Curiosidad infantil

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Tiempo después, en el Reino del Resplandor Eterno, la nueva reina tuvo un hijo. Era un niño bello, piel blanca, rubio como todos los habitantes del reino, con pequeños pero brillantes ojos color miel al que llamó Jimin. 

El pequeño fue creciendo y siendo el príncipe y futuro soberano del reino, vivía en el palacio donde jugaba, corría y se divertía con los hijos de las damas de la corte o los aldeanos al no haber una restricción por estatus. Así mismo, iba a la escuela con todos los demás y había aprendido ya la valiosa lección acerca de la anterior princesa y la frase que les hacían repetir como un mantra sagrado "Todos los habitantes del Reino Azul son malos y hay que seguir evitándolos por siempre" sin embargo a Jimin, lejos de obedecer ciegamente esta enseñanza, se cuestionaba por qué se habían hecho esa idea de todos los habitantes de ese reino solo por lo que le había pasado a la princesa. 

El pequeño de cinco años, se sentaba en el patio del palacio a contemplar el gran Reino Azul que se veía impresionante y enorme a comparación de su reino, veía por supuesto grandes manchas azules así que suponía que de ahí provenía su nombre, pero por más que preguntaba a su profesor o su madre acerca del por qué o qué había en éste, evitaban contestarle y él solamente bajaba la cabeza y reverenciaba pues seguramente lo hacían por su bien aunque esto no saciaba su curiosidad. 

Un día, decidió ir a la biblioteca del reino y cuestionó al bibliotecario acerca de algún libro que tuviera información sobre el reino vecino. El hombre, que ya era muy viejo y había vivido cuando la desdichada princesa, lo miró y de la forma más educada, le dijo -Su alteza, no debería estar buscando información sobre eso, además, no existe, desde hace cientos de años, todo libro, pergamino o imagen acerca de ese lugar, fue eliminado. Confórmese con saber que todos los habitantes del reino azul son malos...- 

-Y hay que evitarlos por siempre- complementó el pequeño niño -De todos modos, le agradezco- y diciendo esto se retiró nuevamente a su palacio donde algunos niños estaban jugando a las escondidas así que se unió a la sana diversión. 

Él conocía muy bien el palacio o eso creía, pues había lugares que aún no había visitado así que este juego era una buena oportunidad para explorar. A la indicación y todos fueron a esconderse. Jimin fue al patio y de ahí se internó más y más en éste hasta encontrar una fuente cuadrada con una persona en medio sosteniendo un jarrón del que caía agua. Quitó sus zapatos y se metió en ella a pesar de que se mojaran sus pies y fue a la parte posterior del pilar para que no se notara a simple vista que estaba ahí a pesar de que era algo transparente gracias al material con que estaba hecho como casi todo en el reino. En eso, vio que el pilar tenía unos cristales en relieve formando un objeto que le pareció sumamente extraño, algo que nunca había visto. Tenía un círculo en medio y de este se desprendían cinco óvalos que finalizaban con unos pequeños dobleces hacia arriba. Tocó la parte del centro y sintió como esta se hundía un poco, así que lo presionó hasta el fondo y para su sorpresa, el pequeño espacio donde estaba parado, comenzó a bajar mientras el agua caía como una pequeña cascada alrededor -¡Es un lugar que no conocía!- se dijo animado. Bajó de la trampilla y esta comenzó a subir nuevamente dejándolo en aquel lugar. 

Estaba muy oscuro, se notaba que nadie había pasado por ahí en mucho, mucho tiempo. La siguiente vez que fuera, llevaría algo para poder alumbrar. Al haberse acostumbrado ya un poco a la falta de luz, se dio cuenta que estaba en una pequeña habitación, pero los muebles y el material con que estaban hechos, no eran del cristal de su reino, eran de algo duro, opaco y de un color oscuro y al fondo, pudo ver un enorme espejo, casi tan grande como la pared en la que estaba puesto. Se acercó a tocarlo y vio nuevamente aquel círculo con óvalos y al presionarlo, el espejo cambió, se volvió opaco y se fue recorriendo hacia un lado, era una puerta. 

Cruzó por aquella puerta y esta se cerró automáticamente detrás de él. Vio que nada a su alrededor era conocido para él. Las paredes eran duras y hechas de una especie de cristal negro y unos artefactos que despedían un resplandor rojizo, estaban colgados arriba de su cabeza separados uno del otro cada tanto y alumbraban el lugar. 

Escuchó de repente que alguien venía corriendo, seguramente era alguno de los niños del palacio que estaba buscándolo así que se escondió detrás de una cosa grande y café. 

Efectivamente el que había llegado al lugar era un niño, se reía y se dijo pensando que estaba solo -Otra vez me puede escapar de mi clase, soy muy listo- 

Jimin se quedó pensando -¿Qué clase si ya el profesor nos dejó ir?- Se puso en pie para cuestionarlo y se llevó una gran sorpresa al ver a un niño poco mayor que él pero su cabello era oscuro y nunca lo había visto antes -¿Quién eres?- le preguntó. 

-¿De qué hablas? Yo soy el que debería preguntarte qué haces en mi palacio- dijo el otro al tiempo que lo miraba extrañado de su presencia y la forma en que lucía, tan rubio, con sus ropas impecablemente blancas y descalzo. 

-¿Tu palacio?- si bien era cierto que todos los súbditos podían entrar al palacio, ninguno más que él o su madre, podrían decir que era su palacio pues solo ellos vivían en este. 

-Si, es mi palacio. ¿Qué no sabes que yo soy el príncipe Jungkook del Reino Azul?- dijo orgulloso. 

El joven príncipe se sorprendió al escuchar esto -¿El Reino Azul? ¿Llegué al Reino azul?- no lo podía creer, pero si ese reino quedaba muy lejos, no había forma de cruzar y hacía no más de veinte pasos que estaba en el patio de su castillo. 

-Pues sí ¿A dónde más creías?- se burló un poco. -Eres muy extraño ¿Estás perdido o también te estás escondiendo? ¿Cómo te llamas?- el niño le había agradado y no sentía que representara una amenaza, así que no gritaría o se alejaría de él. 

Jimin lo miró sin contestar ninguna de sus preguntas -No debería estar aquí- y menos hablando con un habitante del reino azul, un humano, un ser peligroso que debía evitar. Era la primera vez que veía uno y aunque debería de alejarse como le habían enseñado, por alguna extraña razón, quería seguir conversando con él. 

-¿Y bien? ¿No vas a contestar a mis preguntas?- dijo serio aunque luego sonrió. 

-Lo siento. Justamente me escondía de algunos niños porque estábamos jugando, pero jamás me imaginé encontrar una puerta al otro reino. Soy Jimin, príncipe del Reino del Resplandor Eterno- sonrió de vuelta. 

Ambos niños estaban sorprendidos con la identidad del otro y cómo, aquel espejo permitía comunicarse rápidamente. En el lado de Jungkook la figura a presionar era distinta, un diamante que era el material resplandeciente que prevalecía en el reino de Jimin y del lado de este, aquello que le era desconocido, resultó ser una flor. 

-Sí, así se le llama a eso, flor ¿En tu reino no hay de esas?- explicó. 

-No, nunca he visto una y tampoco el material con que está hecho este cofre- que era de madera -ni esas- mencionó las antorchas encendidas- 

-Ven, vamos a que los veas- le tomó de la mano para guiarlo. 

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Otro poco escrito este día, porque la intro fue cortita. Mi idea es que este fanfic sea cortito, menos de 20 capítulos, pero el tiempo lo dirá. Gracias, linda noche. 


Amor transgresor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora