Aquel sueño le había hecho cuestionarse sus sentimientos -¿Por qué habré soñado con lo que me dijo Jungkook? Me gustaron sus palabras, pero me siento extraño, aunque bien. No sé a qué se deba- Jimin estaba comenzando a experimentar algunos sentimientos y confusiones propios de la adolescencia. Si de algo estaba seguro, era que el príncipe pelinegro era muy especial para él.
Todo transcurría como se tenía estipulado para los prometidos; paseos por el jardín, picnics, vistas de atardeceres, cenas con los padres presentes, compartirse sus gustos y formas de pensar y tal vez intentar interesarse o practicarlos. Así, Lalisa había invitado a Jungkook a presenciar su baile en el salón donde habían hecho el anuncio del compromiso.
Tanto el rey como él estaban sentados en sus tronos y algunos de los hombres de la corte, entre ellos, el padre de la chica, estaban sentados en sillas para poder observar su grácil ejecución. Apenas acabó la pieza musical, recibió aplausos de todos los presentes y ella hizo reverencias a todos pero regaló a Jungkook la más bella de sus sonrisas mientras un rubor coloreaba sus joviales mejillas. Quizá otro chico hubiera sentido algo por ella ante la imagen, pero el príncipe solamente le sonrió levemente y felicitó igual que todos los demás mientras pensaba en que había otra persona que era mucho más cautivador y mucho más hermoso al bailar.
Cuando todos se retiraron, Jungkook fue con Jimin a la habitación secreta y de ahí, fueron a la sala de baile donde el mayor le solicitó al rubio que bailara algo para él. -Pero no hay música. Será muy difícil que sepas qué estoy bailando aunque yo me la pueda imaginar- objetó Jimin a lo que el otro contestó que solamente verlo le era suficiente para entender lo que bailaba pues lo transmitía. Y así, el pequeño príncipe se puso a bailar dando saltos, giros, sintiendo la música desde su interior, disfrutando cada movimiento. Cuando hubo terminado Jungkook aplaudió y sonrió en grande, totalmente complacido -No me equivocaba cuando pensé que tú eres mucho mejor bailarín, mucho más grácil y mucho más bello de contemplar que Lalisa- Se iba a acercar a él cuando de una de las puertas laterales, entró la mencionada junto a su doncella.
-Su majestad... ¿Quién es él?- ¿Por qué lo alababa tanto? Ella no había presenciado el baile, pero había escuchado sus palabras y ya sentía antipatía por aquel niño que no conocía.
Jungkook al verla se puso delante de Jimin para tratar de taparlo lo más que pudiera, aunque quizá la chica ya lo había visto -Por favor espérame donde tú sabes. En un momento te alcanzo- le dijo sin verlo mientras con su capa trataba de bloquear un poco más de la visión de la joven.
-¿Y bien? ¿Quién era él y por qué le hacía cumplidos?- volvió a hablar con un poco de enfado en su voz y en su rostro.
-Es un amigo- contestó lacónico -Además, no tengo por qué darle explicaciones de mis actos Lady Lalisa. Me retiro-
La joven se quedó ahí parada un momento pensando en las palabras del príncipe y su actuar para salvaguardar la identidad de otro ¿Por qué? ¿Quién era y qué ocultaba?
Jungkook llegó a donde Jimin inmediatamente después y con un rostro molesto el cuál siempre apesadumbraba al más joven pues seguía sin comprender esa emoción humana. Cuando Jungkook se sentó en la cama, fue hacia él para abrazarlo por la espalda para tratar de confortarlo.
Cerró los ojos y le tomó las manos al rubio sintiendo cómo todo su interior se llenaba de una hermosa calidez, como si con solo un toque, tuviera el poder de hacer que lo malo se disipara.
-Es muy bonita. No me la imaginaba así- comentó Jimin aún recargando su mentón en la cabeza del otro -Ella también estaba molesta ¿cierto?-
-Si, estaba molesta porque yo decía la verdad. Prefiero verte bailar a ti que a ella, me pareces mil veces más bello tú que ella, quiero estar contigo y no con ella- Su enfado se convirtió en tristeza y sintió un nudo en la garganta, pero se recordó a sí mismo su deber -De todos modos, no importa lo que yo piense o desee, mi padre ha dicho que ella será mi esposa, así que debo hacerme a la idea-
Jimin se separó de él y se sentó en la cama en flor de loto -¿No le puedes decir al rey que no deseas hacerlo? ¿No puedes reinar si no es casándote con ella?- Su majestad le parecía una persona buena y que quería mucho a su hijo ¿por qué Jungkook no le decía su sentir?
