Cuando finalmente divisaron el pueblo, Izuku se detuvo, admirando la vista. Las casas eran de colores suaves y los tejados rojos. Muchas de las paredes de los edificios tenían dibujos pintados con pigmentos de colores cálidos. En el aire se respiraba el olor del pan recién hecho mezclado con el que provenía de las distintas casas, mientras sus habitantes hacían la comida. Todo el pueblo estaba rodeado de campos de cultivo, en el que aún permanecían unos pocos adultos terminando de recoger sus herramientas para volver a sus casas.
Yamada captó la atención de Izuku para que siguiera caminando, y el joven siguió al adulto mientras cruzaban los campos de cultivo. Allá por donde pasaban, la gente se detenía y les miraba, para luego apretar el paso e ir de casa en casa, asomándose a las ventanas y llamando a sus vecinos. Izuku se fijó en que las ropas de sus habitantes eran similares a las que llevaban en Hissei, pero más ceñidas al cuerpo y las faldas por encima de los tobillos para que no le estorbaran a la hora de ir a los campos. Los niños que estaban jugando en la calle miraron a Yamada y fueron corriendo a avisar a sus madres.
En pocos minutos, ambos recién llegados empezaron a verse rodeados de gente, llamando casi a gritos a Yamada por un nombre que Izuku no había escuchado antes.
-¡Present Mic! ¡MIC!-llamó una mujer pon el pelo recogido en un moño, que se había quedado bastante por detrás de la multitud.-¡Canta, cántanos algo!
-¡Eso!-le secundó otra persona.-¡Queremos escucharte!
-Que remedio.-Yamada se rió y sujetó a Izuku de la muñeca mientras avanzaba como podía.-No te separes, o te terminarán pisando.
Izuku miró impresionado a la multitud. No se imaginaba que hubiera alguien que pudiera recibir una bienvenida tan similar a la que recibía Toshinori. Además, le llamaba mucho la atención que no usarán el nombre real de Yamada, sino aquel nombre tan extraño. Empezó a revivir la misma sensación que tenía cuando viajaba con el adulto, y el como ambos se veían rodeados de personas nada más llegar. Se permitió el lujo de disfrutar de aquel sentimiento, dejándose llevar a un momento más feliz, más agradable, hasta que oyó a una persona preguntar.
-¿Quién es el chico? ¿Es tu hijo?
Izuku se puso tenso. Por un momentito temió lo que Yamada pudiera decir de él, cuando el adulto soltó una carcajada.
-¡Si!- soltó sin más, riéndose.
Izuku sintió ganas de golpearlo. ¿Cómo que sí? ¡Él no era su hijo! ¿Por qué había mentido?
Pero curiosamente, el tema se quedó ahí, y nadie más volvió a preguntar por él ni a prestarle especial atención.
Yamada logró finalmente llegar hasta la plaza central del pueblo, en cuyo centro había una gran fuente de piedra. El adulto soltó finalmente a Izuku y se subió al bordillo de la fuente.
-Bien, aquí nos separamos. Trata de no perderte, ¿Vale?.-le dijo a Izuku, para luego girarse hacia la gente y exclamar.-¡Ya he llegado, gente de Shinkoku! ¡Si están emocionados, griten YEA!
La multitud gritó al unísono, siguiéndole el juego a Yamada. Izuku sintió curiosidad de como se desenvolvería el adulto, y que tan distinto podía ser de Toshinori, pero decidió centrarse en la misión que le había dado. Así pues, se alejó de la multitud y se internó entre las calles del pueblo. Al principio quiso avanzar a paso rápido, pero fue aminorando poco a poco, lleno de curiosidad por los dibujos de las paredes. Las figuras representadas estaban llenas de colores alegres, a pesar de lo abstracto y casi amorfo de sus formas. Tanto era así que se olvidó por unos minutos para que habían ido allí, y para cuando quiso darse cuenta, ya habían pasado cerca de dos horas. Apurado, Izuku echó a correr por las calles, tratando de ignorar los dibujos de las paredes.
Finalmente logró encontrar la tienda que Yamada le había mencionado. El edificio tenía una forma de lo más peculiar, de paredes redondas y con el tejado coronado por dos chimeneas cónicas. Por encima de la puerta de madera roja podía verse un cartel pintado con cuatro colores distintos.
