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-Es...mentira...- Izuku respiró con fuerza, alejándose de Toshinori.

-Lo siento, Midoriya.- Toshinori volvió a colocar su camisa, alejándose un par de pasos.- pero incluso los héroes no pueden escapar de la muerte.

Izuku negó con la cabeza, encogiéndose y con los ojos llenos de lágrimas.

-Es...mentira...¡Es mentira!-le gritó, llevándose las manos a la cabeza.-¡No puede ser cierto!

-Chico...-Toshinori trató de acercarse a él, pero Izuku le esquivó y huyó.

Izuku ni siquiera sabía a dónde corría, o por cuánto tiempo lo haría, pero no se detuvo hasta que tropezó con algo y cayó al suelo. Trató de secarse las lágrimas y se giró para ver con qué había tropezado.

Una piedra. Una simple piedra le había hecho caer.

Izuku se sentó en el suelo y miró a su alrededor. Había salido de la arboleda y estaba en un campo cubierto de hierba de un verde muy vivo. Todoroki se acercó hasta él, llevando de las riendas a su caballo. Sin decirle nada, se agachó y se sentó a su lado. Izuku apartó la mirada de él. No quería hablar con nadie, ni siquiera consigo mismo. Solo deseaba poder olvidar todo lo que había oído, regresar a casa y abrazar a su madre. Quería volver atrás en el tiempo y olvidar todas aquellas historias que llenaban su cabeza, no haber conocido jamás a Toshinori.

Porque no podía entenderlo.

No podía entender que el héroe al que siempre había admirado, que las historias que le habían inspirado durante toda su vida, resultaran ser las historias de un hombre que se había consumido en la resignación durante años, hasta que no quedó nada más que una sombra de lo que fue alguna vez.

Por culpa de aquellas historias, de aquel hombre, le habían expulsado de su hogar, y ahora se dirigía hacia una muerte inevitable. Una muerte posiblemente más cruel y dolorosa que si hubiera sido directamente ejecutado.

La angustia y el miedo le invadieron, y ocultó su cara tras sus rodillas, sin poder evitar las lágrimas. Todoroki no sabía que decirle, y simplemente apoyó una mano en su espalda, en un intento de consolarlo.

-Voy a volver.

Fue lo que salió de la voz quebrada de Izuku. Todoroki no le respondió.

-Volveré a casa.- repitió Izuku.-prefiero que me ejecuten a seguir con esto.

-¿De verdad crees que vale la pena?- le preguntó Todoroki.

-¡Si! No quiero seguir. No PUEDO seguir. Ni siquiera All Might pudo ganarle, ¿Cómo voy a poder yo? Me capturará, me torturará. Si voy a morir, solo quiero que sea de una vez.

-Si vuelves ahora, terminaré otra vez en manos de mi padre.

-¡Me da igual!-izuku se levantó de golpe.-¡No me importan tus estúpidos problemas! ¡No me conciernen! All Might no pudo hacerle nada ni con su magia. ¡Yo ni siquiera puedo usar magia! ¿No lo ves? ¡TODO ESTO NO ES MÁS QUE UNA TONTERÍA! ¡No se en que estaba pensando, pero es completamente imposible para mí!

Dicho esto, se dio la vuelta y empezó a caminar de regreso a su ciudad sin llevarse nada consigo, aunque se terminara muriendo de hambre por el camino. Todoroki le vió alejarse, tomó las riendas de su caballo y se acercó a Izuku.

-¿Y que pasa con Toshinori?-le preguntó.-Él quiere enseñarte a pelear.

-¿Le has visto acaso hacerlo?-Izuku se giró hacia él, indignado.-¡No! ¡Porque no le importamos! ¡Ni tú, ni yo! De todas formas piensa abandonarnos una vez crucemos la frontera. ¡Simplemente se ha rendido conmigo! ¡Incluso él sabe que esto es inútil!

Todoroki trató de decirle algo más, pero entendió que no iba a hacerle cambiar de parecer, por lo que al final se rindió y se limitó a asentir, regresando a la arboleda. Izuku soltó un grito de frustración, y se dio la vuelta para seguir caminando.

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Ya estaba anocheciendo cuando Izuku llegó hasta una posada. No tenía planeado parar en ella, pues no tenía nada de dinero con él, y no le dejarían ni dormir en los establos, pero algo le hizo detenerse.

Guardias. Eran muchos, cerca de la veintena. Estaba agrupados a la puerta de la posada, cuando un guardia salió de ella y se acercó a sus compañeros.

Izuku sabía que se estaba arriesgando mucho, pero tenía mucha curiosidad por saber de lo que estaban hablando, asique se escondió tras el establo y se asomó un poco, tratando de escuchar.

-¿Y bien?- preguntó uno de los guardias.

-Tal y como pensábamos, Toshinori pasó por aquí hace unas semana, acompañado de dos críos. -le respondió el guardia que acababa de salir del edificio.

-Entonces, ya deben de haber cruzado la frontera.- bufó el otro.- al rey no le va a gustar esto.

-No. Si nos damos prisa, todavía podemos alcanzarlo. De todos modos, recuerda que el plan de emergencia es culpar a los bandidos si llegan a cruzar. Nadie sospecharía que los asaltaran.

Izuku sintió como el corazón se le aceleraba. Los estaban buscando. No. Los estaban cazando. El rey nunca tuvo la intención de perdonarlos, ni siquiera a su hijo por escaparse de casa. Y ellos todavía estaban en la arboleda, completamente ignorantes de lo que estaba pasando y a solo unas horas de allí. Es cierto que todavía estaba enfadado, pero tampoco quería abandonarlos a su suerte de aquella manera. Él no era así. Asique se alejó del establo y echó a correr de vuelta.

Un guardia le vió y dio la alarma a sus compañeros, que montaron en sus caballos y le rodearon en tan solo unos segundos. Izuku se asustó y miró a su alrededor, tratando de buscar un hueco por el que huir. Uno de los guardias le dio una patada y le tiró al suelo, para luego bajar del caballo y pisar su espalda, inmovilizándole.

-¿Dónde estan?-le preguntó. Izuku cerró los ojos y se mantuvo en silencio, por lo que el guardia puso más peso sobre cu pie, cortándole la respiración.-¡Responde, basura!

Izuku sintió que tenía ganas de llorar. Hiciera lo que hiciera, su destino iba a ser la muerte. Solo esperaba que Todoroki y Toshinori se cansarán de esperarle y cruzarán la frontera de una vez, que buscaran un lugar donde ponerse a salvo.

-Levantadle.- ordenó el guardia, quitándose de encima.- lo llevaremos con nosotros. Sabrá el camino.

Uno de los guardias asintió y subió a Izuku al caballo. Éste trató de resistirse, pero la fuerza del adulto era incluso mayor, asique terminó sentado frente al guardia y sujetándose a la silla de montar, asustado de caerse.

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