Capítulo 3

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El llanto acompañado de las horas de incertidumbre y el cansancio terminaron por dormirla sobre lo que ese sujeto le indicó era la cama que ocuparía por una sola noche

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El llanto acompañado de las horas de incertidumbre y el cansancio terminaron por dormirla sobre lo que ese sujeto le indicó era la cama que ocuparía por una sola noche. Mañana partirían a Rusia.

De nada sirvió sus quejas o las tantas preguntas sin respuestas, los suplicios y las promesas de pagarle lo que necesitara. Las cartas estaban sobre la mesa, y el brusco movimiento de su cuerpo cayendo en el colchón con fuerza le advirtieron que cerrara la boca.

Nueva York es un revuelo solo por lo que has hecho.

—Era lo esperado.

—Deberías partir esta misma noche y no esperar un ataque que será inminente —aconsejó apoyando el peso de su cuerpo sobre su pierna sana.

—Prefiero esperar unas horas y no tomar decisiones por el simple temor de que Di Ángelo aparezca —refutó solemne.

—Ha sido León quien fue tras esta mujer. Supongo que no has tenido la valentía de enfrentar o pararte en el mismo sitio que tu ex esposa —dictaminó notando el cambio en el rostro de su hijo —. Mente fría, Donovan, mente fría o terminarás por perderlo todo.

—¿Piensas nombrar como Pakhan a Emilio? Si eso es lo que tratas de decirme, haz lo que te parezca.

—Ni el uno ni el otro tiene la cabeza en la organización. Tu hermano vive y respira por otra mujer y tú sigues en lo mismo. Creí que los años apagarían ese...amor —rodó los ojos con fastidio.

—No existe amor en esta situación. No te confundas que no soy Emilio —advirtió sin mover un solo músculo, pero su tono de advertencia residía en su voz; firme, gruesa, autoritaria.

Para cualquiera sería una sentencia de muerte, para su padre la convicción de que su puesto estaría en buenas manos, siempre y cuando Donovan admitiera el peso de sus sentimientos.

—El que no debe confundirse es otro. Verás a esa mujer todos los días y será como tenerla a ella ante ti. Mentalízate desde ahora cual será tu castigo diario.

Donovan rechistó incrédulo.

—Castigo será el suyo al tener que vivir a mi lado.

—Pagando las acciones de su hermana, porque es lo que tienes pensado, hacerla sufrir lo mismo que has sufrido al lado de Katerina. Amelia solo es un peón más en este juego. No es Katerina, recuérdalo antes de que se te nuble la razón.

Si que lo era, era la misma copia fiel de esa mujer. Y olvidarse de ese detalle no iba a ser tan fácil, no cuando no había dejado de rememorar cada momento con Katerina para intentar descubrir si en alguna oportunidad le nombró a su hermana.

Mentiras, secretos, engaños y abandono. De eso se trató su matrimonio, mientras que él vivió en un mundo paralelo, enamorado.


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Crueldad y prestigio © (Markov III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora