CAPÍTULO 22 HERMOSA SORPRESA

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Georgina
El rancho de mis padres es enorme, cientos y cientos de personas cumplen a diario sus labores en él, su manejo es complejo, pero el personal está capacitado para hacerlo, cada área está cubierta, en estos momentos todo se desarrolla con normalidad, como un reloj gigante, cuyas piezas funcionan a la perfección, sin embargo el motor, aquel que dirige a todos los demás. Esta aquí a mi lado, juntos uno al lado del otro, de hecho, ambos lo manejamos, como complemento uno del otro.

Estamos recostados sobre el verde pasto, mi cabeza sobre su brazo, ambos contemplando el firmamento que se vislumbra por entre las ramas de los enormes árboles que nos rodean.

Hemos hablado y ahora me doy cuenta de que fui una tonta al haberme preocupado tanto, tal y como lo dijo Mateo, él me quiere más allá de lo que yo pueda ofrecerle.

_ Mi amor por ti es más fuerte que el deseo de ser padre. - me dijo. _ quiero que entre tú y yo no haya secretos, por eso voy a ser sincero, siempre soñé con tener muchos hijos como los tuvieron mis padres, pero mi gran ilusión fue el poder darles a todos lo necesario para triunfar en la vida y sobre todo no hacer distinción entre ninguno de ellos, ahora sé que eso no será posible, y no me arrepiento, porque te tengo a ti, me abrazó. Quiero darte todo el amor que llevo dentro, tocó su corazón y que no he podido dar a nadie, porque nadie me lo ha permitido, a excepción de mi querida hermana, porque ni siquiera mis hijos me lo han permitido, así que quiero que sea todo tuyo si tú me aceptas, te juro que jamás te reprocharé el que no me des un hijo, entre los dos lo sobrellevaremos, no quiero que estés más sola en esto.

_ Sí. - dije con un nudo en la garganta. _ sí quiero ser tu esposa, sí quiero casarme contigo y vivir solo para ti.

_ No. _ dijo él. _ no pretendo que vivas solo para mí, viviremos uno para el otro, lo que tú quieras hacer yo te apoyaré y si tú quieres apoyarme, estaré feliz por ello.

Después de una larga charla, y muchos abrazos y besos, terminamos tendidos en el césped, tal y como lo estamos ahora, cada uno sumido en sus pensamientos.

_ ¿Qué piensas hacer con Dolores? _ pregunto. _ no creo que ella esté muy contenta con tu decisión.

_ Lo único que sé, es que no permitiré que se meta entre tú y yo, ni siquiera puede usar el pretexto de que volvamos por el bien de los niños, ellos han vivido tanto tiempo sin mí, y sobre todo odiándome, que con tristeza puedo decir que no tengo hijos y no es que no me duela, pero es la realidad, no puedo ser padre de quién no me quiere como tal.

Me volví hacia él y lo abracé.

_ No sabes cómo desearía poder darte todos los hijos que quieres, yo también los deseo, pero los médicos han dicho que nunca seré madre.

_ Ya no te angusties por eso. A veces ser padres es muy doloroso, por algo no se puede. Tú y yo lo superaremos. - ahora fue el quien me abrazó con ternura, luego se separó un poco me miró con amor, acarició mi rostro con delicadeza y me besó, fue un beso estremecedor, porque en el estaban mezclados todos sus sentimientos, su frustración por no poder ser padre de los hijos que ya tenía, su angustia de no poder ser padre de los hijos que nunca tendríamos, pero su comprensión por mi condición y su ternura y amor, por el cual saldríamos adelante. _ lo superaremos. _ susurró de nuevo a mi oído y lo sentí real, lo sentí sincero, y le creí. Me besó de nuevo y me perdí en el mar de increíbles sensaciones.

Cuando regresamos a nuestra cotidianeidad, éramos otros y se notaba, tanto que en horas de la tarde cuando me volví a encontrar con Dolores, le molestó mi felicidad.

_ Me alegra verte tan feliz. - dijo con hipocresía. _ también yo estoy feliz, Fabián me ha dado otra oportunidad, ¿puedes creerlo?

_ Sí, lo creo. - contesté. _ te felicito.

_ Sé que lo hace por sus hijos. - recalcó, sabiendo que yo no me metería si se trataba de la felicidad de ellos. _ pero aún me ama y nos arreglaremos. Justo hoy en la noche me tiene preparada una cena romántica, es mi bienvenida de nuevo a su vida.

_ Me alegro por ustedes. - dije. _ que la disfruten. - me retiré, pero antes de hacerlo vi la cara de satisfacción de ella. No me pondría al tú por tú con esa mujer, ni cuestionaría sus mentiras, Fabián y yo teníamos planes para esa noche. Me llevaría a cenar a la ciudad y pasaríamos allá la noche. Nadie lo sabía, ni lo sabrían, porque regresaríamos antes del amanecer para integrarnos a nuestras labores diarias, y no piensen mal, solo será una cena romántica, pero nada más, él es muy recto y no intentara propasarse, ya lo hablamos y esperaremos hasta el día de nuestra boda y yo estoy de acuerdo con eso. Me decepcionaría si él no lo cumpliera, aunque anhelo tanto ya ser su mujer, pero a mí también me criaron a la antigua y con muchos valores.

La noche fue estupenda, la verdad es que me sorprendió, porque no era para nada lo que yo me esperaba. Conociéndolo nunca me imaginé que me llevara a un restaurante de lujo, sé que a él no le gustan ese tipo de lugares, el gusta de lo más sencillo, pero ahí estábamos y una de mis mayores sorpresas fue llegar y ver a mi familia reunida, no solo él y yo, como me lo había dicho, estaban mis padres y mi hermano junto con Elisa, y digo una de mis sorpresas porque fui de sorpresas en sorpresa y la más grande fue cuando en medio de un absoluto silencio, tomó la palabra.

_ Sé que es apresurado, porque hace poco que nos conocemos. - dijo con voz firme. _ pero no necesito más tiempo para saber que eres la indicada. - me miró a los ojos con tanto anhelo, que mis ojos se empezaron a humedecer. _ me harías el hombre más feliz de la tierra si aceptas ser mi esposa. - tomó mi mano con delicadeza, la acarició con ternura y me sonrió. Ahora se veía nervioso. Vi incertidumbre en su mirada, pero lo miré a los ojos y contesté.

_ Sí, sí acepto. - no logré decir más porque me envolvió entre sus brazos y no me soltó. A lo lejos escuchaba los aplausos de mi familia, porque lo que escuchaba claro eran sus palabras que decía a mi oído.

_ Gracias por decir que sí. - escuché su voz cargada de emoción. Gracias por salvarme de mi oscuridad, por ser la luz que guiará mi vida de aquí en adelante, yo también quiero ser la tuya, quiero amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe, por favor dime qué tú también lo quieres.

_ Lo quiero. - dije entre el llanto.

_ ¿No me dejarás? - era más una súplica.

_ Nunca. - apreté mi abrazo. _ hasta que la muerte nos separe.

Fue el mejor momento de mi vida, aún si no lográbamos superar nuestro matrimonio y fracasábamos creo que este sería el mejor momento de mi vida, porque lo sentía sincero y sé, que, de fracasar, no sería por él, porque era un hombre íntegro, recto y sé que haría lo que fuera por cumplir su palabra y hacerme feliz, y yo también era sincera y lo intentaría hasta la muerte.

UNA LUZ EN MI OSCURIDAD/No. 2 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora