A pesar de la vigilancia en la entrada del castillo, los criminales fueron entrando de a poco sin levantar sospecha alguna. Uno de ellos a quien habían elegido como su jefe, era quien portaba los mapas que Lalisa y Rosé se habían encargado de hacer durante meses. Mapas detallados que les servirían para apostarse en diferentes zonas y al final, cuando todo estuviera hecho lograran regresar rápidamente al reino Azul.
Todos comenzarían a destruir y atacar hasta que Lalisa entrara al reino, llegara al castillo y diera la orden. Esperaron por una hora en lo que todos estaban en sus puestos y la chica llegó con el jefe a que le diera una espada para ir a su posición. Al estar preparada, asintió con una sonrisa triunfante en su boca y todos comenzaron a crear caos, destruyendo las cosas a su paso, robando los artículos que la gente tenía en sus puestos, arrebatando lo que otros habían comprado poco importándoles si eran mujeres, hombres o si eran aldeanos del Reino Azul.
La gente gritaba, trataba de defenderse o defender sus pertenencias pero era inútil, aquellos eran hombres sin escrúpulos y pasaban por encima de cualquiera sin importarles nada. Sobre todo, la gente del Resplandor Eterno estaba aterrada, nunca habían visto señales de violencia en sus largas vidas y no sabían qué era eso que de vez en cuando blandían hasta que algunos de ellos presenciaron cómo sangre comenzaba a salir de los cuerpos de las personas al tener contacto con ese objeto y ahí se desató el pánico.
Lalisa sabía que el palacio no contaba con vigilancia alguna, que solamente algunas personas trabajaban ahí y todos eran tan ilusos que confiaban en cualquiera. Así, no le costó ningún trabajo entrar y con algo de astucia esconderse en la habitación al lado de la de la reina. Sabía que tan pronto dieran la alarma, Jungkook saldría a buscar apoyo de sus soldados y en ese momento ella pondría en práctica la otra parte de su plan, la parte en que Rosé se había negado a cooperar, matar a Jimin.
Varias personas corrieron al palacio o se ocultaron en los amplios patios. Quienes ingresaron comenzaron a pedir auxilio desesperadamente y tocaron la puerta de la reina. Ella abrió y los dejó pasar al ver sus rostros, los jóvenes también se mostraron sorprendidos del estado en que se encontraban aquellos aldeanos -Majestad... unos humanos...unos habitantes del reino azul están destruyendo el reino y hacen daño a los habitantes con artefactos peligrosos...- dijo uno mientras hacía un esfuerzo para no prorrumpir en llanto. Los otros cuatro, no podían decir palabra alguna.
La reina se quedó atónita ante esto y Jungkook fue quien tomó la palabra -Tengo que volver a mi reino, traer a los guardias para que apoyen a derrotar a esa gente- y rápidamente se encaminó a la puerta pero fue detenido por Jimin.
-No vayas... Jungkook, no te separes de mi. Es muy peligroso- dijo con sus ojos cubiertos en lágrimas.
-Tengo que ir, es mi deber como rey- dijo con convicción y salió del cuarto.
La reina al ver que su hijo sufría lo abrazó rápidamente tratando de brindarle algo de consuelo -Jungkook es fuerte e inteligente, sabrá cuidarse y regresará con bien. Mientras, yo he de ir a ver en qué puedo ayudar, es mi deber también como reina-
-¡No mamá! Tu tampoco te vayas, ellos tienen espadas, tú no sabes cómo combatir algo así- dijo tratando de detenerla, pero la reina se fue dejándolo solo en la habitación.
Más y más gente se fue adentrando al palacio para salvarse, sin embargo, otros desafortunados seres yacían en las que alguna vez habían sido las hermosas e inmaculadas calles del Reino del Resplandor.
El chico se asomó al balcón y pudo ver esa terrible escena. Se dejó caer al suelo de rodillas -Tenían razón, nunca debimos abrir las puertas a los habitantes del Reino Azul- Había caído en cuenta en que ahora se estaban enfrentando a la verdadera maldad de las personas, algo que no habían presenciado nunca al siempre haber estado dentro de las inmediaciones del castillo. Había confiado en los humanos basado en aquellos a quienes conocía -Que grave error cometí-
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Amor transgresor.
Hayran KurguDicen que si miras la luna podrás sentir una paz indescriptible, pero también cierta nostalgia pues, a pesar de que hoy en día no hay nada en ese bello astro, esto no siempre fue así. En la luna, si observas con atención y luego cierras tus ojos...