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Lo primero que notó fue dolor. Un agudo y punzante dolor en sus brazos. Lo segundo, fue el aire golpeándole al ser zarandeado de un lado a otro. Dolía. Mucho. Cada vez que se movía, sus brazos le castigaban con un horrible dolor. Sintió que iba a perder  el conocimiento de nuevo, pero se resistió. Logró abrir los ojos, mirando a su alrededor para tratar de localizar al monstruo, hasta que notó un resplandor en un punto situado por encima de él.

Izuku saltó hacia el monstruo desde el segundo piso, sujetando la espada por encima de su cabeza y rodeado por un aura dorada.

-¡SLASH!

Aizawa ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. En tan solo un instante, Izuku lanzó un golpe descendente sobre el monstruo. La espada golpeó la dura piel azul y cortó limpiamente el brazo donde el monstruo sujetaba a Aizawa, seguido por dos gritos simultáneos que desgarraron el aire.

Takeyama se movió a tiempo para atrapar a ambos antes de que cayeran al suelo, a pesar de que aquel movimiento le costó un golpe furioso del monstruo, haciendo que la mujer chocara contra las vigas de madera que sujetaban el balcón del segundo piso, destrozándolo, pero logró proteger a los dos. El monstruo trató de lanzarse sobre ella, pero Takeyama le dio una fuerte patada, lanzándolo contra la pared contraria con tanta fuerza que la rompió, abriendo un agujero.

-Esto es malo.-el chico de la máscara se giró hacia su acompañante, rascándose de nerviosismo.-se supone que los Pussycats le tenían. ¡Se suponía que no tenía que morir!

-Tranquilizate, shigaraki.- le dijo el otro.- aún tenemos alternativas. Aquí hay otras dos magias interesantes. Por ejemplo, el de ese chico rubio...

-No es lo que pidió el maestro.- Insistió Shigaraki.

-Aún así, es mejor que volver con las manos vacías.

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Mirio salió del suelo y aterrizó tambaleándose, respirando fuerte para recuperar el aliento. No era capaz de encontrar a Tamaki, no estaba en los lugares habituales. Ni en la biblioteca, ni en su habitación, ni en el patio donde quedaban para comer, y empezaba a ponerse muy nervioso.

-¡Tamaki!-le llamó, levantando la voz todo lo que podía mientras echaba a correr por el pasillo.-¡Tamaki! ¿Dónde estás?

Mirio empezó a abrir cada puerta que encontraba, desesperado al ver que no obtenía respuesta. Recorrió toda la academia, revisó cada puerta y cada sala, hasta que finalmente encontró a Tamaki en el cuarto de la limpieza, escondido en el oscuro fondo y hecho una bola, cubriéndose la cabeza con los brazos.

-¡Tamaki!- le llamó Mirio, entrando en la estrecha sala y agachándose hacia él.-¡Venga levántate, tenemos que irnos!

Mirio trató de sujetar a su amigo del brazo y levantarle, pero éste se libró de él con un tirón, aterrado.

-Tamaki, vamos.-repitió Mirio con más calma.-no puedes quedarte aquí, no es seguro.

-No...él...está aquí...-Tamaki empezó a temblar, encogiéndose más.-Si salgo...va a ...en...encontrarme... No quiero...no quiero...

-Hey, está bien.-Mirio le atrajo hacia él y le abrazó.-no va a hacerte daño. Yo estoy aquí. Te llevaré a un lugar seguro, ¿De acuerdo?

Tamaki no dijo nada, pero asintió con la cabeza, accediendo a levantarse del suelo. Mirio le sujetó por los hombros y le llevó a paso rápido hasta la zona donde se estaban reuniendo los alumnos, guiados por los profesores.

-Mirio, Tamaki, por aquí.-les llamó uno de los clones de ectoplasm.-¿Estos son todos?

-Creo que si. -asintió Mirio.-¿Izuku ya ha llegado?

-¿Midoriya?- le preguntó Ectoplasm.- no le he visto, tal vez esté por aquí, pero...

-¡Tiene que haberse quedado allí!-exclamó Mirio.-¡Le dije que no hiciera tonterías! ¡Profesor Ectoplasm, cuide de Tamaki, por favor, iré a buscarle!

-¡No!- Tamaki le detuvo, sujetándose de su armadura.-¡Va a matarte! ¡No puedes ir, es peligroso!

-¡No tengo tiempo para esto!-Mirio apartó de sí a Tamaki.-¡Quédate aquí, volveré en seguida!

Mirio se alejó de él, echando a correr por el pasillo, pero Tamaki le persiguió. Un humo púrpura se formó a la espalda de Tamaki, del cual emergió una mano que le atrapó por la capucha. Tamaki gritó y trató de liberarse, pero varias manos cubiertas por una armadura negra se sumaron a la primera, arrastrándole.

-¡Tamaki!-Mirio frenó en seco y se dio la vuelta, tratando de alcanzarle, pero el humo púrpura le engulló antes de que su mano alcanzara la de Tamaki.

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Takeyama abrió sus manos, examinando a los dos rescatados, pero en cuanto lo hizo, Aizawa se levantó como pudo, asomándose al contenido de la otra mano, paralizado. Izuku apenas respiraba, con todos sus huesos destrozados. De repente, el dolor de sus brazos le pareció insignificante, y su mente se quedó en blanco totalmente.

-Aizawa.-le llamó Takeyama.- tengo que sacaros de aquí, asique no te muevas.

-Llevatelo tú.

Aizawa se había puesto de pie, ignorando el consejo de la mujer. Sujetó la cinta de su cuello con la boca y lanzó un gesto brusco con la cabeza, inmobilizándose los brazos con ayuda del resto de su cuerpo.

-¿Aizawa?-le llamó Takeyama.-¿Que estás diciendo? Tus brazos están rotos, no puedes...

-Aún tengo la boca y las piernas.-le cortó Aizawa. Su voz contenía una calma inquietante.- Puedo pelear. No me iré aún.

Takeyama trató de cerrar su mano para detenerle, pero Aizawa ya había saltado de su mano, usando su boca para utilizar sus cintas y balancearse hasta el suelo.

-¡Aizawa, tú no eres así de impulsivo!

-No soy impulsivo.-le respondió éste desde el suelo.-soy lógico. Yo no puedo cargar con nadie, y no puedes abandonar al monstruo a su antojo. Alguien tiene que quedarse para entretenerlo. Además, antes ví a Yamada inconsciente, apenas unos segundos antes de que Midoriya saltara contra el monstruo de esa forma. Si no está muy herido, trataré de despertarle.

-Aizawa...

-Vete. Ahora. Midoriya no vivirá mucho si no le llevas con Recovery Girl.

Takeyama gruñó de impotencia, pero accedió, dándose la vuelta y marchándose. Aizawa miró a su alrededor, percatándose que el chico de la máscara y el ser de humo púrpura no estaban allí, pero prefirió centrar la atención en Yamada, acercándose a él y empujandole con el pie.

-Yamada. ¿Puedes escucharme?

El rubio gruñó, volviendo a la realidad con dificultad. Alzó una mano, tanteando el aire en busca de algo donde sujetarse para levantarse, y Aizawa se agachó para ofrecerles el hombro.

-¿Ai...zawa?-le llamó. El pelo rubio se le había manchado de sangre por la herida del golpe, y parecía que le costaba mantenerse de pie.-Tus brazos...

-Olvídate de mí.-le dijo Aizawa.-Te necesito consciente. ¿Puedes moverte?

-Creo...que no...-Yamada soltó un intento de risa, deformada por el aturdimiento y el dolor.

-¿Puedes gritar?

-¿Cómo?

-El monstruo. Midoriya le cortó un brazo, pero sigue vivo. Su piel es demasiado dura como para que los golpes y las armas le afecten. Lo único que puede matarlo es tu voz.

-Pero...pero si lo hago...todo a mi alrededor...tú también...

-Me alejaré. Te ganaré tiempo para que recuperes las fuerzas que te queden, y me iré tan pronto hagas una señal.

El rugido del monstruo levantándose y regresando al campo de batalla llamó la atención de los dos adultos.  Era el momento, solo tenían una oportunidad para acabar con él.

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