-Para ser rey necesito casarme. Tal vez podría hablar con él, si el problema fuera cambiar de una mujer a otra para buscar continuar con el legado de la sangre real... pero es algo más allá de eso y si a mí me parece difícil explicarlo y aceptarlo; a mi padre le parecerá aún más, así que prefiero callar- explicó mientras sentía su interior doler al no poder sincerarse tampoco con él.
Lalisa fue a su casa con su doncella, pero en el camino preguntó a uno de los sirvientes reales si conocía al niño rubio que gozaba de la estima de su prometido a lo que éste respondió sin dudarlo y mostrando una gran sonrisa -Se trata del señorito Jimin, amigo de su majestad-. La chica se sentó en un taburete cerca del fuego -Así que Jimin... no me agrada- como buena mujer, tenía un sexto sentido que le hacía ver en él a un enemigo potencial aunque no sabía por qué, si era un niño, pero el tiempo le fue dando la razón.
Pasó un año más y comenzó a ser ya mucho más frecuente que Lalisa fuera al palacio, pero también, había aumentado el número de veces en que encontraba a su prometido con aquel chico a quien Jungkook ya no trataba de ocultar. Más bien, hasta parecía disfrutar de mostrarle que él gozaba más de su estima que ella y prefería darle más de su tiempo a él dejándola en segundo plano -En un momento voy Lady Lalisa, deje termino mi paseo a caballo con Jimin- o -No voy a poder acompañarla al invernadero, quedé de jugar ajedrez con Jimin a esa hora, pero podría verla después- Todo esto le causaba celos y un día no resistió más y fue a hablar con su majestad el rey.
-Su majestad. Lamento importunarlo, pero deseo externar mi sentir ante usted que sé es una persona justa y sincera...- el rey hizo una señal para que prosiguiera -Sé que me considera una hija y agradezco infinitamente la oportunidad que me dio al elegirme como la futura esposa del príncipe Jungkook y es por eso que le deseo decir que me siento relegada. Mi prometido ha dejado de hacer el intento de procurarme, ya ni siquiera por compromiso, casi siento que me evade y desea hacerme saber que mi lugar en su vida está por debajo del de su amigo-
La cara del rey se contrajo por un instante. Él también había visto cómo Jungkook no aminoraba el tiempo que pasaba con el otro príncipe al pasar de los años y aún cuando su prometida era una chica muy hermosa, no parecía causarle mayor gusto estar con ella -Ten por seguro que hablaré con él- dijo y recibió una profunda reverencia llena de agradecimiento.
Por la tarde Jungkook fue llamado por su padre y él le habló sobre la conversación con la chica -Tienes que comportarte como el príncipe que eres. No es posible que desaires a tu futura esposa de esa manera. Es necesario que hagas se sienta que le importas ¿Qué después de todo este tiempo no ha llegado a ganarse tu aprecio?- tomó un poco de aire y bajó el volumen de su voz -¿Que no te agrada físicamente? ¿No la deseas?-
El príncipe se sorprendió de las palabras de su padre. Jamás había hablado de esos temas con él. Simplemente los conocía por lo que había leído o le habían instruido sus tutores. Ya era un joven de dieciséis años, pero, a decir verdad, Lalisa no le inspiraba ningún deseo carnal; sin embargo, mintió -Claro padre, es por eso que la evito, para no sucumbir ante esos deseos-
Su majestad, sonrió complacido -No te preocupes, podrás controlarlos. Y si no, hay algunos métodos- un enrojecimiento en las mejillas del chico le dijo que ya sabía a lo que se refería -Pues bien, quizá sería prudente que comenzaras a tener un poco más de acercamiento con Lady Lalisa, tal vez algún beso para que ella sienta que la aprecias-
Jungkook asintió y se despidió, pero en lugar de ir a buscar a la chica para hacerle saber el resultado de la entrevista que había tenido con su padre, fue a su alcoba donde, tras tirarse en su cama, comenzó a pensar en aquella persona a la que deseaba con todas sus fuerzas y quien le inspiraba aquellos profundos anhelos -Ah...Jimin...-
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Amor transgresor.
Hayran KurguDicen que si miras la luna podrás sentir una paz indescriptible, pero también cierta nostalgia pues, a pesar de que hoy en día no hay nada en ese bello astro, esto no siempre fue así. En la luna, si observas con atención y luego cierras tus ojos...