"Pussycats. No hay nada ni nadie a quien no podamos encontrar."
Izuku se acercó a la puerta y llamó. Al cabo de un par de segundos, la puerta se abrió, dando paso a un hombre tan alto y musculoso como un armario, vestido con ropas de colores pastel y orejas, garras y cola de gato de mentira. Tenía seis bigotes maquillados en las mejillas y kohl negro alrededor de los ojos. La vista era tan extravagante que intimidó a Izuku, haciéndole retroceder.
-¡Tiger, estás asustando a nuestro cliente!-le regañó una voz tras él. Una mujer vestida exactamente de la misma forma que el hombre apartó a la mole de la puerta y se asomó hacia el exterior, agachándose un poco y recogiendo los brazos como si fuera un felino.-¡Bienvenido a nuestra tienda! Pasa, por favor. ¡Vamos, sin miedo!
La mujer no esperó a que Izuku reaccionara, sujetándole de un brazo con los guantes en forma de zarpas de gato y tirando de él hacia el interior del edificio.
Por dentro, el lugar está atestado completamente de objetos de todo tipo, desde los más simples y comunes, hasta los más extravagantes y complejos. En el Interior estaban dos chicas más, vestidas de igual forma que los otros dos.
-Mi nombre es Ragdoll.-se presentó la mujer que había tirado de Izuku hacia el interior del edificio.-el hombre de la entrada es Tiger, la mujer de ahí con el pelo castaño es Mandalay, y la otra es nuestra querida Pixie-bob.
-¿Ves algo que te interese?-le preguntó Mandalay, acercándose a él y señalando a su alrededor.
-Si, todo aquí me llama la atención, pero... En realidad, vengo de parte del prof...Present Mic.-Izuku se corrigió de inmediato, cayendo en la cuenta de que tal vez no le conocieran por su nombre real.
-¡Oh, hablas de Hizashi!-exclamó Pixie, dirigiéndose hacia él montón de objetos extraños que había repartidos por toda la casa.-si, tenemos lo que pidió, espera un momento mientras voy a buscarlo.
-¿Quieres algo más?-le preguntó Ragdoll.-¿Hago galletas? ¿Quieres que te enseñe el pueblo?
-No, gracias.-se negó Izuku amablemente.-creo que voy a echar un vistazo por aquí.
Izuku trató de apartase un poco de ella, algo intimidado por la desbordante energía que manifestaba Ragdoll, y centró su atención en los objetos repartidos por la casa. Esperó durante varios minutos, pero Pixie aún no regresaba, y enpezó a ponerse nervioso. Yamada le había advertido que no se quedara allí más de lo necesario, y definitivamente, el ambiente recargado de aquella casa le estaba empezando a agobiar.
-¿Aún no lo encuentran?-preguntó a Mandalay.
-Hay muchas cosas aquí, asique puede que lleve un poco de tiempo.-le dijo ésta. -Por favor, se un poco más paciente.
Izuku asintió, regresando la atención a los objetos. Sin embargo, los minutos terminaron convirtiéndose en hora y media, y para entonces, Izuku ya había examinado media casa casi por completo. Empezó a preocuparse de que Yamada empezara a impacientarse de su tardanza, asique trató de apurar una vez más a los tres adultos allí, cuando su mano tocó algo. Sintió un escalofrío recorrer su brazo hasta su pecho, y al girarse, descubrió que había tocado un casco de metal negro. Al principio se extrañó de no haberlo notado antes, y tampoco le dio demasiada importancia, hasta que sintió un fuerte golpe en la cabeza. Izuku tropezó y tiró al suelo varios objetos, aturdido, pero logró mantenerse de pie. Solo para ver a Mandalay abalanzándose sobre él.
-¡Muy flojo, Pixie!-exclamó la mujer, lanzando un zarpazo contra Izuku. Éste logró esquivarlo por muy poco, cuando Tiger lo atacó por la espalda y le dejó inconsciente.
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Bnha Fantasy AU
FanfictionUn desafortunado accidente obliga a Izuku a abandonar su hogar, acompañado de Toshinori, un tranquilo viajero que disfruta contando historias allá por donde pasa. Lo que Izuku no sabe es que su acompañante esconde un triste secreto, que le terminará...