Capítulo 5

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—Lo que has hecho tendrá consecuencias, pero entiendo el motivo

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—Lo que has hecho tendrá consecuencias, pero entiendo el motivo. Tienes a todos hablando —aludió uno de los cabecillas de Turquía frente a él.

¿Ferhat? ¿Zafer?

Cualquiera podría confundirlos, incluso él que debía empezar a familiarizarse con su nuevo puesto, nuevas alianzas y también sus enemigos.

—Ahora, mi pregunta es ¿Qué han hecho para mantener a Emmanuel Di Ángelo tranquilo? Porque yo no lo he visto salir del país en busca de su cuñada.

—Maurizio es el que está aquí en Rusia —dictaminó Donovan sin problemas.

Ferhat alzó su ceja en su dirección mientras bebía otro trago.

—¿Qué está haciendo en Rusia? —preguntó más que interesado.

—Buscando a su esposa —contestó Donovan con obviedad.

El leve asentimiento dudoso que recibió lo puso en alerta. Esa reunión en medio de un hotel en Moscú con algunos extraños merodeándolos no permitían que pidiera más detalles. No era el momento.

—Lo tendrás en poco tiempo causándote problemas.

—No podrá acercarse a mi casa por más que lo intente —aseguró convencido chequeando la hora en su reloj.

Faltaban cinco horas para la primera caminata matutina. Si, había prometido que sería dos días atrás, pero esa mujer durmió toda la mañana y él no pensaba ni tenía la voluntad de despertarla.

—Lo mismo hemos dicho nosotros, pero es imposible detenerlo —se mofó Zafer ahogando una risa —. Cuando se le mete algo en la cabeza no se lo puedes sacar, sobre todo si se trata de una mujer —carcajeó junto a otro sujeto.

Emilio frunció el ceño mirando de reojo a su hermano quien no mostró otra mueca más que una clara seriedad e interés en lo que ese turco soltaba.

—Tengo entendido que su matrimonio ha sido pactado por su familia y el tío de su esposa, no me queda claro en qué parte entraría tanto sentimiento cuando es por conveniencia —demandó contundente.

—Oh, que estábamos hablando de esa mujer, evet, evet —continuó riéndose junto a los demás sin importarle que tanto Donovan como Emilio esperaban seriamente que culminara el chiste.

Chasqueando su lengua, el mayor de los Markov miró su reloj una vez más y alzó su rostro. Estaba perdiendo el tiempo. Sin contar que Emilio parecía estar igual, maquinando esa nueva información que dejaba por sentado que Maurizio Di Ángelo no llegó a Rusia por su esposa.

—...dos propiedades si, en la parte sur, si llego a venir al norte tendré que ponerme bajo el poder de Donovan —comentó Zafer hacia el mismo sujeto con el que se reía.

—Don —susurró Emilio queriendo cortar con esa fiera mirada sobre el turco. Necesitaba decirle lo que al parecer él ya tenía muy en claro —. Don.

Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora