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-¡Tamaki Amajiki, sal de ahí!-Kan le dio una pequeña patada a la almeja.-¡No puedes esconderte cada vez que te toca entrenar tu magia!

-¡No!- se negó Tamaki desde el interior de su escondite.-No puedo...no puedo hacerlo...

-¡Claro que puedes!-insistió Kan.-¡De los dos usuarios de magia arcana de Yuuei, la tuya es la más sencilla! ¿Cómo no vas a poder? ¡Cobarde, deja de esconderte!

-¿Pero está seguro de que tiene magia útil?- preguntó Denki.- nunca le he visto usarla, más allá de esconderse en esa almeja. De verdad que es un poco patético.

-Dejalo, Denki, solo está asustado.- le dijo Izuku.- y que el profesor Kan lo trate así no está ayudando.

- Pues si tanto te preocupa, ve y dile algo.- Le retó Denki.- no entiendo por qué te molestas con cosas como esta. Míralo, se pasa todo el tiempo en la biblioteca, o pegado a Mirio. Parece una niña.

- Denki, ha escapado de una guerra.- Izuku apretó los puños, tratando de mantener la calma. Sabía que si le golpeaba, podría activar accidentalmente el One For All, y romperse el brazo.-¡Está traumatizado!

-¡Ese no es mi problema!- Insistió Denki.-¡Está entorpeciendo el entrenamiento, ni siquiera lo intenta!

-¡Ya basta!- les llamó Kan, olvidándose de Tamaki y dirigiéndose hacia ellos.-Puesto que Tamaki no va a colaborar hoy, ustedes dos seguirán con el entrenamiento.

Denki e Izuku asintieron al mismo tiempo, poniéndose firmes. Kan se cruzó de brazos y empezó a darles indicaciones, reanudando el entrenamiento sin Tamaki. Éste permaneció escondido hasta el final del entrenamiento, cuando se habían ido todos y solo quedaban él e Izuku, quién se sentó a su lado igual que el día anterior.

- Lo siento...-se disculpó Tamaki cuando finalmente se decidió a salir de su escondite, tirando de su capucha hacia abajo.- Denki tiene razón, ni siquiera soy capaz de intentarlo.

-¿Por qué?- le preguntó Izuku.- no es como Denki, puedes controlarlo, ¿No? Cruzaste todo el mar con tu magia.

-Es...es...complicado...- Tamaki respiró hondo varias veces. Daba la impresión de que trataba de evitar un ataque de pánico.- no quiero...hablar de eso ... Por favor...

Izuku asintió, entendiendo. Suspiró y se levantó del suelo, ayudando a Tamaki a levantarse. Ya casi era la hora de la comida, y aunque sabía que Tamaki no iría al comedor, no quería irse y dejarle allí. Le acompañó hasta el ala éste, donde estaban situadas las cocinas, para que recogiera su plato y pudiera ir al patio donde siempre comía con Mirio.

-Puedo ir yo solo.- le dijo Tamaki, mirando al suelo con la bandeja en las manos.-No tienes por qué tomarte la molestia de llegar tarde al comedor.

- No es una molestia.- negó Izuku.- me gusta pasar un poco de tiempo contigo, ya que Mirio se fue esta mañana. El comedor es un poco agobiante.

- No es verdad.- negó Tamaki.- solo no quieres ver a Denki. No tienes por qué mentirme para hacerme sentir mejor.

-No estoy mintiendo.- insistió Izuku.-bueno, la verdad es que es un poco molesto tener que tratar con Denki y los demás. Me cuesta creer que en un lugar como Yuuei hayan personas como él.

-Es...normal. La gente como yo o Mirio son tratados en otros sitios como...como a los animales mágicos. Es así en muchos lados. Lo extraño eres tú. Hosu tiene... esclavos, ¿Cierto?

Izuku asintió en silencio. No era muy común ver animales mágicos en Hosu, pero cuando lo hacían, solían ser mascotas o haciendo trabajos que nadie más quería hacer, como limpiar los establos. 

-Si, pero...yo soy de las afueras, no estoy acostumbrado a ver ese tipo de cosas. Y en las historias que contaba Toshinori, todos eran tratados con el mismo respeto, sin importar de dónde fueran o si eran animales mágicos. Era impresionante, asique yo también empecé a verlos de la misma forma.-le explicó Izuku.-muchos niños solo se centraban en las aventuras de All Might, el protagonista de sus historias, pero a mí me impresionaba la forma en la que conocía y trataba a todos cuantos se encontraba por el camino.

-Ya veo...tienes mucha suerte.- Tamaki se encogió un poco.- deberías irte al comedor, se van a enfadar contigo. Cuando termines, estaré en la biblioteca.

Izuku asintió y se dio la vuelta para alejarse, cuando escuchó a Tamaki decirle casi a media voz:

-Me gustaría haber podido escuchar una de sus historias.

Izuku se detuvo, con el corazón en un puño al escuchar aquello. Fue a responderle, pero Tamaki se apresuró a alejarse, encogiéndose un poco.

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El hecho de que se levantara de la mesa antes de que recogieran su plato le ganó una reprimenda de Tenya, completamente indignado ante el gesto, pero Izuku no le escuchó y se apresuró a salir del comedor, dirigiéndose directamente a la biblioteca. 

Tamaki ya estaba allí, sentado en una de las mesas más alejadas de la entrada y con un libro entre las manos. A simple vista, no parecía nada en especial, pero al acercarse a él, se dio cuenta de que el libro era completamente distinto a cualquier otro de la biblioteca. La portada era de cuero apenas trabajado o pulido, muy desgastado y con un par de esquinas rotas. En su portada no había letras, solo ocho estrellas de cuatro puntas colocadas por la portada de forma casi arbitraria. Tamaki se levantó al ver a Izuku acercarse, y le tendió el libro como si en su lugar portara una corona.

Izuku miró sin entender a Tamaki por un momento, lo que hizo que este desviará la mirada, pero de todas formas tomó el libro de las manos de Tamaki. En el momento en que el cuero del libro tocó su mano, sintió una especie de descarga eléctrica recorrer su cuerpo desde la punta de sus dedos hasta su tórax, y lo entendió de inmediato.

-One...For...All.- recitó en voz baja, tomando el libro entre sus manos. Se sentía como si estuviera sujetando un tesoro más antiguo que la montaña Diente Blanco, y más valioso que el oro.

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