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En cuanto Izuku logró controlar las lágrimas, se animó a tomar el libro que Tamaki le había dado, sentándose en la mesa para poder leerlo con tranquilidad. Tamaki, por su parte, tomó otro libro de una de las estanterías y se refugió en él. A pesar de que le había dicho a Mirio que pensaría en algo para entrenarlo, no se atrevía a ello, y al final se había decidido por una vía más segura, una en la que Izuku no corriera el riesgo de hacerse daño. No tenía la misma confianza que Mirio para entrenarle, y le daba mucho miedo lo que pudiera pasar. Sin embargo, Izuku cerró el libro tras media hora, levantándose de la mesa.

-¿Izuku?- le llamó Tamaki, temiendo que estuviera haciendo algo mal.

-Tamaki, este libro...- Izuku tomó aire, temblando ligeramente de la emoción.-es increíble. De verdad. Aquí se describen las magias y las experiencias de cada una de las personas que la portaron. Poder aprender sobre ellos de esta forma...es increíble.

-¿Y por qué lo has cerrado?

-Porque acabo de recordar algo.- Izuku se giró hacia él.-antes dijiste que te hubiera gustado escuchar una de las historias de Toshinori. Yo las conozco todas. Puedo contarte una si quieres.

-¿De verdad?- Tamaki tiró un poco de su capucha hacia abajo.-pero...¿puedes hacerlo? ¿No te...duele?

- Si, un poco.-admitió Izuku, bajando un momento la mirada- pero quiero hacerlo. A Toshinori le gustaba contar historias, estoy seguro de que habría querido que escucharas alguna.

Tamaki asintió despacio, agradecido, asique Izuku se sentó a su lado y comenzó a contar una de las tantas historias que conocía. Trató de elegir una divertida, para mitigar el dolor que le causó el recordarlo en cuanto empezó su narración. Sin embargo, en cuanto empezó, el recuerdo de Toshinori escuchándole feliz entre la multitud curiosa regresó a su mente. Echaba de menos esos momentos, cuando solo iban de pueblo en pueblo contando historias mientras se dirigían a la frontera.

Cuando finalmente la historia terminó, se dio cuenta de que estaba llorando, y se sintió avergonzado, imaginándose la escena que posiblemente había dado. Había querido animar un poco a Tamaki, pero tal vez solo había conseguido incomodarle al romper a llorar sin darse cuenta. Cerró los ojos y apartó la cabeza, tratando de limpiarse las lágrimas con una manga.

-Perdona.-se disculpó.- no he podido evitarlo.

-Está bien. - Tamaki torció la boca en un intento de sonrisa, tirando de su capucha hacia abajo.- me ha gustado. Ha sido... divertido.

-¿De verdad?-le preguntó Izuku. Tamaki asintió despacio.-gracias. temía que te hubieras sentido incómodo.

-Estás triste. Mirio dice que llorar cuando estás mal no es malo.

-Mirio y tú siempre estáis juntos. Debe de ser muy importante para tí, ¿No?

-Si.-admitió Tamaki.- Mirio es...es como un sol. Es amable y paciente conmigo. Es como...si pudiera iluminarlo todo con su presencia.

Izuku asintió. Tamaki tenía razón acerca de aquello. En el mismo momento en que había conocido a Mirio, había sentido una calidez que bien podía describirse como la del sol, una amabilidad que no juzgaba a nadie, que estaba dispuesto a acoger a todos a su alrededor. Podía entender por qué a Tamaki le gustaba tanto pasar tiempo con él. Se sentía muy cómodo estar simplemente a su lado. Era una sensación muy similar a la que tenía cuando estaba con Toshinori, pero a diferencia de Mirio, el adulto siempre se alejaba un poco de los demás, como si le diera miedo acercarse demasiado a la gente, y no podía culparlo, ahora que sabía el por qué. No sólo perdió su capacidad de usar magia, sino también su confianza y fuerza para pelear. Tal vez se había sentido demasiado avergonzado por ello. Deseó haber tratado de entenderle un poco antes, un poco mejor.

Pasar la tarde con Tamaki no fue tan malo. Izuku trató de sugerirle un par de veces que hicieran algunos ejercicios de entrenamiento, pero Tamaki se negó rotundamente, asustado, hasta que Izuku le aseguró que estaría bien incluso si solo hacían simples sentadillas. Desde ese momento, empezaron a intercalar ejercicios simples con sesiones de lectura en la biblioteca.

-Lo haces mal.- le dijo Tamaki, agachándose hacia él. Izuku estaba tratando de hacer una plancha, con muchas dificultades. - tienes que expandir la espalda.

-¿Y cómo hago eso?-le preguntó Izuku, abandonando la postura para sentarse en el suelo de la biblioteca.

-Hum...-Tamaki se quedó pensativo un momento.-quiero decir...tienes que apretar los omóplatos y bloquear el abdomen...

-Se refiere a que tienes que estar paralelo al suelo.-le corrigió una voz desde la puerta de la biblioteca. Aizawa cerró tras él y se acercó a ellos.-Inténtalo otra vez. Presta atención a la posición de tu cadera.

Izuku asintió y volvió a intentarlo, mientras que Aizawa se agachaba a su lado y le corregía la postura con ambas manos.

-Aguanta ahí hasta que te lo diga.-le ordenó.

Izuku obedeció, manteniendo la postura todo lo que podía. Esperó durante varios segundos a que Aizawa le dijera que parara, pero no sucedió. Su cuerpo empezó a dolerle cuando ya había pasado un minuto, y las fuerzas empezaron a fallarle tras el minuto y medio. Finalmente se dejó caer al suelo, incapaz de seguir manteniendo la postura.

-No te he dicho que pudieras parar.-le dijo Aizawa, claramente decepcionado.

-Pero no podía más.-protestó Izuku.

-Si puedes hablar, puedes seguir. Deberías poder aguantar al menos tres minutos.

-Profesor Aizawa.-le pidió Tamaki casi en un susurro.-por favor, eso es excesivo.

Aizawa le lanzó una mirada severa, lo que hizo que Tamaki retrocediera y se encogiera sobre sí mismo, dándoles la espalda. El adulto se giró hacia Izuku.

-Eres más persistente de lo que pensaba.-le dijo.-¿Para qué quieres aprender a usar la magia de Toshinori con tanta urgencia?

-Porque iré al Reino Negro y arrestaré a All For One.-Le respondió Izuku, incorporándose para sentarse en el suelo.-él hirió a Toshinori. Murió por su magia negra.

-¿Entonces lo que buscas es venganza?

-No, no es eso.-Negó Izuku.-solo quiero justicia.

-Justicia se hace cuando se piensa en el bien mayor. Tú solo piensas en lo que le pasó a Toshinori.-Aizawa se levantó con un bufido.- Tal y como pensaba. Alguien como tú jamás va a controlar correctamente el One For All. No vale la pena entrenarte.

-¡Usted también es egoísta!-Izuku se levantó del suelo, enfrentándole.-¡Cuando fui a pedirle ayuda, me dijo que no sabía nada sobre el One For All y se negó a ayudarme! ¡Ni siquiera lo ha intentado, no puede decirme simplemente que no valgo la pena!

-En ese caso, demuéstralo.-le respondió el adulto.- demuéstrame que vale la pena el esfuerzo.

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