Capítulo 17

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El camino hacia el evento está siendo bastante tenso si no fuera por la música que suena en el coche. Puedo percibir en el ambiente como nuestros alientos se quedan impregnados en la ventanilla a causa de la excitación.

Observo disimulada a Daniel que conduce concentrado como si no hubiera nadie en el asiento de al lado. Desde que me vio y me dijo lo hermosa que estaba no me ha dirigido más la palabra. Es como si tratara de ignorar mi presencia y eso me causa algún tipo de desconcierto. Desde que lo conozco nunca lo había visto con ese comportamiento tan extraño. Así que decido finalmente romper el hielo de una vez.

-Daniel, quería decirte que cuando lleguemos. Por favor, llamame solo Claudía, ¿De acuerdo? -busco desesperada esos ojos que hacen que me pierda por completo. Y que no me importaría no encontrar nunca la salida.

-Como tú prefieras, Claudía -responde apático sin apartar su vista de la carretera.

No puedo evitar sentirme molesta al ver que ni siquiera se ha molestado en mirarme de reojo. Su frialdad ha terminado de congelar este corazón que empezaba a sentir una pizca de calor humano.

Llegamos por fin al lugar. El trayecto se me ha hecho bastante pesado e incómodo y lo único que deseo es que la noche acabe lo más rápido posible. Me bajo del coche antes que él me abra la puerta. Y nos miramos brevemente apartandome su mirada con urgencia. Empiezo a preguntarme confusa porque actúa de esa manera conmigo. Mientras miles de preguntas sin respuestas me invaden a la mente.

Me ofrece amablemente su brazo y acepto a regañadientes. Solo porque la noche me lo pide. No puedo olvidar para que trabaja para mí y lo que quiero conseguir con sus servicios. Limpiar de una vez mi apariencia y dejar de ser la mujer malherida.

Entramos al gran salón. Captando de inmediato todas las miradas y empiezo a ponerme un poco nerviosa. Mis pies se tambalean como si estuviera en una cuerda floja. Y siento como Daniel me aprieta con su otra mano y hace que de inmediato me sienta más segura.

La gente nos mira totalmente atónitos dejando sus copas a medio beber. Incluso las mujeres casadas se quedan fascinadas al verlo. Mordiéndose con afán sus labios, haciendo que desaparezca casi por completo el color que tenían previamente.

Los murmullos empiezan a ser más notorios y me alegra saber que efectivamente hemos causado lo que queria conseguir. No podría decirte con exactitud si les ha impactado más el verme acompañada o ver mi hermoso acompañante. Yo apostaría sin duda la segunda opción.

Nos quedamos parados en una mesa de pie, mientras el camarero nos ofrece cócteles para beber.

-¡Vamos a brindar! -exclama entusiasmado levantando su copa. Y pensar que hace un rato era totalmente invisible para él. Quisiera saber ese cambio tan repentino, pero eso no debe de importarme. Tengo que tener claro  cuál es mi puesto y para qué está aquí.

-¿Por qué brindamos? -pregunto acompañando este brindis especial.

-Por tí -responde mirándome fijamente.

El brillo de sus ojos resplandece como un cielo repleto de estrellas. Haciéndome sentir ahora mismo como una de ellas en esa infinidad de la noche.

-¿Que te parece si brindamos por los dos? -sonrio.

-Me parece bien -su sonrisa de oreja a oreja me confirma que está aquí de nuevo. El chico insolente que conocí, pero no menos apreciado para a mí.

Chocamos con suavidad las copas y nos los bebemos lentamente sin apartar la mirada el uno del otro. Observo como su nuez se mueve de arriba y abajo mientras se lo bebe. Y empiezo a preguntarme que sensación sentirá si mi lengua recorriera esa parte tan delicada de su cuello. No puedo negar  que muero de ganas por ser la causa de que su piel se erize y que su miembro se agrandezca solamente ante mí. Ponemos las copas en la mesa cuando de repente noto una mano en mi hombro. Me doy la vuelta de inmediato para ver de quién se trata.

EL PLACER ES MÍO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora