10

496 50 0
                                    

Para cuando Rhaenys se despierta, ni si quiera recuerda haberse dormido. Saera ya no está entre sus brazos, pero parece que antes de irse la ha desnudado del todo y la ha metido en la cama.

Rhaenys se levanta con los muslos pegajosos con la decisión de darse un baño para bajar a comer algo. Es entonces cuando encuentra a Saera en su bañera.
—Espero que no te importe —dice la heredera.
—En absoluto, ¿he dormido durante mucho rato?
—Unas horas... Es pasada la medianoche... —dice Saera.
—He dormido muchísimo entonces —dice Rhaenys observando cómo el agua en el que se está bañando la heredera está prácticamente hirviendo.
—Lo necesitabas. Estabas agotada.
—¿Has podido dormir tú?
—Unas horas...
—Pensé que no te habías acostado con alguien antes... —dice Rhaenys restándole importancia.
—No lo hice.
—¿Te colabas en sus aposentos?
—Sí, pero no llegué a acostarme con él. De igual modo. ¿Qué problema habría?
—Ninguno —asegura. —Es solo que no simpatizamos.
—Daemon es un ser difícil de llevar.
—Sin duda.
—¿Son celos eso que percibo?
—¿Celos? ¿Por qué habría de tenerlos?
—No tienes razones para tenerlos. ¿Quieres entrar?
—Está hirviendo. Me quemaré. Pero veo que tú no lo haces.
—No, no lo hago.
—No conocía a nadie que no se quemara... Parece como si tuvieras...
—¿Piel de dragón?
—En efecto.
—Daemon dice que soy la primera Targaryen que no se quema.
—¿Te ha visto bañarte también?
—Sí, lo ha hecho. Ha intentado acompañarme pero el agua ha estado a demasiada temperatura...
—Interesante...
—Es bueno como amigo. No me interesa de ningún otro modo. Sé que no te cae bien. Le pediré que guarde las distancias si así te sientes mejor.
—No tienes que hacer eso por mí.
—No, es cierto. Pero como ya te dije, te quiero, sea o no recíproco, yo seguiré haciéndolo. Y si te cae mal y no te gusta que se acerque demasiado, guardaré las distancias. No dejaré de hablar con él ni romperé mi amistad, pero seré prudente y cuidadosa.

Saera toma la mano de Rhaenys y la mira con ternura.
—Tu piel arde —dice Rhaenys.
—Lo sé...
—Cuéntame qué ha pasado con Vhagar.
—No lo sé, he sentido algo... Ha sido extraño... Jamás había notado una conexión así con un dragón... ¿Mi padre te ha dicho algo?
—No, ¿sucede algo?
—Daemon me ha dicho que sospecha.
—Genial... —dice irónica.
—Daemon nos cubrirá... Por faltar a la cena. ¿Tienes hambre? Bajaré a buscar algo.
—Sí, por favor. Me muero de hambre.
—¿Qué te apetece? —pregunta Saera saliendo de la bañera y envolviéndose en una toalla.
—Cualquier cosa estará bien. Aprovecharé para darme un baño.
—Vale.

Saera da un corto beso a Rhaenys y se viste para bajar rápidamente a las cocinas de la fortaleza.
Por el camino se encuentra a Laenor.
—Saera ¿te encuentras bien? No has bajado a cenar.
—Em... sí. Solo estoy algo mareada. Tomaré agua y...
—Tranquila no tienes que darme explicaciones. Voy a ver a Joffrey.
—Pasadlo bien.

Tras dedicarse una sonrisa mutua, cada uno continúa su camino. Saera llega a las cocinas y coge algo de pollo, patatas y algo de verdura que no se han tocado en la cena. También toma una gran jarra de agua y, tras colocarlo todo en una bandeja, sube rápidamente.
—Papá —dice cruzándose de frente con su padre.
—¿Te encuentras bien?
—Sí... Solo estaba mareada por eso no bajé a cenar...
—Claro... ¿has visto a la princesa Rhaenys?
—No, de hecho no. ¿Por qué? —miente Saera.
—No bajó a la cena, tampoco.
—Quizá siga en Marcaderiva...
—No lo creo, me pareció ver a Meleys... Aunque quizá sean cosas mías...
—No lo sé... Si me la encuentro le diré que la buscas...
—No, no hace falta, la veré mañana. ¿A dónde vas con todo eso?
—Tengo hambre.
—¿Te comerás dos platos?
—He cogido algo para Laenor. Por si a caso se quedara con hambre...
—Entiendo. Me alegra que os estéis enamorando hija mía.
—Claro... Voy a cenar, papá. Te veré por la mañana. Pasa una buena noche.

Saera se despide de su padre y se marcha rápidamente. Cuando llega a la habitación de Rhaenys entra apresurada y deja la bandeja en la mesa.
—¿Qué pasa? —pregunta Rhaenys desde la bañera, que ya se encuentra a una temperatura menos elevada.
—Me he encontrado a mi padre. Me ha preguntado si te había visto... Le he dicho que no.
—Vale.
—Le dije que quizá seguías en Marcaderiva y me comentó que le pareció ver a Meleys. Después me ha preguntado que por qué llevaba dos platos y le he dicho que era para Laenor...
—¿Y si lo encuentra?
—No lo creo. Ha salido con Joffrey. No creo que vuelva hasta el amanecer.

Rhaenys sale de la bañera y tras secarse se coloca un largo camisón que le llega hasta los pies.
—¿Cuál es el menú? —bromea.
—Pollo con guarnición de patatas y verduras.
—Tiene muy buena pinta —dice sentándose frente a Saera.

Ambas comen en silencio mirándose la una a la otra.
—Estás muy guapa, princesa —dice Saera. El cabello aún algo húmedo de Rhaenys cae por sus hombros su piel está reluciente y el color de su camisón resalta sus rasgos.
—Puedo decirte lo mismo... Has caído bien a Meleys.
—¿Sí?
—Ajá, deberías de montar un día conmigo. Cabemos dos...
—Te sorprendería la de veces que Rhaenyra ha intentado convencerme de lo mismo...
—Lo sé. Pero yo no soy Rhaenyra. Creo que puedo ser más convincente —dice Rhaenys tentando a Saera.
—Terminemos la cena, princesa, se va a enfriar —dice Saera desviando el tema de conversación.

Cuando terminan, Saera se coloca un camisón y se estira en la cama y Rhaenys se coloca sobre su pecho.
—Solo sexo... —rió Saera.
—Oh, cállate —ríe Rhaenys escondiendo su cara en el cuello de la heredera.

Cuando ambas vuelven a despertar, ha llegado la mañana. Rhaenys descansa al lado de Saera con su brazo sobre el abdomen de la heredera.
—Deberíamos bajar al desayuno... —dice Rhaenys. —Tu padre es listo y si tiene sospechas es mejor no darle más motivos.
—Tienes razón, bajemos.

HEIRESS (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora