Capítulo 1

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He cerrado un día antes de lo previsto el negocio con los americanos. Nuestra reunión ha ido de maravilla y próximamente enseñaremos en primera plana la gran publicidad que hará que vendamos millones de ejemplares.

Nuestra agencia de marketing digital es una de las más demandadas hasta el día de hoy con un alto porcentaje significativo. Entre ellos, famosos, gente muy adinerada, etc. Ese es nuestro trabajo, proyectar a través de la televisión lo que tenemos en nuestras mentes privilegiadas.

Me despido de ellos con una gran sonrisa y me voy apresurada a mi avión privado. Le voy a dar una gran sorpresa a Lucas, se pondrá eufórico cuando le diga que he cerrado finalmente el trato con estos grandes socios.

Esta noche pienso salir a cenar a mi restaurante italiano favorito para festejarlo. Y después y no menos importante haremos el amor como salvajes en ese jacuzzi que tenemos en la habitación. Sólo el pensarlo hace que mi clítoris haga burbujitas.

Por fin he llegado a casa. Entro muy entusiasmada pero lo único que me recibe es un gran silencio. Es extraño que a esta hora no se encuentre aquí seguramente habrá salido hacer algún recado. Aprovecho que no está y subo a la habitación para darme una ducha, necesito relajarme de este día tan pesado. Así también tendre tiempo para arreglarme y ponerme hermosa para él.

Estoy subiendo las escaleras y veo un boxer tirado en el suelo ¡Que raro! Lucas no suele dejarse la ropa tirada. Estoy frente a la puerta, cuando empiezo a escuchar gemidos desde el interior. Abro la puerta de inmediato y lo veo frente a mí con una mujer que tiene el pelo de color cobrizo que justo se encuentra arrodillada haciéndole una felación.

Me quedo totalmente en shock. La aparta rápidamente y con la mano que le queda libre intenta taparse aquello que ahora mismo desearía cortarle en pedazos. Pero lo peor de esta escena no es esa es lo que viene a continuación. Ella se da media vuelta y para mí sorpresa no es nada menos que su secretaria.

Corro hacia abajo, pero me agarra rápidamente del brazo. Forcejeo un poco con él y al ver que no me suelta cojo una pequeña figura de cristal que está justo encima de la mesa y se lo tiro a ciegas a la cabeza.

-¡Estás loca, me podrías haber matado! -grita llevandose las manos a la cabeza.

-Un cerdo menos en el mundo, ¿No crees? ¡Eres un hijo de la gran puta!¿Cómo puedes haberme hecho esto? ¡Y en nuestra casa! -mis manos tiemblan sin control.

-¡Calmate, Claudia! Se que he cometido un gran error ¡y lo siento! Pero lo nuestro ya estaba muerto.

-¿Muerto?¿Desde cuándo? porque yo me acabo de enterar en este momento ¡Eres un asqueroso, Lucas! -mis lágrimas se asoman pero las contengo por esta rabia que me consume-. Lo único muerto que hay aquí, ¡es tu polla selectiva que prefiere metérsela a tías como esas en vez de a tu mujer! -sin objetar ni una palabra más arrastre la poca dignidad que me quedaba y me fui de aquel maldito lugar.

1 Mes después

Ha pasado casi un mes desde lo ocurrido y desde entonces no he vuelto a ir a la empresa. He decidido trabajar desde casa no es de gran gusto ver como tu exmarido sigue teniendo a la que era su amante trabajando para él y haciendo manitas delante de todos. Eso me denigra aún más como mujer.

Mi mejor amiga Lucía que es mi secretaria. Que por cierto no ha parado de llamarme al que solo le he contestado tres veces me comenta todas las barbaridades que dicen en el trabajo y que por una parte agradezco no escucharlas. Todavía no estoy preparada para volver y afrontar los fantasmas de mi pasado.

Al divorciarme de Lucas. Me di cuenta para mí sorpresa que cuando me casé con él no firmamos los bienes gananciales, cosas del amor. Así que eso significa que lo suyo sigue siendo mío, pero lo mío sigue siendo suyo. Cómo ninguno de los dos no estaba dispuesto a vender su parte de la empresa, él por querer seguir sintiéndose el gran líder y yo porque después de todo lo que me ha hecho sufrir no iba a darle el placer de venderlo.

Estoy tirada en el sofá comiéndome un helado de turrón, mientras escucho canciones de desamor. Ya ni siquiera noto el sabor dulce en mi paladar desde que me engaño todo me sabe oxidado. Y ya mejor no hablemos del amor propio porque no se cuántas veces lo abre vomitado en ese inodoro a causa del exceso del alcohol. Literalmente me siento como si un camión me hubiera pasado por encima partiendo mis huesos en añicos. Escucho como pegan a la puerta y me reincorporo rápidamente.

-¿Quién es? -grito desde el otro lado sin levantarme del sofá.

-¡Soy yo Claudia, ábreme por favor!

Resopló desganada y me levanto arrastrando mis pies hasta allí.

-¡¿Se puede saber cuándo piensas salir de esta cueva?! -pregunta enojada mientras entra como un huracán sin control.

-¡Por dios Lucía no grites! Me duele la cabeza.

-Es normal que te duela, Claudia. No puedes estar tampoco a base de helados... -hace una pausa y coje de la mesa la tarrina vacía-. ¿Es de turrón? -pregunta desanimada al saber que ya no quedan de sus favoritos.

-Sientate y dime cómo van las cosas por allí. Pero, por favor no me digas nada de lo que ya sabes-le señalo con el dedo para aclararselo.

-Ahora mismo estamos con el trabajo de la publicidad del perfume de París y sinceramente nos está costando un poco-su mirada se pierde en mi camisa manchada de hace días-. Te echo mucho de menos, amiga. Se me rompe el corazón verte así-sus lágrimas contenidas acaban cayendo sin control.

Nos abrazamos muy fuerte y empezamos a llorar desconsoladas. Es lo que hacen las verdaderas amigas estar contigo es tus días más duros y recordándote que puedes salir de ahí.
Terminamos de limpiarnos y empezamos a reírnos de la nada. Ella están espontánea, tan optimista siempre, admiro su personalidad y su entrega por los demás. Eso sí, yo soy todo lo contrario, soy bastante exigente cuando quiero y no me conformo con cualquier cosa siempre quiero más. Mi sentido del humor es cambiante, pero me suelo considerar una mujer bastante formal.

A mis treinta años de edad he conseguido un imperio del que no pienso renunciar. Y te juro que algún día me levantaré pisando más fuerte que nunca.

-Claudía, ¿Sabes lo primero que vamos a hacer? -conozco esa cara es la típica que pone cuando se pone mandona.

-¡No quiero meterme en la ducha, Lucía! -exclamo mientras me enrosco en una esquina del sofá.

-¡Por dios, mírate pareces una mendiga!¿Dónde está esa mujer empoderada que conocí? ¡Venga,vamos! -me anima mientras que tira de mí como un peso muerto.

-¡No tengo ganas! -grito mientras mis palabras se arrastran conmigo.

Mantenemos una lucha de la que se que voy a terminar perdiendo cuando unos golpes hacen que pare de inmediato, haciendo que nos miremos fijamente en silencio.

EL PLACER ES MÍO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora