11

1 0 0
                                    

Izuku leyó dos veces más la nota. Le hubiera gustado sentirse enfadado. Quería sentirse enfadado. Pero la tristeza mezclada con la culpa no le dejaban. También sentía en el fondo que no tenía ningún derecho a juzgarle por ocultarle cosas. Desde el inicio, Toshinori ya sabía que iba a morir, lo único que había hecho era protegerle. Eso solo hizo que se sintiera peor por haber salido corriendo de aquella forma, por haber dicho todo lo que dijo a Todoroki. Por preferir correr hacia la muerte en lugar de tratar de confiar en él.

Todoroki esperó unos minutos a que Izuku se calmara un poco, y luego le recordó que tenían que continuar con su camino y cruzar la frontera. Izuku no tenía ganas de irse, pero entendía que tampoco podía quedarse allí, asique asintió y siguió a Todoroki, guardando la libreta junto con la nota en su bolsa.

Todoroki dejó que Izuku se subiera al caballo para ir más rápido, y tras asegurar las bolsas, se pusieron en marcha.

Llegar a la frontera y cruzarla les llevó toda la noche, pero finalmente se encontraron en Hissei. El terreno se llenó de árboles rápidamente, dando paso a un bosque de árboles altos y copas tupidas, dejando que la luz se filtrara entre las hojas, manchando todo de puntos de luz. Los árboles tenían troncos lisos, a veces pardos, otras más blancos, y los helechos crecían allí y allá, completamente libres de crecer como les viniera en gana. El aire era fresco, y todo estaba muy tranquilo a su alrededor. Habría sido una visión hermosa, si no fuera por el cansancio de ambos jinetes.

Todoroki miró a su alrededor, y tras comprobar que no había ningún peligro, desmontó y ayudó a Izuku a bajar del caballo, desatando el equipaje y dejándolo en el suelo. Encendió una pequeña hoguera con unas pocas ramas y hojas, y sacó algo de pescado ahumado para poder comer. Izuku, sin embargo, comió sin ganas, completamente en silencio. Desde lo ocurrido, Izuku no había vuelto a pronunciar ni una palabra.

-¿Necesitas hablar?- le preguntó finalmente Todoroki, sin recibir respuesta.- No soy muy empático, pero se escuchar.

Izuku negó con la cabeza.

-Cuando estaba en palacio, todos los días era un banquete.- volvió a intentar Todoroki.-asique esto de racionar la comida me cuesta un poco. ¿Que me dices de tí? ¿También te cuesta?

Izuku no respondió.

-Lo que ha sucedido no ha sido tu culpa.- insistió Todoroki.- era algo inevitable, y Toshinori lo afrontó sin miedo.

Los ojos de Izuku brillaron por un momento. Terminó de comer y se abrazó a la bolsa de Toshinori, tumbándose y dándole la espalda a Todoroki. Este finalmente se rindió y apoyó la cabeza en su bolsa de viaje, tratando de dormir un poco.

---------------------------------

Izuku se sentía como si flotara, su cuerpo totalmente liviano. Era una sensación extraña, maravillosa y al mismo tiempo aterradora. Descubrió que no podía moverse, ni ver nada. Era como si la nada le hubiera tragado por completo. Sin embargo, no estaba solo allí. Podía percibir varias presencias a su alrededor, pero no podía ver de quienes se trataban. Sintió un ligero picor en su hombro. Escuchó una voz llamándole a lo lejos, al principio débil, pero luego ganó fuerza con rapidez. Era la voz de Todoroki, llamándole.

Izuku abrió los ojos, encontrándose de frente al joven príncipe.

-Ya ha amanecido.-le informó éste.- tenemos que seguir el camino.

Izuku asintió, incorporándose del suelo y subiendo al caballo detrás de Todoroki. No le dijo nada sobre el sueño, no le dio importancia. Solo era un sueño extraño. Solo eso.

Retomaron el camino por el bosque, pero esta vez a un ritmo más tranquilo. Izuku ya empezaba a acostumbrarse a estar sentado sobre el caballo, a sujetarse a él con las piernas y al torso de Todoroki porque no tenía silla de montar. El joven príncipe trataba de sacarle conversación de vez en cuando, con la esperanza de animarlo, pero todo lo que recibía de Izuku era silencio.

El camino se bifurcó un poco más adelante, con un cartel de madera clavado en el árbol divisor y rodeado de hiedra. Todoroki bajó del caballo y se acercó al cartel para arrancar la hiedra de él. Debajo, la madera se había podrido y estaba mohosa, las letras grabadas en él eran casi ilegibles.

-Parece ser que nadie pasa por aquí desde hace mucho.- comentó Todoroki, a pesar de que sabía que sería lo mismo que hablar solo.- es extraño, porque Hissei es prácticamente el único reino por el que se puede acceder por tierra. Aunque, teniendo en cuenta de que mi padre siempre prefirió comerciar por mar, eso explicaría que no se interesarán tanto por conectar nuestros dos reinos.

Izuku bajó del caballo y sacó la libreta de Toshinori, pasando las páginas. Se acercó a Todoroki y le enseñó una página en específico, donde había dibujado un mapa a grandes trazos. Al parecer, el camino de la derecha llevaba a una aldea cercana, mientras que el de la izquierda se perdía en el bosque y terminaba en una península, donde estaba escrita la palabra "Yuuei". Todoroki calculó a ojo un par de días de recorrido.

-Está bien, supongo que primero deberíamos acercarnos a la aldea y recoger algunas provisiones. Porque nuestro objetivo era Yuuei, ¿cierto?

Izuku asintió con la cabeza, y ambos volvieron a montar en el caballo, tomando el camino de la derecha.

Mientras avanzaban, Todoroki iba pensando en cómo lo harían para conseguir dinero y comida. Ya no podía depender en las historias de Izuku, viendo el estado en el que estaba, y a él no se le daba bien contar historias. Tal vez podían simplemente robar la comida, pero eso solo provocaría que los guardias del reino se les echara encima. Tampoco podía vender el caballo, porque lo necesitaban para seguir desplazándose. Asique estaba en una encrucijada. Sintió como Izuku apoyaba la frente contra su espalda y comenzaba a sollozar, y respiró hondo. No podía culparlo por sentirse así, pero a él lo habían criado como si fuera un soldado más, asique no era capaz de comprender el dolor por el que estaba pasando Izuku. En Hosu, los soldados eran arrancados de los brazos de sus madres en cuanto empezaban a andar, entrenándoles hasta que se les rompían los huesos. Allí, sentir emociones era sinónimo de debilidad, y se les adiestrada para anular los sentimientos y cualquier rastro de empatía. Pero Izuku no era así. Él había nacido en el campo, y se había criado en una casa cálida y amable. Él no entendía la crudeza de la batalla, la realidad de la muerte, por lo que era lógico que le costara asimilar todo aquello.

Bnha Fantasy AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora