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Izuku se abrazó a la bolsa de Toshinori, girando sobre sí mismo hasta ponerse boca arriba. Después de lo que pasó en la biblioteca, había pasado el resto del tiempo con un mal sabor de boca. Su objetivo había sido convencerles para que le ayudaran a controlar el One For All, no para hacer llorar a Tamaki de aquella forma.

"Desde que le conozco, nunca le había visto llorar"

Las palabras de Mirio le hicieron sentirse mal, triste. Izuku tendía a mostrar sus emociones con facilidad, asique no podía imaginarse lo que era vivir teniendo que guardar para sí mismo el dolor. Recordó los primeros días tras la muerte de Toshinori. Fueron muy duros y dolorosos, tanto que no podía ni hablar con nadie, y se sentía constantemente vacío y culpable. Ahora dolía menos, pero seguía sintiéndose triste cuando lo recordaba. ¿Tamaki estaba sufriendo también? Tener que huir de tu hogar, de tu reino, por culpa de una guerra...

Recordó la forma en la que le había abrazado cuando contó su historia. Tal vez Tamaki había perdido a alguien también, alguien cercano, de una forma horrible. Recordó como había entrado en pánico la primera vez, cuando usó accidentalmente el One For All. No recordaba con claridad lo que pasó justo después de que se rompiera el brazo, pero los gritos desesperados de Tamaki buscando ayuda se habían grabado en su mente, y luego, cuando le dijo que no quería que siguiera buscando información sobre el One For All, Mirio tuvo que llevárselo a otro lado para que se calmara.

Soltó un suspiro y se levantó de la cama, saliendo al pasillo. Bajó con cuidado las escaleras, procurando hacer el menor ruido posible para no despertar a nadie, y empezó a recorrer el piso inferior de la academia en completo silencio.

En el silencio de la noche, se podía escuchar como el frío aire otoñal recorría los pasillos y silbaba al pasar por las rendijas de las puertas de las aulas. En los dos patios menores, las fuentes de piedra transformaban el murmullo del agua que transportaban en casi un estruendo. Vio como un búho se posaba en lo alto de una de las fuentes, agachándose para beber el agua antes de volver a alzar el vuelo. Izuku siguió los movimientos del ave con la mirada. Era silencioso y bonito, pero no tan elegante y majestuoso como el del Fénix del Árbol de almas donde había hablado por última vez con Toshinori.

Después de un rato vagando de un lado a otro, finalmente le empezó a entrar sueño, y decidió regresar a su habitación. Sin embargo, al pasar por el patio mayor, se detuvo. Mirio estaba allí, tumbado sobre el suelo de piedra y mirando hacia el cielo. Tamaki estaba sentado a su lado, abrazando una almohada. Ahora que lo pensaba, Izuku siempre los veía juntos, como si ninguno de los dos no pudiera funcionar por si mismo.

Tamaki fue el primero en ver a Izuku, e inmediatamente apartó la mirada. Al notarlo, Mirio se incorporó, viendo a Izuku.

-Ey, ¿Tú tampoco puedes dormir?- le preguntó con una sonrisa.-¿Quieres venir un rato?

-No, yo... Ya volvía a mi habitación.- se excusó Izuku.

-¡Venga, ven!- insistió Mirio.-Estabamos mirando las estrellas. Hissei tiene un cielo muy bonito, me recuerda al de las Tierras Salvajes del Oeste.

Izuku dudó por un segundo, pero finalmente asintió y se acercó a ellos, sentándose al lado de Mirio. Tamaki parecía más calmado que antes, pero aún así prefería ocultarse con la capucha, tal vez para que Izuku no viera los efectos de las lágrimas en sus ojos.

-Por cierto, ¿Por qué estás abrazando esa bolsa?-le preguntó Mirio de repente.

Izuku bajó la mirada hasta sus brazos. No se había dado cuenta de que había estado llevando la bolsa de Toshinori de un lado a otro.

-Pues...-Izuku se encogió un poco, avergonzado.-Era de Toshinori. No puedo dormir sin ella. Me hace sentir...que aún está cerca de mí. Se que suena tonto.

-Para nada, a Tamaki le pasa lo mismo.-Sonrió Mirio.-Tiene que dormir abrazado a mí, o no es capaz de dormir nada.

-¡Mirio, no lo digas así!-Tamaki se encogió todo lo que pudo y tiró de su capucha con ambas manos, rojo de vergüenza.-Suena raro.

-¿Que tiene de raro?-le preguntó inocentemente Mirio, sin entender.-Tienes problemas para dormir, es normal que te ayude con eso. Es lo que hacen los amigos, ayudarse.

-Ese no es el punto...-Tamaki bajó la voz, tirando de la capucha con tanta fuerza que dio la impresión de que iba a romperla.

-Siento lo que pasó en la biblioteca.-se disculpó Izuku.-no quería hacerte sentir mal.

Tamaki soltó un poco la capucha, asomándose para mirar a Izuku.

-Está bien.-le tranquilizó.- Es solo...eres como Mirio. Los dos sois valientes, confiados. Yo solo soy una carga para vosotros.

-¿Que dices? ¡Sabes que eso no es cierto!-negó Mirio.-Tamaki, eres mi amigo, estoy muy feliz de poder pasar tiempo contigo.

-Pero si no me hubieras encontrado, ahora serías el mejor pescador de tu tribu.-Insistió Tamaki.

-¿De verdad?-Izuku se giró hacia Mirio-¿Eras pescador?

-Pues sí.- Mirio soltó una risita.-Pero no tanto como eso de "el mejor". Mi padre si que es un gran pescador. Aquel día habíamos salido a buscar al gran Bobby, era nuestro sueño atraparlo. Solo los mejores pescadores eran capaces de atraparlo en sus redes y sacarlo del agua. La noche anterior hubo una fuerte tormenta, y era muy posible que se hubiera acercado a la superficie, asique tomamos nuestro barco y salimos al mar. Pasamos cerca de dos semanas en mar abierto, pescando con nuestras redes, pero no íbamos a darnos por vencidos. Al final, logramos atrapar al gran Bobby, pero en ese momento algo se enganchó en la red y escapó. Cuando recogimos la red, Tamaki estaba inconsciente y enredado en ella. ¡Mi padre pensó que se trataba de una sirena, porque había pasado aquellas dos semanas nadando y sobreviviendo con las características de un pez! Fue así como le conocí. Al principio me costó mucho que confiara en mí, pero poco a poco empezó a dejar que me acercara, y me explicó que había huido de Kamino por una guerra, aprovechando la tormenta. Mis padres pensaron que los dioses me habían elegido para llevarle a un lugar seguro, y pensé en llevarle a Hissei. Allí, escuchamos acerca de Yuuei, y pensé que aquel lugar debía de ser el lugar seguro al que debía llevarle, pero una vez que llegamos aquí, simplemente no pude marcharme. Tamaki me necesita, y aquí hay cosas muy interesantes de las que quiero aprender más.

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