Capítulo 34 - Parte II

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Donovan fue claro al cerrar la puerta de su despacho en las narices de su hermano y permitir que solo pasara Eleanor

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Donovan fue claro al cerrar la puerta de su despacho en las narices de su hermano y permitir que solo pasara Eleanor. Con la impotencia a flor de piel, Emilio rascó su mentón y caminó de un lado hacia el otro por el pasillo en compañía de Amelia, quien rezaba que su esposo mantuviera la calma. Y que lo que sea pasara allí adentro terminara en paz.

—Como le vuelva a decir la mínima cosa...—bufó Emilio plantándose ante la puerta de brazos cruzados, tratando de oír algo. Donovan tenía las paredes preparadas para que ni un suspiro se oyera.

Amelia lo miró con atención, su postura, su mirada rabiosa a la espera de que abrieran esas puertas para lanzarse sobre su hermano. Y aquella vestimenta un tanto parecida a la de Donovan, pero más desaliñada. Lo formal no iba con él, al poco tiempo ya estaba enrollando las mangas de su camisa y desprendiendo los primeros botones.

Le recordó a León.

No hizo falta conocer el rostro de Sergei para saber que cada uno de los cuatro tenía su parecido con el otro. En los mínimos gestos, en el carácter tosco y hostil, en la manera en la que defendían a los suyos así sea frente a ellos mismos, en el sarcasmo como primera respuesta. Incluso veía ahora el parecido físicamente entre Donovan y León. Emilio era rubio, y seguramente Sergei también lo era.

¿Cómo fueron sus padres? Es más ¿Cómo era el actual Pakhan físicamente? De alguien tendrían que haber sacado esos genes, esos rasgos masculinos tan...tan atractivos.

Amelia carraspeó ante sus pensamientos. Si bien lo que sentía por Donovan era abismal, incomparable, no podía negar que los dos Markov que ya conoció le resultaban absurdamente hermosos. Como si tener la sangre por sus venas bastaba para nacer perfectos. Dios, no quería ni imaginar cuando viera a los hijos de Emilio.

—Gracias por la cena —lo escuchó decir sacándola de sus pensamientos, luego de rendirse a que su hermano no abriría la puerta.

Su intensa mirada sobre ella.

—De nada —murmuró por lo bajo jugueteando con sus manos.

—Y por defender a Eleanor —agregó. Amelia le sonrió en una extraña y vergonzosa mueca. No era su culpa si tanto él como León la intimidaban —. Te aprecia mucho. Ya veo por qué.

—¿Por qué? —inquirió interesada apoyándose contra la pared.

—Tienes a Donovan en tu mano. Cualquier situación que lo ponga en vulnerabilidad, para ella es un triunfo —admitió —. Todavía no comprendo a qué viene tanto enfrentamiento entre ambos, o si ya su relación será siempre así porque les gusta pelear por tener la última palabra.

Amelia asintió estando de acuerdo. Lo poco que compartió con Eleanor le dejó en claro que era una mujer de armas tomar y decidida a enfrentar a cualquiera de los cuatro Markov sin pelos en la lengua, sin marcar diferencias con el nuevo Pakhan. Y eso era lo que ponía a Donovan con los pelos de punta.

Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora