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El adulto se quedó en silencio, mirándole. Había algo extraño en su mirada, un reflejo de culpa y tristeza, y por algún motivo, Izuku odió esa mirada de inmediato. Cerró los ojos y agachó la cabeza, tratando de ocultar las lágrimas inútilmente.

-No quieres avanzar, porque sé la verdad.- continuó Izuku.- porque te da miedo que si me dejas solo, se lo diga a alguien más. Es eso, ¿Verdad?

Silencio. Eso fue lo que obtuvo. Izuku sentía que quería morirse allí mismo, cargando con todos los sentimientos que se agolpaban en su cabeza. Tristeza, vergüenza, rabia, miedo.

-No. No lo es.

La mano de Toshinori se apoyó en su hombro. El adulto se había acercado a él sin que lo notara, y el silencio de sus pasos solo le recordaron lo ingenuo que había sido por no darse cuenta antes. ¿Quién si no podía moverse de una manera tan sutil, tan sigilosa, sino All Might, el mismo hombre capaz de infiltrarse hasta en la más segura fortaleza?

-Tengo miedo, es cierto, pero no por que vieras mis cicatrices.-continuó el adulto, con un tono calmado.-tengo miedo por tí. Tú misión es enfrentarte a All For One, pero no puedes ni imaginar el horror que representa. Ni de lejos.

-¿Que...quieres decir?-le preguntó Izuku, levantando finalmente la mirada.

-Hay una historia. Una que nunca he llegado a contar.-Toshinori apartó la mirada.-la razón por la que ahora soy lo que ves delante. Por la que dejé de luchar. La historia de la muerte de All Might.

"La noche era tormentosa, de esas de las que solo se pueden augurar malos presagios. La lluvia y el viento sacudían los árboles y les arrancaba las hojas sin piedad, amenazando con desgarrar sus cortezas y romper sus ramas. La lluvia se mezclaba con la tierra y la hierba pisada por los soldados del Reino Negro, que se lanzaban en grandes hordas contra All Might. Sus armaduras negras brillaban con la luna, los ojos tras los cascos estaban llenos de una salvaje y visceral  sed de sangre. No importaban las heridas, o la perdida de un brazo o pierna, ellos se lanzaban como marionetas malditas contra él. Sin embargo, nada podían hacer contra All Might, quién empuñaba una espada cargada de voluntad y esperanza. Su cuerpo no se doblegaba a ninguno de los elementos. Ni el barro que pisaba, ni la lluvia, ni el viento, ni las armas de los enemigos podían hacerle caer. Durante más de diez asaltos aguantó peleando, sin ceder ni un solo instante.

Finalmente, el último de los soldados cayó al suelo, mezclándose en la pila de muertos que se acumulaba a su alrededor.

-¿Esto es todo?-fue la pregunta que lanzó al aire, lleno de orgullo.- ¡Esto no es nada! ¡No hay ejército, ni bestia que no pueda derrotar!

Pero en ese momento, una voz se alzó por encima del viento y la lluvia, fuerte como el acero, profunda como los barrancos de la montaña de los Rocks, pausada como el tiempo en un muro de nieve, y siniestra como una luna de sangre. La tormenta anunció la mala fortuna, pero el héroe no escuchó las advertencias.

-Esa fue una buena pelea.

Una figura se dibujó entre los árboles. A su paso, la vegetación moría, ahogada por su malévola presencia. Un hombre de rostro malévolo y figura elegante avanzó hasta el campo de batalla. En su mano portaba una lanza negra, embuída de la más oscura de las magias, capaz de pudrir la roca y cortar el aire. Tal presencia sobrecogía hasta al más valeroso de los guerreros, pero no a All Might. Éste levantó su espada hacia el desconocido, henchido de orgullo.

-¿Cuál es tu nombre, y por qué tu empeño en poner trabas en mi camino?

-Mi nombre.- el desconocido respondió levantando la lanza hacia All Might.- me llaman de muchas formas. Pero tú puedes llamarme... All For One.

All Might conocía aquel nombre. Casi no podía creer que el mismísimo rey del Reino Negro hubiera ido personalmente hasta allí, pero aún así, no retrocedió ni un solo paso.

-Conozco ese nombre.-le respondió con voz clara y fuerte.-He venido a llevarte ante la justicia de la muerte. ¡Tu reino de terror acaba aquí!

El héroe atacó al hombre, lanzando poderosos golpes que iluminaban a los rayos y esparcía las nubes, con una furia digna de un huracán. Su enemigo, sin embargo, no contraatacó. Sus golpes fueron desviados con la facilidad con la que se aparta la rama de un arbusto en el camino.

Aquello fue una batalla claramente pérdida, pero por aquel entonces, All Might ni siquiera podía verlo. Echó a mano la magia ancestral que durante años había estado aprendiendo, utilizó todos los golpes que había perfeccionado a lo largo de incontables batallas, pero nada daba resultado. Su enemigo se mantenía firme y calmado, calculando cada uno de los movimientos de All Might, hasta que finalmente lanzó su ataque. Un certero ataque que alcanzó su costado izquierdo.

Herido y derrotado por primera vez en su vida, All Might cayó al suelo, maldiciéndose por su insensatez. All For One avanzó hacia él, y le arrebató de las manos su espada, llevándosela consigo como un premio por su victoria, y dándole por muerto.

Sin embargo, aquel no fue el último día de All Might. La suerte o la desgracia hizo que una curandera pasara por allí al día siguiente, y encontrara al héroe caído. Curó sus heridas y le dio cobijo en su cabaña. El héroe no sabía cómo darle las gracias por su ayuda, cuando está le habló.

-La herida de tu costado, no sanara nunca.- le advirtió.-Su magia negra consumirá tu cuerpo y tu fuerza. Si tratas de usar tu magia, envenerará tu cuerpo y te matará en pocos minutos.

Aquella noche, All Might había hecho caso omiso de las advertencias. Había enfrentado a la tempestad temerariamente, y el precio por ello fue aquella herida. Ya no podía combatir, ya no podía permitirse el lujo de lanzarse contra la adversidad."

Toshinori soltó un suspiro y levantó su camisa, mostrando con vergüenza la herida de su costado izquierdo.

-Aquel día, no solo perdí la batalla.- le dijo.- Aquel día, All Might murió, y solo quedé yo.

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