Capítulo 12

7.3K 710 245
                                    

—No lo sé

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No lo sé. No recuerdo mucho de aquel día.

—¿Al menos quienes estaban presentes?

—Katerina, su tío y algunas de sus primas.

Donovan apretó el teléfono contra su oreja. No podía resolver el divague en su cabeza por mas que buscara ayuda en Emilio.

—Fue hace casi diez años, no puedo acordarme quienes estaban ahí específicamente. Solo sé que ibas a conocer a Katerina.

—No he dicho nada para que estés a la defensiva —sentenció revolviendo la olla para la cena.

—Antes que lo hagas —advirtió —. ¿Me llamas a esta hora solo para saber si me acordaba del día de tu compromiso?

—Tengo algunas dudas —admitió sin darle vueltas. Precisaba decírselo a alguien antes de ir a dormir y no poder pegar un ojo.

—Has pensado cien veces cada día de tu matrimonio, ¿de qué tienes dudas ahora? Katerina ha sido siempre la misma, abusando emocionalmente de ti.

Su vista se clavó en el agua hirviendo. No había día en que no se arrepintiera por haber sido tan débil, tan fácil de manipular.

—No es ella a quien me refiero. Hablo de Amelia, su hermana.

Emilio guardó silencio.

—Quieres saber si estaba ese día.

—Si.

—¿Puedo preguntar para qué?

—Ya lo has hecho.

Si.

—No diré nada. Ocúpate de averiguar entre las personas de nuestra organización quienes estaban presentes. Las cámaras, las fotos que se tomaron, todo.

Donovan —rio con sarcasmo —. ¿Crees que no tengo nada más para hacer?

—Te has separado de Eleanor, supongo que no, no tienes nada más para hacer que ayudarme —refutó entre dientes oyendo el bufido exasperado de su hermano —. ¿Qué tal están tus hijos?

—Prefiero no hablar de ellos. Suficiente tengo con venir a la casa y que no me dirijan la palabra.

El dolor era notorio cuando hablaba. Llevaba un mes de duelo y aun así la debilidad por esa mujer estaba presente.

—Te lo advertí Emilio, pero solo sabes escuchar cuando Sergei te endulza el oído.

—Tal vez otro día tenga la voluntad y el tiempo de escuchar tus reproches, pero hoy no es. Debo alistar a Ethan, y poner a Elliot a dormir —explicó con malestar probablemente queriendo cortar la llamada.

—Averigua lo que pedí. Y ocúpate del cargamento. Enviaré a León a la nueva reunión con Nueva York.

Si lo que quieres es causar una batalla campal, hazlo —chasqueó su lengua —. Deberías mandar a Sergei. No estás dándole demasiadas responsabilidades y las merece.

Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora