La ausencia de ese pendiente me confirma en este momento que lo que pensaba sobre Daniel y Débora cobra más sentido. No estoy segura que tipo de relación los une, pero sé que la casualidad de que llevará el mismo aquel día en el trabajo no era otra prueba más ante mis ojos.
Abre la puerta y se sienta cómodamente, mientras mi mirada se queda ausente.
-Claudia, ¿Te encuentras bien? -posa su mano en mi pierna mientras la acaricia, pero la aparto rápidamente.
Lo miro fijamente sin pestañear y mi corazón empieza a bombear con rápidez.-¡Quiero que me digas ahora mismo, que relación hay entre Débora y tú! -impongo con seriedad.
Me observa sorprendido y por la expresión de su rostro, mueve sus labios sin articular una sola palabra, que delata su estado de inquietud.
-¿De qué estás hablando? -la gota de su sudor resbala por su frente.
Miro hacia abajo apretando mi mandíbula con fuerza, mientras mis dientes chocan entre sí de la tensión. Lo miro de nuevo furiosa y no puedo evitar señalarlo con el dedo con furor.
-¡Deja de mentirme! ¡¿Acaso creés que soy estúpida?! Los otros días vi en tu guantera el pendiente que llevaba puesto Débora y que ahora por arte de magia no está ¿Qué demonios me estás ocultando?
Me agarra de la barbilla abruptamente.
-¡No tengo nada que ver con ella, por dios! ¡Te lo juro!
Lo agarro por su muñeca y me desago de esos dedos que me tienen inmóvil.
-¡Dame una razón por la que debería de creerte!
Él ladea su cabeza hacia los lados en silencio, mientras veo en sus ojos como mi mundo se desmora sobre mentiras que no puede sostener. Y lo único que deseo ahora mismo es poder correr lo más rápido posible, donde nadie pueda alcanzarme. Abro la puerta para salir del coche, pero me sujeta del brazo impidiendo que me marche.
-¡Suéltame de una puta vez! -grito alterada.
Me suelta de inmediato resignado y salgo del coche rápidamente.
-¡Claudia, porfavor! ¡Déjame explicarte!
Sus gritos son como balas que siento en mi espalda perforandome la piel. Cierro mis dedos en un puño conteniendo toda esa rabia que siento y que no tengo idea qué hacer con ella, mientras contengo mis ganas de llorar. Cuando de repente siento como alguien tira con brusquedad de mi muñeca.
-¡Espera porfavor!
Mi intento para que me suelte hace que mi furia se vea desfogada por un guantazo en su mejilla, al que solo parece que haya sido acariciado.
-¡¿Esto te hace sentir mejor?! ¡Pues hazlo, vamos! ¡Sigue! -muestra su otra mejilla mientras se da cachetazos suavemente.
Levanto mi mano airada dispuesta a darle ese tortazo que ahora mismo deseo con todas mis fuerzas, pero acabo bajándola derrotada por todo este sentimiento tan contradictorio que me hace sentir.
-¿Por qué...? ¿Por qué no me dices la verdad de una maldita vez?
-¡Tienes que creerme, Claudia! No tengo nada con esa mujer. Si lo que piensas es que... Es una clienta o si tengo algo sexual con ella, ¡Te estás equivocando!
La seguridad de sus palabras parecen sostenerse ante la gravedad de la situación. Y su sinceridad se ve reflejada en esos ojos oscuros que me miran intensamente.
-Yo... No sé si creerte. No te conozco realmente Daniel, lo único que se de tí es que eres un chico de compañía que trabaja para mí. Y... -posa su dedo en mis labios para callarme.
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EL PLACER ES MÍO
RomanceUn matrimonio millonario tiene en común una empresa muy reconocida en Barcelona. Todo es perfecto hasta que la infidelidad entra sin aviso y te destruye por completa. Claudia, que así se llama nuestra protagonista se adentra en un mundo sexual que d...