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En cuanto sus ojos se acostumbraron a la claridad, Izuku se dio cuenta de que habían salido a una pradera. La criatura donde iban montados los dos chicos se detuvo, girandose para escupir una fuerte llamarada al interior del túnel. Fue en ese preciso momento cuando Izuku se dio cuenta de que iba justamente montado en un dragón, y la emoción por ello anuló casi por completo el dolor proveniente de sus brazos. Él solo conocía de la existencia de los dragones por las historias de Toshinori, nunca se había imaginado llegar a ver uno en carne y hueso, y mucho menos montar sobre su lomo.

El dragón extendió las alas y las sacudió un par de veces, buscando desentumecerlas, para finalmente dar un par de potentes aletazos y elevarse del suelo. El chico rubio, sin embargo, empujó a Izuku fuera del dragón, dejándole caer al suelo.

-¡Se acabó la alianza!- le informó.-¡Ahora búscate la vida por tu cuenta!

-¡Oye, espera!-Izuku se incorporó como pudo, soportando el dolor de sus brazos.-¡No puedes dejarme aquí!

Pero el rubio no cambió de parecer, alejándose por el cielo sobre el dragón. Izuku miró nervioso a la entrada del túnel, levantándose del suelo como mejor pudo, y echó a correr en dirección al pueblo. No estaba muy lejos, apenas a unas pocas de decenas de metros, pero fue suficiente distancia para que algo saliera del suelo repentinamente, haciéndole caer y rodar.

Ragdoll y Tiger salieron del suelo, la primera sujetándose a los hombros del segundo, quién se había abierto paso a través del suelo convirtiendo sus brazos en una especie de taladro giratorio.

-¡No podemos permitir que te escapes!-le llamó Tiger.

-¡No es nada personal, chico, solo hacemos nuestro trabajo!-le siguió Ragdoll.-Nos contrataron para buscarte y capturarte, fue una suerte encontrarte aquí, asique se buen chico y regresa con nosotros.

-¡No!-se negó Izuku, levantándose del suelo como pudo, aterrado.-¡Alejaros de mí! ¡Dejadme en paz!

Izuku echó a correr de nuevo hacia el pueblo, esquivando como podía los ataques de sus perseguidores. Tiger lanzó un zarpazo a sus piernas, haciéndole caer. Izuku se giró y trató de defenderse. En un primer momento trató de lanzar un puñetazo, pero el dolor de su brazo le advirtió que no era una buena idea, asique en su lugar golpeó el aire con uno de sus dedos. El dolor que le produjo le dió a entender que estaba roto, pero a cambio logró lanzar una ráfaga de aire que obligó a Tiger a retroceder y a cubrirse de la hierba que arrancó del suelo. Izuku se sujetó la mano y volvió a levantarse, llorando del dolor. Si conseguía llegar hasta el pueblo, tal vez podía perderlos de vista. Era su única opción.

Finalmente logró alcanzar el primer edificio, apoyándose en una esquina para tomar aire antes de seguir corriendo. Ragdoll saltó a su lado, e Izuku sacrificó otro dedo en su desesperación por librarse de ella. El dolor era casi insoportable, pero si se detenía, sería su fin.

Empezó a correr en zig zag por las calles, tratando desesperadamente de escapar, cuando sintió que tiraban de su brazo hacia un lado e instintivamente lanzó otro golpe con uno de sus dedos. La ráfaga de aire pasó muy cerca de la cabeza de Yamada, provocándole varios cortes, pero el adulto no soltó a Izuku.

-¡Profesor Yamada!-Izuku se asustó al darse cuenta de a quien había atacado.-¡Lo siento mucho!

-¡Ya te disculparás luego, ahora corre!-le dijo el adulto, tirando de él.

Yamada llevó a Izuku por las calles del pueblo, esquivando a la gente que aún pasaba por allí, los cuales les lanzaban miradas confusas, para luego ser violentamente empujados por Tiger y Ragdoll.  Mandalay saltó desde uno de los tejados hacia ellos, pero Yamada hizo una finta y la esquivó, lanzando un breve grito que la aturdió el tiempo suficiente como para escapar de ella. Metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó una pequeña esfera, que lanzó al suelo. Al impactar, el objeto se rompió y liberó un denso humo, que empezó a expandirse por toda la calle. Yamada tiró de Izuku, dirigiéndose hacia una de las casas y ocultándose tras ella.

-Eso solo los ententendrá un poco.¿Estás bien?-le preguntó a Izuku. Éste asintió con la cabeza, aunque el aspecto de su mano y las lágrimas de dolor de su rostro decían lo contrario. Yamada le miró por un momento, cuestionándole, pero finalmente cedió, sacando un VR del bolsillo.-Tenemos que volver a Yuuei, están en peligro.

Murmuró el nombre de la academia y vertió el líquido en el suelo, que se espesó y se volvió amarillo. Yamada chistó con molestia al verlo, pero de todas formas saltó al interior junto a Izuku.

Izuku cerró los ojos en cuanto sintió el líquido cubriéndole, pero en cuanto la sensación se detuvo, trató de abrir los ojos, cuando la voz de Yamada golpeó sus oídos de repente.

-¡Mierda, apártate!

Izuku sintió que le empujaban a un lado, justo antes de que un enorme brazo de piel azul oscura golpeara a Yamada. El adulto literalmente salió volando y chocó con fuerza contra la pared, perdiendo la consciencia. Izuku no entendía lo que había pasado, pero logró moverse justo a tiempo para esquivar otro golpe.

La criatura que le había atacado era un monstruo de piel azul oscuro, dientes afilados, pico de ave y el cerebro al descubierto. En una de sus manos sujetaba el cuerpo inconsciente de Aizawa, a quien  usaba para mantener a raya a la profesora Takeyama, quién trataba de rescatar al adulto mientras los demás profesores evacuaban la academia, pues el monstruo no estaba solo. Le acompañaban incontables caballeros de armadura negra, quienes perseguían y atacaban a los estudiantes. Dos invasores se manenían apartados, resguardados por el caos de la batalla. Uno de ellos parecía un chico de la edad de Izuku, de pelo gris, y rostro cubierto por una máscara hecha de huesos de manos. Su acompañante era un hombre con la cara oculta por la capucha de un manto de viaje, pero Izuku no vio a ninguno de los dos. Su atención se centraba únicamente en el enorme monstruo que les estaba atacando.

El monstruo rugió y golpeó a Takeyama, quién había usado su magia para aumentar su tamaño, mientras zarandeaba a Aizawa de un lado a otro como si fuera una muñeca de trapo. Izuku trató de moverse. Tenía que hacer algo, no podía quedarse allí inmóvil, pero sus brazos le dolían, tenía tres dedos rotos, y el terror de su cuerpo le había paralizado las piernas. Uno de los soldados negros le vio y se dirigió hacia él, cuando Mirio atravesó el suelo y le dio un golpe en la cabeza, pillándolo desprevenido. Llevaba puesta una armadura muy simple que apenas protegía sus puntos vitales, con unos guantes que le permitían golpear con más fuerza, pero no parecía necesitar nada más. El caballero negro cayó hacia un lado de la impresión, perdiendo la espada, que Mirio tomó para asestarle un golpe mortal. En cuanto terminó, abandonó al caballero y sujetó a Izuku del brazo.

-¡ Izuku! ¡Vamos, tienes que venir!-le llamó.-¡Los profesores están llevando a todos a un lugar seguro, tienes que ir con ellos!

-Pero...-Izuku se giró hacia el monstruo, luego a Yamada.-Ellos...

-¡Esa cosa es demasiado fuerte, no hagas ninguna tontería!-le interrumpió Mirio.-¡Ve con los demás, yo tengo que encontrar a Tamaki primero!

Izuku asintió, por lo que Mirio tomó aire y volvió a atravesar el suelo. Sin embargo, Izuku no se movió del sitio. La imagen de la muerte de Toshinori golpeó su mente, reviviendo aquella horrible sensación de pánico. Sintió como su corazón se aceleraba, y su respiración se volvía más pesada.

"Eres un estorbo"

" Un crío que ni siquiera tiene la fuerza mental como para soportar una noticia así, ni el valor para pelear en ayuda de su compañero. "

Izuku miró sus brazos. No estaban rotos, solo le dolían, asique no podía simplemente huir. No podía salir corriendo como si nada. No quería ser una carga otra vez. Tomó aire y echó a correr, dirigiéndose a las habitaciones. Entró en su habitación y localizó en un instante su espada, desenfundándola. Algo hizo click dentro de su mente, dentro de su propio ser. Tenía que intentarlo. Tenía que hacer algo.

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