El bolígrafo rebota en el suelo. Cómo ahora mismo rebota en mi cabeza lo que acabo de escuchar.
-No quería ser impertinente, Claudía. Sé perfectamente que entre nosotras nunca habrá algún tipo de relación y lo entiendo. Lo único que quiero es mantener la paz después de todo.
Sus palabras suenan en mis oídos como ecos en la lejanía. Y por un momento siento que el mundo se ha detenido, dejándome en el mismo lugar en el que empezó todo.
-¡Eres una descarada! -grito enfurecida dando un golpe en la mesa -. ¿Cómo se te ocurre venir hasta mi despacho, después de haber roto mi matrimonio?¡Dime! ¿Que quieres que te dé la enhorabuena?
-Creo que no ha sido una buena idea venir a decírtelo -responde levantandose de su silla.
Me levanto rápido de mi asiento y me dirijo hacia ella como una tormenta que arrasa absolutamente con todo.
-¡Ojalá la vida os devuelva todo lo que me habéis hecho! porque os lo devolverá. Y mientras estaré sentada esperando impaciente para ver cómo la pagáis por traidores.
Nos miramos fijamente en silencio. Su mirada irradia una victoria que sabe que había ganado hace tiempo, mientras que la mía era el resultado de una guerra perdida. Y sin nada más que decir se marcha, llevándose consigo el poder de haberme destruido una vez más.
Abro mi cajón de la mesa y saco aquella foto. Me quedo absorta observándola, recordando aquel lugar, aquello que una vez sentimos. Por muy extraño que parezca todavía seguía conservando nuestra foto. Quizás porque en el fondo y en lo más oscuro de mi corazón, siento algo por él aunque me cueste reconocerlo.
Siento una gran rabia por dentro y la rompo en pedazos. Mis lágrimas caen en lo que queda de el. Las recogo y las tiro a la basura. Quizás debería hacer lo mismo con lo que siento.
Después de unas horas, la tila me ha calmado bastante y me siento más relajada. Llamo por teléfono a Lucía para que se pase a mi oficina, pero no me lo coje ¡Que extraño! decido ir a buscarla, pero no está.
-Alejandro, ¿Donde está Lucía?
-Llamo temprano a la empresa para comunicar que no se encontraba bien.
Es raro que no me haya dicho nada. Siempre solemos decirnoslo todo, mejor dicho casi todo. Cojo mis cosas y me voy directamente para su casa. Intento comunicarme con ella por teléfono, pero no da señal de vida. Esto empieza a preocuparme. Después de saltarme dos semáforos en rojo por fin estoy en su puerta. Pego dos veces pero no me abre. Empiezo a impacientarme y cojo las llaves que tiene guardada debajo del felpudo en caso de emergencia.
Abro la puerta y lo primero que escucho es la música baja. Todo parece estar en su lugar. Voy caminando por el pasillo con un nudo en el estómago imaginándome lo peor. Cuando de repente veo en el suelo unas esposas. Mi mente se imagina cualquier escena de terror y corro hacia el salón, cuando de repente mis pies se paran en seco.
Veo a Lucía a cuatro patas, amarrada con las manos hacia atrás. Tiene la boca tapada, pero aún así puedo escuchar sus gritos que se escapan de esa tela. El hombre desconocido la penetra con brusquedad, mientras tira de esa cuerda que la tiene atada. El movimiento de sus caderas acompaña a los de ella que empujan con fuerza para sentirlo más adentro, más al fondo. Él le da tortazos en el trasero mientras ella se regocija de gusto. Ahora sé el porque no a contestado ni siquiera a mis llamadas.
Me da pena tener que interrumpirlos, porque sinceramente se estaba poniendo bastante interesante. Pero recuerdo el porqué estoy aquí.
-¡Creía que estabas enferma! -grito apoyada desde la puerta.
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EL PLACER ES MÍO
Storie d'amoreUn matrimonio millonario tiene en común una empresa muy reconocida en Barcelona. Todo es perfecto hasta que la infidelidad entra sin aviso y te destruye por completa. Claudia, que así se llama nuestra protagonista se adentra en un mundo sexual que d...