Capítulo 15

7.8K 738 347
                                    

Amelia se había adueñado de la silla y el bebé por completo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amelia se había adueñado de la silla y el bebé por completo. Incluso se sentó en el sofá de la sala, cosa que jamás hizo, y le hablaba animadamente llevando su mano a la de ese niño tanteándolo.

¿Él? Llevaba largos minutos de pie frente a ellos intentando intervenir en algún momento para cortar esa escena que no estaba permitida pero que sin embargo, tomaba todo el protagonismo.

Si parecía que el bebé no se movía de lo tranquilo y sereno que se veía atento a la voz de Amelia.

Donovan carraspeó interrumpiéndolos.

—Voy a tener que llevármelo a dormir —disertó con seriedad.

Vio aquella expresión ser cubierta de pena.

—¿Tan pronto?

—Son las doce de la noche. Supongo que eso es bastante tarde.

—No es necesario el sarcasmo —la escuchó decir con carácter, uno que durante semanas no presenció.

Será tan...se contuvo apretando sus manos.

—Le diré a Ana que venga a acompañarte.

—El niño es él, no yo —recriminó al tiempo que él se acercaba al sofá.

—Vaya, creí que hace un momento eran los dos.

Amelia se arrodilló sobre el almohadón al oírlo quitar la silla y alejarse. No quería irse a dormir, estaba bastante despabilada y la necesidad de compartir un poco mas de tiempo con ese niño no desaparecía.

—Voy contigo.

—De ninguna manera.

—Por favor —pidió bajándose y siguiéndolo con más rapidez de la que comúnmente se desenvolvía por la casa.

Donovan fue testigo de ello y de como se acercaba a él sin mayores preocupaciones. El aburrimiento posiblemente ponía sus sentidos a prueba.

—Lo llevaré a dormir. ¿Entiendes lo que es eso?

Lo que le faltaba era marchar por el pasillo con una silla, un bebé, y una ciega que no dejaba de atormentar su cabeza sin darse cuenta.

—Quiero estar ahí. Solo hasta que se duerma. Tú me dirás cuándo lo haga —pidió con una extraña ternura en su voz.

—Ya lo ha hecho. Puedes irte —refutó deseando llegar a su habitación.

—Mientes.

—Mucho cuidado de lo que me acusas. No se te olvide cual es tu lugar en esta casa y nuestro acuerdo —advirtió con mesura.

—No se me ha olvidado nada. Estoy deseando irme y empezar mi vida lejos de todos ustedes. Solo estoy pidiéndote un favor.

—Y mi respuesta es no.

Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora