Pasión descubierta

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Jungkook se sentía en una encrucijada, un pozo sin fondo de donde no podría salir por más que intentara. Lady Lalisa para él era una condena y por más que la chica no fuera desagradable en ningún sentido, su mente y su alma profesaban por ella un sentimiento de profundo rencor que no le era grato, pero no podía controlarlo. 

Al día siguiente de la fiesta, llegó el momento de la visita diaria de Lalisa. Jungkook suspiró y fue hacia uno de los patios del palacio donde estaba ella junto con su doncella quien al verlo, hizo una reverencia y se alejó unos pasos. La chica se puso de pie y reverenció grácilmente como siempre para luego ser invitada a tomar asiento con un movimiento de la mano del príncipe. 

-Espero haya pasado una buena velada ayer en la noche Lady Lalisa- se le ocurrió decir para iniciar la conversación, aunque sabía que ella no había disfrutado ésta ni un poco. 

-Bastante bien hasta la llegada de cierta persona y sus desplantes de riqueza. Con las fachas que siempre porta, nunca pensé que tuviera acceso a esa clase de lujos- soltó venenosamente. 

Hizo una mueca rápida -Jimin no tiene desplantes de riqueza. Él es la persona más virtuosa, noble y verdadera que pueda haber pero claramente usted no tiene idea de cómo es él; así que le ordeno evitar sus comentarios- 

La joven se mordió los labios y asintió, sabía que no tenía de otra más que callar pues tal parecía que su lugar siempre sería por debajo del que tenía aquel niño enfadoso -¿Cuánto tiempo más tendré que soportarlo? Si tan solo encontrara una forma de deshacerme de él...- 

Así pues, los días continuaron pasando y fue el turno del cumpleaños de Jimin. Se reunieron en los establos y después de dar un bello paseo a la orilla del lago en sus caballos, Jungkook sacó una pequeña canasta de una de las caballerizas -No encontraba qué regalarte, pero la señora Park me ayudó a conseguir el mejor de los regalos para ti. Sé que te gustará, podríamos cuidarlo juntos así como lo hicimos con la maceta- que ya después de diez años, se había convertido en un bello prado lleno de bellos rosales testigos mudos de su amistad y amor.

El rubio sonrió, tomó la canasta y destapó ésta con una de sus manos llevándose una grata sorpresa al ver un hermoso gatito blanco dentro -¡Oh! Qué hermoso Jungkook. Muchas gracias- Puso el canasto en el suelo y fue a darle un abrazo y un beso.

La señora Park se había convertido en su confidente y consejera. La pareja pasaba tiempo con ella en las cocinas mientras les preparaba suculentos platillos y platicaba con cariño maternal con ambos príncipes, siendo ella la única, además del rey en saber el secreto de Jimin aunque por supuesto, tampoco conocía el acceso a la habitación secreta.

Los chicos llevaban dos días en que habían estado cuidando al pequeño gato, le daban de comer, paseaban con él, jugaban o mimaban pero a pesar de todo, era un animal bebé que sentía angustia cuando lo dejaban solo y se ponía a maullar. Así que esa segunda noche, Jimin al escucharlo cuando subió a la fuente, pensó que no estaba bien dejarlo sufrir sólo, volvió por él y lo llevó consigo a su dormitorio en el canasto. Esto último convirtiéndose en rutina hasta que el quinto día algo sucedió.

Jimin se había quedado profundamente dormido en su cama y el gatito, que ya era un poco más grande, logró voltear el canasto y salir hacia la puerta del balcón que estaba semiabierta para comenzar a maullar. El chico despertó rápidamente y fue por él para volverlo a meter a su canasto y cerrar la puerta propiamente, pero la voz de su madre se escuchó detrás de la puerta de entrada -Jimin, hijo. Escuché unos ruidos como lamentos en el balcón ¿todo bien?-

Al rubio se le heló la sangre y contestó nervioso -Sí, todo bien. Era yo que salí a tomar aire- mintió sorprendiéndose de la facilidad con que lo había hecho.

-¿Pero llorabas? ¿Puedo pasar?- preguntó la reina sosteniendo con una de sus hermosas manos el pomo de la puerta y comenzando a girarlo a lo que Jimin sobresaltado fue a detenerlo con todas sus fuerzas.

-No mamá, estoy bien, puedes ir a dormir- la angustia en su voz era notoria, pero cuando sintió que su madre ya no hacía fuerza para abrir la puerta, respiró un poco más tranquilo -Buenas noches-

-Buenas noches...- algo en ella le decía que su hijo le estaba ocultando cosas desde hacía mucho pero no tenía el valor suficiente para encararlo ni mucho menos para irrumpir en su privacidad -Además, ha estado cambiando. Ya no conozco a mi pequeño Jimin- se dijo con tristeza. 

Meses después, la corte con Lalisa continuaba mal, pues Jungkook en lugar de poner esfuerzo para que al menos le fuera un poco más llevadera su condena, se había sumido en ese rencor y desagrado por la joven quien tampoco le hacía la vida más fácil pues sus desplantes y rabietas en contra de Jimin se acrecentaban. 

-... Su majestad, me gustaría que por lo menos hiciera el esfuerzo porque sintiera que le importo la cuarta parte de lo que le importa ese amigo suyo- Jungkook palideció un poco ante el comentario -Usted y yo vamos a ser marido y mujer y lleva cortejándome más de dos años, por favor, sea tan amable de besarme-

Se puso de pie inmediatamente -No lo haré- dijo tajante y la chica también se puso en pie para en un movimiento arriesgado juntar sus labios con los de su prometido siendo vista por el hermoso rubio que llegaba al jardín y quien lleno de coraje en su interior corrió hacia ellos y empujó a la joven con todas sus fuerzas haciéndola caer.

-¡Pero qué te pasa, entrometido!- le gritó Lalisa ante la mirada atónita de Jungkook quien no podía creer que su hermoso Jimin despidiera un fulgor en sus ojos como si en cualquier momento fuera a atacar a la chica.

La doncella se acercó de inmediato y le ayudó a ponerse de pie -Venga señorita, aléjese-  

-¡Esto no se queda así! ¡Te vas a arrepentir!- sentenció antes de irse ayudada por la Señora Chong. Por supuesto, éste altercado lo tenía que saber el rey, y estaba segura que él no se andaría con tientos al saber que el favorito del príncipe se había atrevido a agredirla. 

-Jimin... ¿Pero por qué lo hiciste? La lastimaste- por más que no quisiera a Lalisa, no se hubiera atrevido a empujarla como lo había hecho él y se sorprendió de esa reacción de alguien que era por demás sereno y amable. 

-Porque se atrevió a besarte y el único que puede hacer eso soy yo...- tomó al chico de la capa que portaba y poniéndose ligeramente en puntas, le dio un beso, un beso ferviente, como no sabía que podía hacerlo. 

Jungkook al principio se sorprendió, pero luego le siguió el beso y en un momento ya estaban tirados en la hierba, él encima de Jimin entrelazando sus manos a ambos lados de la cabeza del menor -Te deseo tanto Jimin...- dijo separándose un poco para observar el bello rostro febril de su amado y cuya mirada había vuelto a ser la misma, aquella que lo miraba con amor y dulzura -... te amo, te deseo, pero no puede ser... no aquí, alguien nos podría ver- Se puso en pie y ayudó a Jimin a hacer lo mismo. 

En ese momento, el rey llegó hecho una furia y acompañado de dos guardias reales -En éste mismo instante tú vienes conmigo- ordenó a lo que Jungkook se iba a oponer, pero fue detenido por los guardias. 

-¡Suéltenme! ¡es una orden!- 

-¿Te olvidas que aquí el rey y el que da las órdenes soy yo Jungkook?- sonrió sarcástico y tomó a Jimin del brazo para jalarlo y llevarlo con él. 

El pequeño trataba de soltarse, no le gustaba nada eso, tenía una sensación de miedo y angustia pero el rey era más fuerte que él por mucho -Jungkook...- sollozó mientras el otro seguía luchando por zafarse de los dos guardias sin conseguirlo. 

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Al fin pude actualizar y terminar este capítulo. Iba a estar desde ayer en la noche, pero tuve un problema de salud y fue hasta hoy. Espero poder entregarles un 2x1 en compensación. Muchas gracias. 



Amor transgresor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora