Capítulo 31

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Doy unos pasos más hacia él y lo miro fijamente.

-No ha pasado nada entre nosotros, Daniel. Solo vino a hablar y le dije que se marchara. -respondo desviando mi mirada para que no note mi nerviosismo.

Me agarra por sorpresa del brazo que me aprieta con fuerza.

-¿Por qué siento que no me estas diciendo la verdad? -sus ojos se penetran con profundidad en los míos queriendo adivinar lo que oculto.

-¡Suéltame! ¡No tienes ningun derecho a reclamarme nada! ¿O se te olvidó que trabajas para mí?- lo miro desafiante -. Eso mismo fue lo que me dijiste aquel día... ¿Lo recuerdas?

Me suelta después de estar segundos observándome con impotencia al saber que esa, es la única verdad que nos separa.

-Y ahora porfavor... Marchate quiero estar sola -murmuro en voz baja abatida después de todo lo sucedido.

Me mira sorprendido por mi invitación para que se marche. Y camina en silencio hasta que sus pasos se paran en mitad del camino dándome todavía la espalda.

-Buenas noches, Claudia -se despide con sus manos metidas en sus bolsillos.

Me quedo observándolo sin responder y mi mirada se queda pegada en aquel suelo que llevo días sin limpiar. Mi razón de existencia me pide a gritos que le pida que se quede, que me arrope este corazón que tanto lo necesita.

-¡Espera! -voy corriendo hacia él que se gira justo en el momento que me abalanzo sobre él besándolo apasionadamente.

Sus dedos se entrelazan con mi pelo mientras me observa con ojos brillosos.

-Ohh... Claudia, ¿Por qué tuviste que ser tú? -su nariz se pierde en el olor de mi cabello -. Se me hace tan difícil alejarme de tí...

Aparta mi pelo que le impide recorrer libremente mi cuello, y me estremezco al sentir sus suaves labios que me besan con sutileza.

-Pues no lo hagas... -susurro agitada.

Empieza a pasar sus benditos dedos desde el inicio de mi senos donde los aprieta con delicadeza, haciendo que gima de delicia. Noto el calor de su aliento en mi oreja que hace que mi piel se erize de inmediato.

-Eres aquella adicción... Que no quiero dejar de saborear -jadea excitado.

Pego un pequeño brinco al sentir la agilidad de sus dedos dentro de mi cavidad. Abriendo a continuación mis piernas para asi facilitarle su entrada a este paraíso secreto. Intenta buscar desesperado unir nuestros labios, pero la excitación me impide que cierre la boca, escapándose gemidos que dan paso a gritos de puro placer. Termina lo que ha comenzado, mientras me sonríe con perversión. Empieza a rodearme ante mis ojos expectantes y se para justo detrás de mí. Baja lentamente la cremallera de mi vestido ¡Y te juro que se me está haciendo desesperante! Cuando noto que se queda atascado dando por finalizado su recorrido, su lengua empieza a humedecer aquella parte de mi piel que nadie sabe que es mi punto más vulnerable. Me doy rápido la vuelta y me deshago de esta prenda mientras lo miro ansiosa.

-Buena chica... -responde mientras se quita todo lo que lleva en un abrir y cerrar de ojos.

Me deleito enormemente al verlo. Mordiéndome con afán el labio inferior, hasta tal punto que siento el sabor salado de la sangre en mi lengua.

-¿Que es lo que has hecho conmigo...?

Sin darme cuenta después de esa pregunta que no me ha dado tiempo a responder, tengo mi medio rostro pegado a la ventana y mi aliento ardiente empaña considerablemente este reflejo tan tórrido. Observo ensimismada las luces de la ciudad, sintiendo el frío del cristal en mis pezones equilibrando así a la perfección la temperatura de mi cuerpo. Pasa sus dedos por toda la anatomía de mi piel y adentra su miembro impaciente al único lugar donde gozamos de este placer inhumano. No tarda en embestirme, lo hace porque sabe que me gusta sentirlo así, rebotando en todo mi vientre. Intento coger el poco aire que me queda para el próximo golpe, y mis piernas empiezan a flaquear ante estas sensaciones tan placenteras. Sus dedos aprietan con fuerza mis caderas mientras la mueve a su antojo, y siento que se adentra de tal forma que empieza a formar parte de mí.

EL PLACER ES MÍO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora