Capítulo 28

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El vestido estaba sobre la cama mientras ella intentaba sacarle información a su nueva compañía, Laisha, que bajo órdenes de Donovan se metió a la habitación para ayudarla a vestirse

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El vestido estaba sobre la cama mientras ella intentaba sacarle información a su nueva compañía, Laisha, que bajo órdenes de Donovan se metió a la habitación para ayudarla a vestirse.

—¿No te ha dicho a donde iríamos? —curioseó quitándose su camiseta.

—No tengo esa información, señorita.

—Nunca he salido de este lugar. ¿Por qué querría que lo hiciera ahora? ¿A dónde vamos? —parloteó buscando respuestas. Ya no podía imaginar nada ni tener certeza de sus pensamientos, Donovan llegaba y los cambiaba todos.

—El vestido es muy elegante.

—¿De qué color es? —indagó acercándose a la cama. Sus dedos hormigueaban de imaginárselo puesto. ¿Le sentaría bien? ¿Su embarazo se notaría mucho?

Mmm, podría decir que bordó, como el vino tinto.

—¿El vino tinto es bordó? —frunció el ceño confundida.

—Supongo —alzó sus hombros —. Usted imagínese ese color y un vestido justo hasta su pecho y luego desciende libremente sin marcar su embarazo.

Amelia suspiró agradecida. Si iban a salir lo menos que se notara mejor, además no quería vestir con algo que le apretara todo el tiempo. Tal vez él se percató de ese detalle al verla siempre con sus camisetas holgadas.

—Bien, entonces me doy una ducha rápida y tú te encargas de ayudarme ¿es así?

—Así es —asintió amable.

—Tú trabajas para Eleanor ¿no? —cuestionó antes de meterse al baño.

—Comencé a trabajar para el señor Emilio, y ahora para toda su familia. Estoy a su disposición, señorita.

—Creo que con todos los hijos de ambos tienes más que suficiente —bromeó con ligereza ganándose una risa de aquella mujer —. Ya regreso.

La ducha fue rápida, y en cuanto salió Laisha ya la recibía frente al tocador para secar su cabello y alistarlo. Por cada segundo que pasaba, Amelia se daba cuenta que no era una salida común, no era una cena, había algo más fuerte, importante.

Ahora era su esposo.

Tragó en seco y entre abrió los labios proyectando la magnitud de lo que significaba. Lo que una vez debió ser, ahora es. Él se encargó de poner las cosas en su debido lugar, por no poder soportar que fueran de otra manera ¿tal vez? ¿o porque la quería?

Cállate. Cállate de una vez.

¿Seguiría queriendo a Katerina? ¿Cómo se podía dejar de amar una persona y pasar a querer a su viva imagen?

Amelia carraspeó acomodando su espalda en la silla. Laisha ya había culminado con su peinado y ahora pasaba su brazo delante de ella para maquillaba ligeramente.

Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora