Capítulo 33

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Al final no sé cómo ni en qué momento hemos acabado sentadas en la barra de un bar, pasando el resto de lo que queda del día entre chupitos de tequila que ya nos sabía a pura agua. Y con un camarero disgustado porque no daba a basto solo con nosotras, rellenando una tras otra esos diminutos vasos que solo llenaba un tercio de nuestras desastres vidas.

-¿Que hemos hecho mal, amiga? -apoya su cabeza en su mano al que no sostiene por su estado de embriaguez.

Le doy un toquecito cariñoso en su nariz.

-Enamorarnos de algo imposible... -acabo con el último sorbo y reclamo ebria otro trago más de cientos.

Lucía empieza a vaciar su bolso en la barra ante la atenta mirada del chico que se ruboriza cuando ve aquellos condones de la talla XXL. Ahora entiendo uno de los motivos del porqué le cuesta tanto olvidarlo, un tamaño así es difícil de encontrar. Coje su móvil y empieza a buscar algo como loca, pero su vista no le permite ver con claridad.

-¿Que estás haciendo? -pregunto acercándome más a ella para averiguarlo.

Comienza a reírse de la nada y eso me confirma que no está tramando nada bueno.

-¡Voy a llamarlo! ¡Y le voy a decir que estoy de puta madre sin él! ¡Y que ni se le ocurra molestarme más! Porque no pienso cogerle el teléfono.

Le agarro de la mano rápidamente evitando que haga esa locura.

-¡No lo hagas, Lucía! ¡Estás muy borracha! ¿Sabes lo que va pensar si te escucha así?

Me quita la mano de un manotazo.

-¿Sabes que te digo, Claudia? ¡Que me importa un carajo lo que piense! ¡Que se joda y se quede con la otra!

Termina de marcar y espera ansiosa a que conteste. Es más que evidente que está terriblemente enamorada de él, aunque no quería aceptarlo. Y lo único que me queda es acompañarla mientras estoy sentada viendo cómo se desahoga diciéndole todo tipo de barbaridades. Además, ¿Quién no ha llamado a su ex estando bien borracha para soltar toda esa mierda que lleva dentro y después echarle la culpa alcohol?

Estoy sumergida dándole ese sorbo que me refresca gratamente la garganta, cuando escucho sus gritos insultantes. Ladeo mi cabeza hacia los lados resignada, cuando un fuerte golpe contra la barra me asusta.

-¡Maldito!

- ¿Que pasa?

Se levanta del taburete y comienza a gritar a pleno pulmón al mesero.

-¡Ese imbécil todavía me sigue negando que está con ella! ¡Y encima no tiene otra cosa que echarme la bulla por cómo estoy! ¡¿Pero quién coño se cree que es?!

Me reincorporo como puedo dentro de mis capacidades mentales y me siento regia dando una apariencia más formal, pero para afuera claro.

-¡Ves, te lo dije! Te dije que no lo llamaras. Pero tú cómo siempre llevandome la contraria -levanto altamente mis cejas.

Resopla indignada mientas se deja caer en el único soporte que tiene en estos momentos.

-¡Por favor, Deja de echarme tus salmones! ¿O tú también me vas a empezar a echar la bulla?

Me acerco más hacia ella y le acaricio suavemente el cabello.

-No, no voy hacerlo -.le sonrió -¿Sabes lo que vamos hacer? ¡Seguir vaciando esa estantería! Y si tenemos que quedarnos hasta el amanecer, lo haremos ¿Que te parece?

Me sonríe divertida y se incorpora de inmediato, mientras se coloca bien ese pelo despeinado.

-¡Esa es mi amiga! -chocamos las manos con tanta brutalidad que acabamos soplando como dos tontas las palmas, mientras nos reímos a carcajadas.

EL PLACER ES MÍO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora