Capítulo 14

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—¿Cómo que Amelia era con quien debías haberte casado?

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—¿Cómo que Amelia era con quien debías haberte casado?

—Tiene que ser mentira.

—Estoy tratando de poner las cartas sobre la mesa y descifrar todo. No es fácil.

Emilio exhaló con cansancio.

—Entonces han cambiado de gemela. ¿Es eso? —curioseó León intrigado, pero a la vez fascinado con esa nueva historia. No podía decirse lo mismo de Sergei que llevaba mirando los movimientos y gestos de Donovan por largos minutos.

—Seguramente, sí.

—¿Si o no? Es que no se entiende lo que respondes. Es si, o es no.

—Tómalo como quieras, León. Me da igual —refutó juntando varios papeles que Emilio tenía en la empresa.

—¿Cómo puede darte igual cuando te han cambiado de esposa?

—Empieza a limpiarte las orejas que no he dicho jamás tal cosa. Si me diera igual no hubiese prendido fuego la casa de su tío —explicó severo, pero con una neutralidad incomprensible en un momento tan decisivo donde sus hermanos se enteraban de la verdad.

Lástima que el tío de Amelia no estaba dentro. Su casa ahora era una con el suelo, y eso era lo menos que merecía por haberle visto la cara de imbécil.

—No puedes volver a tomar una decisión tan apresurada como esas, Don. En pocos meses será tu asunción. No sigas llevándote cadáveres tan pronto —aconsejó Emilio inhalando el tercer cigarrillo en medio de la locura que tenía de vida en esos momentos.

—Gracias por el consejo.

—¿Te marchas a Rusia? —inquirió León lanzando en el aire una y otra vez una pelota de tenis.

—Si.

—¿Por qué?

—Porque quiero y puedo hacerlo.

—Te ves muy apresurado. Demasiado diría yo.

—León, suficiente —advirtió Emilio no queriendo presenciar otro altercado. Ya a Donovan se lo veía mal desde que puso un pie en la reunión con Nueva York.

—Déjalo —exigió Donovan cerrando su portfolio y volcando su atención y su jerarquía sobre su hermano —. ¿Qué te inquieta, León? ¿El poco trabajo que se te ha dado o la necesidad de saber un poco de mi vida privada? ¿Ambos tal vez? —ironizó arqueando su ceja.

La suave y silenciosa risa de Sergei logró que León se enojara en cuestión de segundos.

—Solo me interesa saber si todo sigue como antes ahora que sabes lo que sabes. Nada más. A ustedes parece que se les presenta una mujer tímida, sin mucho trasfondo y pierden la cabeza —acusó mirando también a Emilio.

—¿Insinúas qué?

—Lo del pianito fue una buena actuación, supongo que Amelia te ha de tener loco tocando todo el día. ¿Eso cómo lo tomas? ¿Cómo una simple melodía que suena y suena sin parar o como el camino para casarte con ella? —espetó sin pelos en la lengua.

Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora