza de su gran plan: la semana anterior, se reunió en privado con cada uno de sus empleados, en distintas áreas de la oficina para que no resultara demasiado evidente que tramaba algo, y les contó historias o rumores falsos que descubrió durante la boda de Simon y Lyla, todos ellos sobre el noble de moda: Julian Remsey, vizconde Iverson.

Aunque Julian le dio autorización para utilizar su nombre, el remordimiento la atormentó al pensar en el incidente entre él y su padre en el hospital y decidió esa misma mañana que iba a recular en sus planes. Julian no se lo permitió: no solo iba a descubrir quien estaba difamando al periódico. La noticia, de seguro, haría enfadar a lord Kenton. Una de cal por las que van de arena, le había dicho.

De cualquier manera, Wren no estaba cómoda con la situación, en especial considerando lo bien que le había ido a Julian el viernes en la reapertura del club. Todo volvía a marchar bien y no quería que esa cacería de brujas empañara su felicidad.

Buscando distraerse, invitó a Mara a dar un paseo con ella y limitarse a esperar para saber cuál de las notas falsas se publicaría.

―¿A dónde me vas a llevar? ―le preguntó.

―Es una sorpresa.

―Es una sorpresa

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Royal Affair (Serie Herederos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora